Capítulo 10

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Andrei recordó con todo detalle aquella tarde en casa de la chica. Pudo contemplar que estaba muy desordenada, sobretodo la habitación de su amiga. Aun así, no quiso decir nada y disfrutó de unos deliciosos muffins hechos por la madre de Irene, quien le pareció sospechosamente simpática. El padre de Irene era un hombre bromista pero tranquilo. Irene estaba nerviosa, no le gustaba esto de llevar chicos en casa con sus padres. Cuando por fin pudieron estar tranquilos, sin padres ni perros oledores, Irene habló al fin. Andrei recordaba con exactitud el diálogo que habían mantenido:

-Andrei, siento el desorden, pero no he tenido tiempo para nada últimamente.

-Tranquila, no te preocupes por eso. A mí me gusta igual. -dijo él sonriendo.

-Bueno, a estudiar.-sacaron los libros y él le explicó el tema de inglés.

-No entiendo cómo puedes tener problemas si entiendes y hablas inglés perfectamente.

-Ya te dije que se me da muy bien, pero la profesora es horrible y no entiendo nada.

-Ya sabes que si no entiendes algo, puedes contar conmigo para lo que sea.-dijo Andrei y la chica le abrazó.

-Andrei, yo... Quería proponerte algo... Sólo si tú quieres, claro. Bueno, en realidad, quería proponerte dos cosas.

-Aceptaré tus propuestas encantado. -soltó el rubio sin ni siquiera saber de qué iban.

-Una de ellas es... Verás, sabes que tengo una amiga que vive en País Vasco con la que hablamos por WhatsApp y eso...-Andrei asintió.-Pues bueno, ella y su novio vendrán aquí, no sé cuando, y queremos quedar. Pero me ha pedido que lleve alguien para distraer a su novio, y he pensado que quizás tú... Bueno... Tú... Quisieras ir conmigo.

-Por supuesto que iré contigo. Iría contigo hasta el fin del mundo.

-Muchísimas gracias, Andrei. Eres perfecto.-Irene se acercó y le besó la mejilla. Andrei se sintió en el mismísimo paraíso.-Y la otra...

-Sabes que iré contigo. Aceptaré cualquier cosa.

-Bien, pues quisiera que me acompañaras a...

-¡Sí!

-Espera, Andrei. Decía que si querías acompañarme a comprar...

-¡Iré donde sea por ti!

-Andrei, ¡déjame terminar! Decía que me gustaría que me acompañases a comprar ropa.

-¿¡QUÉ!?

-Como ves, no tengo mucha ropa de temporada, y las chicas nunca pueden quedar, a parte de no me gusta comprarme ropa cuando quedamos... Y pensé que tú me acompañarías. Sé que es una tortura, y no te lo pediría si no fuera estrictamente necesario. Y con mi madre o mi abuela no pienso ir, siempre me compran tallas enormes y no tenemos los mismos gustos.

-Irene... No soporto ir a comprar ropa...  No me puedes pedir eso... Pídeme lo que quieras, como si me quieres pedir que le bese los pies a Gibson, pero ir de compras es demasiado para mí.

-Andrei... Yo... Lo siento, de veras, ya te he dicho que no te lo pediría si no fuera una urgencia.

-Irene, sabes que eres muy importante para mí, pero no iré de compras. Lo siento, lo odio. Igual que el bailar en Educación Física.

-Andrei, ODIO ir a comprarme ropa, preferiría gastarme mi dinero en otra cosa. No soporto las tiendas de ropa, yo soy así, pero si voy con alguien de confianza me animo un poco.

-Pero...

-De acuerdo... Pues se lo diré a Gibson, la última vez me acompañó y me aconsejó.

Una rabia asesina fluyó por el cuerpo de Andrei al oír "Gibson". Ah, no, primero se tiraría de un rascacielos antes de dejar que ése acompañara a Irene de compras. Cielo santo, ¿y si se enteraba de qué tallas usaba? Imágenes de Gibson e Irene en una tienda de ropa femenina, mirando ropa corta, ella en los vestidores mientras él coge su ropa y le dice si le queda bien pasaron por su cabeza, sacando su lado más celoso y rebelde. No lo podía permitir de ninguna manera. Irene confió en él para que la acompañara, así que no quiso defraudarle y hizo un sobreesfuerzo.

-No se lo pidas a Gibson. Iré yo contigo. -dijo sin siquiera dejar que Irene marcara el número del pelirrojo en su móvil.

-No quiero que vayas a disgusto. No quiero obligarte.

-Iré contigo.

-Andrei, déjalo, no quiero que me acompañes sólo por complacerme. En serio.

-Que no, que quiero ir contigo.

-¿De verdad?-preguntó ella con el móvil aún en la mano.

-De verdad. -contestó él sin estar seguro de lo que hacía.

-Oh, Andrei, ¡eres estupendo! ¡Gracias!-ella le abrazó mientras Andrei se alegraba de que Gibson no fuera con Irene de compras. -Haremos una cosa, ¿vale?

-Dime.

-Cuando termine, te dejaré que compres tú el que quieras, y si no, te pagaré una cena en algún restaurante barato.

-Oohh, sería fantástico.

-Pues ahora, quedemos. Día y hora.

-Qué te parece el viernes?

-El viernes pues. ¿A las seis?

-Vale, el viernes a las seis. Te paso a recoger, si quieres.

-Oh, no te molestes, no quiero que...

-No me molesta ir a buscarte. Venga, viernes a las seis en tu casa. Cenamos en algún puesto y luego te acompaño a casa. Será una salida larga, de tarde y noche.

-De acuerdo. Dime dónde quieres ir a cenar.

-¡En Nando's!

-Pues iremos allí.-se volvieron a abrazar.

Andrei se sintió orgulloso de su decisión. Así se ahorraría una cita de Irene y Gibson y la acompañaría y aconsejaría. Y sobretodo, irían a cenar juntos. Nunca había quedado con una chica para cenar, así que le costó convencer a sus padres para ello, pero le dijeron que podía volver como máximo a las diez. A los padres de Irene no costó trabajo convencerles, ya que lo propusieron aquella misma tarde y los adultos no querían negarse delante de un invitado.

Se sintió realmente triunfante, ya que estaba un poco obsesionado con Gibson. Des de que las amigas de Irene le contaron lo que había pasado el verano pasado que no se podía quitar de la cabeza que tenía que ganarlo. Aquella noche, tras recordar la tarde con Irene, se sintió un poco mal. Parecía como si Irene fuera la mismísima Champions, como si se tratara de algo material. Se dio cuenta de que él sólo quería su felicidad, y si esa felicidad era a su lado sería fantástico, pero también tenía que aceptar que quizá ella llegara a ser feliz con Gibson, aunque a él no le gustara para nada.

El Alumno NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora