Veintisiete

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Stevie:

   — Gracias por vernos, te extrañaba.

  Lo miré fijamente tratando de no tener ninguna expresión en mi rostro, no admitiría por nada el hecho de que yo igual le extrañaba, sería muy poca resistencia, yo en parte lo perdoné pero no era tiempo de decirle. 

— ¿Cómo han estado tus papás? — Pregunté mirando al frente, estábamos en un parque al lado de un río y fuentes decorando el lugar que se encontraba bastante vacío, alguna que otra pareja, el parque estaba completamente cubierto de nieve y el frío se hacía sentir violentamente, sino fuera porque mi padre me hizo salir con dos blusas, un suéter, una parca y un corta vientos más una calza y pantalones de nieve y botas militares, estaría tirada en el suelo tiesa.

  — Bien, con frío, llevan 20 años acá y aún no se acostumbran al invierno, tienen todas las estufas de la casa encendidas y se acurrucan en su cama todo el día sin salirse sino es para ir al baño, yo les tengo que hacer las compras y cocinarles.

— Siempre han sido así, desde que recuerdo, cada invierno nos metían en tu pieza para que no molestáramos mucho y ellos pudieran seguir acostados... o nos mandaban a mi casa donde salíamos a jugar con mis hermanos a la guerra de nieve.

  — Oye, ¿por qué no planeamos una?, como los viejos tiempos, ellos deberían hacer los equipos y entre los dos los vence... 

  — Ellos aún no están listos para tenerte en casa, lo siento, siento que sería muy incómodo el hecho de que estuviera todo como antes, ellos me vieron en el peor momento.

— Oh, bueno... lo siento — Le miré sin entender — El hecho de que no haya estado ahí para tí, es que yo sé que eres muy fuerte y no pensé que fuera tanto, si lo hubiera sabido hubiera ido a tu casa y quedarme junto a tí hasta que te calmaras y supiera que estabas bien, pero nunca lo supe, me quedé con Christopher, él si fue un poco problema, parecía niña, no dejaba de llorar y se desesperaba solo, te quería llamar pero con tanto llanto me olvidaba del teléfono, luego se calmaba decía que todas las parejas pasaban por lo mismo y que volverían, luego decía, ''Ella es mucho para mi'', y comenzaba a llorar, ya lo recuerdo, ''no la merezco'', ''¿quién soy yo para esa increíble mujer?''.

  Mis mejillas empezaron a tomar color y mi cara se sentía demasiado caliente,  me tapé el rostro con las cortinas de mi cabello suelto y miré hacia el lado contrario de donde estaba Malcom.

  — Oye... ¿qué pasa?, ¡te sonrojaste, eres una niña tímida, ¿eh?! — Preguntó de forma burlona.

— Oye no, sólo estoy un poco enferma y mi nariz está roja y en consecuencia mi rostro igual lo está— Inventé algo rápidamente.

  — Sí sí, claro, eres una niña que se sonro... espera me están llamando.

Le asentí y me alejé un poco, no me arriesgaría a que sea alguien que conozco y del cual no quería saber nada  por el momento.

  — ¿Hola?, ¿qué?, cálmate Becca, respira, cálmate y explícame bien... voy de inmediato, sólo cálmate, no alarmes a tus padres si no es necesario, seguro no fue tan grave — Le miré de reojo, Malcom tecleaba rápidamente en su teléfono con las manos temblorosas, pude ver que le costaba concentrarse.

  — Malcom, mírame — Me puse frente a él, su cara era de horror y de miedo,  me decía que algo lo estaba preocupando de manera peligrosa — dime que ha pasado, respira.

  — Christopher, está en el hospital, Rebbeca dijo que él había salido y de pronto recibe una llamada del hospital, no sabe como está él... tengo que ir — Dijo apresurado y luego comenzó a caminar apresurado sin siquiera mirar por donde iba, por lo que cayó al tropezarse con una gran roca, hice una mueca de dolor y me acerqué a él.

¡Que no soy chico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora