Capítulo 30

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Irene y Andrei se levantaron un par de horas más tarde y se tomaron un buen desayuno. La ocasión lo requería, ya que el chico era una visita muy especial. El perro de Irene los miraba con atención, deseando que alguno de los dos se despistara y le cayera algo de comida al suelo para saborearla. Andrei se percató de sus miradas y lo acarició:

-Tu perro Tanner es muy sociable, Irene.

-Sí, es adorable, pero no le hagas caso mientras comes o se va a echar encima del plato.

-Wow, vale. Perro listo. -se rió el rubio y apartó la mano del perro. 

-Es un amante de la comida, como tú, así que es normal que os entendáis tan bien.

-Sí, es mi alma gemela. 

Aquello hizo reír a Irene. Le dio un ataque de risa y terminó contagiándoselo a Andrei, y los dos terminaron riéndose un buen rato hasta quedarse sin aire. Al ruso le encantaba hacer reír a Irene, era muy raro verla reír a pleno pulmón y saber que un comentario tan simple como "es mi alma gemela" le había provocado semejante ataque de risa era buen presagio. La chica seguiría de buen humor todo el día, y eso lo tranquilizaba, ya que significaba que realmente había perdonado los hechos sucedidos en la noche anterior.

Ni siquiera él mismo podía creerse lo que había pasado. La arrogante de Lola se le echó encima y le besó delante de todo el mundo. Fue un beso horrible con un sabor a alcohol muy desagradable, pero por suerte Laia les separó. No se esperaba que la camarera del bar del instituto fuera tan protectora con sus amigas, aunque le gustó que se preocupara por Irene. 

Irene... La cara que puso Irene aquella noche se le había quedado grabada. Jamás la había visto tan triste y disgustada, y todo por culpa de Lola y sus tonterías. Si estaba sola era porque todo el mundo la odiaba y no porque Irene le hubiera arrebatado a sus amistades. De hecho, vio a Bárbara y Gibson bastante juntos toda la noche, igual que a Arturo con una chica desconocida. A quien no vio fue a David. 

-Oye, Irene. 

-¿Sí?

-Estaba haciendo un repaso de quienes vinieron ayer y no recuerdo haber visto a David en ningún sitio. A Jenn y Carlos los vi en el principio un rato, pero luego ya no.

-Ah, David. Sí que vino, sí. -dijo ella, incómoda. 

-¿Pasa algo?

-Bueno... David no es mala persona, pero sí que es un ligón.

-Eso es evidente. -dijo Andrei rabioso. -No hace falta que me lo digas, se pasa el día tirándote los tejos, y miraba tu vestido descaradamente el otro día. Es un pervertido.

-En el fondo es buena persona, pero no sabe controlarse. En fin, qué le vamos a hacer.

-¿Eso de controlarse lo dices por algo?

Ella bajó la mirada. ¿Tendría que contárselo? ¿Era una buena idea que Andrei supiera que el italiano la había besado un par de veces? No quería tener secretos con él, así que se lo contó todo.

-NO ME LO PUEDO CREER. SERÁ PERVERTIDO BABOSO EL TÍO ESE. CUANDO LO VEA LE PARTIRÉ LA CARA.

-Andrei, cálmate por favor. Ya le dejé bien claro que no me interesa, y él lo sabe. 

-Ya veo, ya. Pero ni así se detiene. Lo que no entiendo es por qué no te pide salir o te pide una cita.

-Porque él dice que "soy tuya".

-¿Qué? 

Andrei se quedó pasmado, pero a la vez se sintió triunfante. Aquello sí que era un triunfo total, incluso un ligón pervertido como David se echaba atrás. En aquel momento se sintió el mejor luchador del mundo, aunque más tarde se dio cuenta de que aquello significaba que la imagen que tenían los demás de ellos dos era de que ambos se correspondían. ¿Irene realmente le correspondía? 

Ambos decidieron dejar de lado el tema de David y jugar un rato a la Wii. Irene era amante de los juegos de Mario y los de la misma Wii, así que estuvieron un buen rato jugando sin descanso. Más tarde, sacaron al perro a pasear y jugaron con él hasta que se hizo hora de comer. Aprovechando que habían salido, fueron en un súper y compraron algo de comida precocinada. 

Los dos comieron entre risas y bromas y luego decidieron hacer un rato los deberes y estudiar un poco. Se acercaban los exámenes y tenían que estar bien preparados si querían aprobarlo todo para poder pasar el trimestre sin ningún problema. 

Una llamada de los padres de Andrei hizo que el chico tuviera que volver a su casa a la tarde. Irene y Andrei se despidieron, contentos. Les había encantado pasar ese día entero juntos, les hacía falta un rato así. 

Emily no paraba de recibir llamadas de Luis, desesperado por hablar con ella y saber por qué le había tratado de esas maneras en la fiesta. Ella lo ignoraba e incluso apagó el móvil. Poco después de comer, el chico se presentó en su casa, preocupado.

-Luis, lárgate.

-No. Quiero saber qué te pasa conmigo.

-No sé, mejor pregúntaselo a la chica con quien me pusiste los cuernos.

-Emi, eso te lo puedo explicar, no...

-No hay nada que explicar, Luis. Me la has pegado, y ya está. 

-Que no, Emily. Además, tú ayer me hiciste lo mismo con otro, en mi cara.

-Porque te lo merecías.

-Bueno, pues veo que no te da la gana dejarme hablar.

-¿Para qué? Mira, acepté salir contigo a pesar de saber que eras un ligón porque estaba enamorada de ti, pero sabía que esto era demasiado bonito. ¿Cómo un chico popular entre las chicas como tú se enamoraría de una chica tan diferente a él como soy yo y se mantendría fiel a ella? Es demasiado fantasioso como para ser real.

-¿Tú crees? Que te lo digan los chicos, lo enamorado que estoy de ti. No te puedes ni imaginar cómo he cambiado des de que estoy contigo. Jamás hubiera pensado que me enamoraría, y apareciste tú. Me has cambiado la vida, Emily. Lo que tú dices seguramente es un malentendido, o alguna idiota que se aburre y quiere meterse en medio de la relación.

-No me lo dijo nadie, lo vi con mis propios ojos. Una hermosa conversación de WhatsApp con... Ni me acuerdo de quién ya.

-Oh, eso. -Luis se rió y le dio el móvil. -Mira toda la conversación y lo entenderás.

Emily se detuvo a mirar el chat de Luis con aquella chica. Era toda una conversación falsa para ayudar a su prima a que un chico la dejara tranquila. Emily no daba crédito a lo ocurrido. ¡Y ella ayer con el otro!

-Luis... Ayer cuando te tiré la cerveza encima y me fui con ese chico no hicimos nada. Nos separamos enseguida y yo me fui a casa. 

-¿Segura?

-Sí... Te lo pueden decir Anny y Toby, ellos lo vieron todo.  Siento haberte cogido el móvil y siento haber pensado que...

-No te preocupes, ya ha pasado todo. ¿Olvidado? -preguntó, sonriendo.

-Olvidado. -le correspondió la chica y se dieron un beso de reconciliación.

El Alumno NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora