Capítulo 8

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Unos días más tarde, Andrei se levantó dormido por su hermana Anny. "Mira que llega a ser pesada", pensó aún soñando. Se duchó y desayunó, como hacía todas las mañanas. Salió de casa con Anny y se encontraron con Toby y Alex. Su hermana se fue rápidamente con Toby. Andrei no tenía ganas de compartir camino con ellos, así que se quedó atrás hasta que Alex se fijó en él:

-Dejémolos solos.

-Sí.

-Bueno, Andrei, cuéntame, ¿te gusta alguien?

-No voy a hablar contigo de eso. -Alex se sorprendió.

-¿Por qué?

-Porque apenas te conozco, y ese es un tema muy privado.

-Si te lo digo yo primero tú me lo dices luego. -Andrei seguía malhumorado, no le gustaba que le despertaran de mala manera, y mucho menos que fuera su hermana.

-Ok.

-Me gusta Nicole. Bueno, me atrae muchísimo, aunque tiene ese "algo" que hace que me vuelva adicto a ella. Es adictiva. Bueno, te toca.

-Me gusta alguien del grupo, pero no te voy a decir quién.

-Venga ya, no es justo. Además, todos sabemos que se trata de Irene.

-Vale, pues sí, me gusta ella. ¿Ya?

-Sí, sí. Hablemos de fútbol entonces.

-De acuerdo.-estuvieron hablando de fútbol hasta que llegaron al instituto.

Fue un día raro para el chico. En clase, se sentó un rato con Carlos, y se pasaron el rato chinchando a Cris e Irene, quienes se sentaban detrás de ellos. A la hora del patio fue con Irene a la cafetería y allí pasaron el rato, almorzando muy a gusto, mientras espiaban a Adrian y Laia. Irene se distraía leyendo y Andrei sólo se limitaba a observarla. Le encantaba mirarla, se pasaría todo el día mirándola y no se cansaría. Ella se percató de sus miradas:

-¿Por qué me miras así? Pones los pelos de punta.

-No veo que los tengas en punta...

-Muy gracioso. ¿Quieres leer?

Andrei miró el libro. No le apetecía mucho, pero se puso a leer sólo para hacerla feliz. Luego de leer algunas páginas, se enganchó al libro y casi se lo quita a Irene de las manos. Era un tórrido romance de esos de película. A Anny le encantaban, y por lo que Andrei descubrió, a Irene también. Se estuvo imaginando que los protagonistas del libro eran ellos.

Por suerte, en su historia no había ningún rival que se interpondría en su apasionada relación. O eso creía, hasta que alguien les interrumpió como por arte de magia, haciendo una aparición estelar:

-Hola, Irene, cuánto tiempo. Te echaba de menos.

La cara de Irene se tiñió de rosa. No se lo podía creer. ¿Qué hacía Gibson aquí? No podía ser posible, él se había ido para siempre, no había vuelto así como así. Debía de estar soñando.

-Hola... ¿No te habías ido a vivir en Londres?

-Sólo era por un tiempo. Ya he vuelto. -miró a Andrei.- ¿Ese es tu novio?

-Es mi mejor amigo, se llama Andrei. -Andrei ni se molestó en darle la mano a modo de saludo.

Por suerte, sonó el timbre y Andrei y ella se pudieron escapar. Una vez en clase, él le preguntó a Irene quién era el pelirrojo. Ella le explicó que él era el chico que se fue a vivir en Londres al 3º curso, se llamaba Gibson y estuvieron a punto de salir. Una oleada de rabia y celos se apoderó de Andrei, odiando a Gibson desde el primer momento. Y si, ahora que había vuelto, ¿le arrebataría a Irene? No, no podía permitirlo, no podían quitarle su motivo de felicidad. A la salida, se lo volvieron a encontrar. Andrei no le quitaba ojo de encima. No lo soportaba, ni siquiera sabía nada de él. ¿Por qué habría vuelto?

Aquella misma tarde, Chantal y Marcel se encontraron, como todas las tardes.

-Hola, amor mío, echaba de menos poder besarte.

-Y yo, Marcel. Estoy harta de esconder lo nuestro de todo el mundo.

-Yo también odio esconder lo nuestro.

-Es que no es justo, ¿por qué no les agrado a tus padres?

-No les gusta que tenga novia, dicen que aún soy joven para eso. Pero ya se acostumbrarán, tu tranquila.

-Uff.

-Venga, vamos a dar una vuelta.

La ansiedad de Chantal aumentaba cada día más, no aguantaba el hecho de no poder besar a su chico en público, de no poder mostrar su afecto. No era justo, aunque no se podía ni creer el motivo por el cual la familia de Marcel no la aceptaba...

Gibson había vuelto. Irene no se lo podía quitar de la cabeza. Estaba tan alucinada que no podía pensar con claridad. El chico le había explicado que le había pedido a su madre que le dejara terminar la secundaria aquí, con su padre y sus amigos.

Ahora que había vuelto, ¿seguiría sintiendo lo mismo por ella? ¿Todo volvería a ser como antes? ¿Saldrían juntos? ¿Qué sería de su nueva amistad con Andrei? Los dos chicos no se cayeron demasiado bien, eso se notaba a kilómetros de distancia. Irene estaba muy descolocada, eso no podía estar pasando de verdad. Ahora que se había dado el descanso, ahora que había decidido cambiar y centrarse en los estudios, ahora volvía en londinense, para quedarse. Y estaba el ruso en medio, también. Además, Gibson no le hizo daño voluntariamente, él quería quedarse con ella pero las circunstancias le obligaron a irse. Por lo tanto, ¿significaba que debería volvérselo a pensar de nuevo y darle una oportunidad al pelirrojo o ignorarle?

Para colmo, Andrei aparecía bastante en sus pensamientos, como si fuera un obstáculo en la vuelta de Gibson. ¿Se estaba enamorando del ruso y ni se había dado cuenta? ¿A quién elegiría de los dos? ¿Cómo iban a ser las cosas a partir de ahora? ¿Se enfriaría la amistad con los dos chicos por ese extraño triángulo amoroso que se había formado en su mente?

Agotada, se puso a escribir para desahogarse, y cayó dormida de cansancio físico y emocional. Sólo deseaba que se aclararan las cosas de una vez y pudiera estar tranquila, ya que se avecinaban tormentas, y no precisamente meteorológicas...

El Alumno NuevoWhere stories live. Discover now