Cinco

13.7K 960 123
                                    

Stevie:

Dormía calmada y tiernamente, eso no era normal en mi, nunca en mi vida había durado en la misma posición durante la toda noche.

Todo eso se debe a que la noche anterior me había vengado de mis hermanos, fácilmente pude negarles compartir los regalos para nuestro padre, pero no era suficiente.

Recostada bajo mis sábanas negras escuché lo que habia esperado toda la noche.

—¡Ah, Stevie! —Escuché los tan esperados gritos de mis hermanos, cosa que quizás escucharon hasta los vecinos.

Abrí los ojos mientras en mi rostro se formaba una gran sonrisa la cual no desaparecería hasta después de un rato. Seguía escuchando sus gritos de horror, seguramente Valentin por las arañas, Bruno estaría tratando de no moverse a causa de lo pegajoso que estaba, quizás ya este apunto de vomitar, el odia eso, de Jared se estarían burlando de su cara, David estaría paralizado o desmayado en este punto y por último Josh, nunca en su vida una chicas querrán volver a acercarse a él, ¿por qué ocurrió todo esto?, fácil, molestaron a Stevie y a Stevie no se le molesta.

me levanté ya un poco aturdida por tanto grito, tomé las cosas que necesitaba y fui hasta el baño que se encontraba al final de pasillo. Caminé a tientas sabiendo que fácilmente me escucharían mis hermanos y saldrían de sus habitaciones a hacerme quien sabe qué. por suerte llegué sana y salva al baño y tomé la ducha más relajante y larga del año.

Cuando salí con una muda de ropa limpia, -Bueno, limpia no, solamente una muda nueva- miré cuidadosamente al pasillo por si algo estuviera asechandome y sigilosamente comencé a caminar. Conseguí llegar a mi habitación y suspiré aliviada aunque igual algo extrañada, ¿Dónde están mis hermanos?, ¿Qué estarán haciendo?, quizás planeando su pre-venganza.

Tomé mis cosas rápido y me até el cabello en una coleta suelta y desordenada, porque no perdería tiempo asegurándome que estuviera todo en su lugar. 

—Buenos días papá — Besé la mejilla de mi padre y tomé la tostada que estaba a punto de llevarse a la boca, me fulminó por un momento pero sacó el paño que estaba sobre su plato mostrando otras 5 más. Gotas de lluvia comenzaron a caer contra el cristal.

—Buenos días cariño.

—¿Y los chicos? — Pregunté cautelosamente mirando a todas las esquinas de la cocina.

—Se han ido, pensé que los alcanzarías, les he dado el dinero para el bus —Me miró con cautela.

—Okay, puedo caminar, no pasa nada. —Dije calmandole, aunque por dentro planeaba como acabar con mi hermanos nuevamente, mi padre no tiene la culpa.

Mi estómago rugió fuertemente, pero no había tiempo de comer un desayuno como dios mandaba, debía aguantarme con la tostada que le robé a mi padre, subí a por mi capa de agua y al bajar me di cuenta que ya no había nadie en casa. Pensé durante algunos minutos como mierda podría llegar al instituto en quince minutos, pero no había forma física posible, quedaba muy lejos y el autobús no era una opción.

—Estúpidos hermanos.

Estaba abriendo la puerta de mi casa cuando una luz iluminó el cielo y segundos después un trueno retumbó a lo lejos.

— Demonios —Cerré la puerta rápidamente y tirando todas mis cosas por el pasillo caminé rápidamente hacia el sótano. Me acomodé en el sillón que ahí se encontraba y me abracé, siempre fue éste el lugar donde me escondía los días de tormenta cuando no había nadie que me protegiera.

Estuve sentada en aquél sillón bastante rato, mirando a la nada, y contando con leves susurros para poder calmarme. Siempre al contar conseguía distraerme.

¡Que no soy chico!Where stories live. Discover now