Quince

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Stevie

Al levantarme a eso de las tres de la tarde el último día sábado de mi vida en la preparatoria lo único que quería volver a hacer era dormir, domir, ¿qué es dormir?, dormir es ese momento en el que todo el cuerpo consigue un relajo total y estás en casi en un estado de coma -cómo yo usualmente- donde tu mente vaga por diferentes lugares, lo único que recuerdas es casi las últimas imágenes que pasan por tu mente, parecen horias de sueño pero no duran más de cinco minutos.

Por eso me gusta dormir, porque es una manera de llegar a los momentos más infinitos de la mente donde tienes suerte si recuerdas lo más lejano, aunque sea una mínima imágen nublada, yo llegué sólo una vez ver una de las imágenes más bellas del mundo.

Mi madre, cuando yo era pequeña, me recuerdo moviendo los pies en la cama impaciente mientras ella me peinaba, miraba al espejo enfrente y hay estaba ella, vestido color crema claro con flores claras, sonriendome y cantandome una nana, luego todo se volvía nublado.

-¿Stevie?, ¿Amor estás despierta?.

-Si papá, bajaré en unos minutos -Contesté con la voz ronca, y me dolía la garganta.

-Te espero, los chicos salieron a hacer unas compras -Dijo e hice un sonido extraño con la boca para que sepa que lo escuché, luego de unos minutos viendo al techo de mi habitación me levanté y puse ropa cómoda.

Me traté de arreglar lo mejor que pude, bueno para al menos estar presentable, al llegar a la cocina mi papá estaba con un periódico y una taza de café, frente a él había una taza humeante de lo que parecía leche chocolatada, soy la única en la casa a la cual no dejan tomar nada más que leche en el desayuno, y aunque por un lado se lo agradecía de verdad.

-¿Cómo amaneciste?.

-Como zombie -Me encogí de hombros, como todas las mañanas despertaba algo cansada y adormilada.

-Los chicos están algo apenados...

-¿Y tú no?.

-Si, yo también, pero es que ellos están algo distraídos y celosos, pensaban que eso de Christopher era una broma, y les caía bien ya que tú lo rechazabas a como de lugar.

-Papá no es broma -Dije seria, él me miró con los ojos muy abiertos, oh, eso sonó raro -Digo, no es broma sino que es un favor, no estamos saliendo ni nada por el estilo, sólo me lo pidió porque sus padres estaban emocionados y él ya había abierto la boca y blablabla -Le miré directamente a los ojos, él buscaba algun signo de mentira o algo.

Me miró fijamente unos minutos, tomó la taza de café, dió un largo sorbo y suspiró.

-Ya me habia emocionado -Comentó negando con la cabeza.

¡¿Quéeeeee?!.

-¿Tú, creías que él y yo...? -Moví el dedo señalandome a mi y a la nada, mi padre me miró sibre el periódico y asintió lentamente -¿Yo y él? -Estupefacta miré a todos lados menos a mi padre y sentí mis mejillas arder, ¿cómo se le ocurre?.

-¡Ja! -Empezé a reir nerviosa, luego un poco más fuerte y luego una risa histérica salía de mi garganta, mi papá ya me miraba como si estubiera loca, y lo estoy pero más aún -¿Él y yo? -Reí fuerte, no podía evitar reír.

Tomé mi taza de leche y de un sorbo me la tomé, tenía grumos en el fondo y estaba muy caliente.

-Estás loco -Todavía riendo llevo la taza al lavabajillas y salgo de la cocina, voy directo a mi pieza donde me tiro a la cama, y dejo de reír.

Boca abajo de la cama me mantengo hasta que empiezo a elevar una pierna y ponerla casi en el techo, luego todavía con la pierna levantada me doy un giro y quedo en una extraña posición, doy una vuelta de carnero inversa y por poco caigo en la cama, luego empiezo los típicos movimiento de la chica del exorcista, típico cuando uno se aburre.

¡Que no soy chico!Where stories live. Discover now