Tres

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Stevie:

—Stevie despierta... Stevie despierta... — En la voz de Bruno se hacía notar el cansancio  —¡Joder Stevie despierta! —Gritó directo en mi oreja ya cansado de tratar de despertarme, cosa que es difícil de hacer.

Bruno comenzó a sacudirme de un lado a otro tratando que me levantara, yo por mi parte ya iba perdiendo la paciencia y estaba bastante cansada de que me molestasen, dí un golpe al aire haciendo que impactara contra la nariz de mi hermano y luego me incorporé lentamente sobre la cama quitando un poco el enredo de mi cabello de mi cara.

—¡Mierda Stevie! —Gritó Bruno llevándose la mano hasta su nariz la cual empezaba a ponerse roja.

—¡Bruno! —Le regañó mi padre desde la puerta, traía sus pantalones de pijama y su bata puesta, su cara estaba lagañosa y su cabello lleno de grasa matutina.

—Joder papá es tu culpa que sea tan bruta —Bruno chilló acercándose a papá y saliendo de mi habitación.

—Tú insististe en que los llevara a los seis a clases de boxeo no es mi culpa —Dijo mi padre bajando las escaleras para ir a preparar el desayuno.

—Stevie levántate —Ordenó Jared pasando por enfrente de mi habitación en bóxer para ir a preparar el desayuno junto a mi padre, Jared era muy buen cocinero.

—Jódanse —Gruñí y me volví a acomodar en la cómoda cama soñando que me encontraba en un ataque zombie mientras que yo era la única sobreviviente.

(...)

—Pero que mierda de hermanos tengo —Me quejé con la nada mientras corría por la calle principal para alcanzar el autobús y así llegar al instituto a tiempo.

Había pasado toda la mañana durmiendo y cuando me dí cuenta ya le faltaba menos de media hora para entrar a clases, así que me duché y vestí en tiempo récord sin siquiera alcanzar a comer algo como desayuno.

El humor de perros que tenia este día no se comparaba con los de otros, estaba furiosa y cansada porque llegaría tarde, no había desayunado, y seguro me regañarían.

Por suerte alcancé el último autobús en la parada. Agitada me senté al lado de una señora un tanto regordeta que comía un chocolate, pasé todo el trayecto hacia el instituto imaginándome como acabaría con mis hermanos por dejarme sola.

(...)

Por fin cuando llegué al paradero me bajo y corro hasta donde me dieron las piernas para llegar a clases, aunque me perdiera la primera hora. Esta es la tercera vez en el mes que me sucede lo mismo, lo único que quería era que el director -que por cierto era viejo amigo de mi padre- no me regañara, y me dejara entrar sin ninguna falta y sin sancionarme. 

Me acerqué a la entrada con una vaga esperanza de que la inspectora Guioryia no se encontrara rondando, era una vieja solterona que le hacia la mala vida a los estudiantes, pero como yo era reconocida entre mis hermanos por la que más mala suerte tenía, la inspectora me encontró caminando por el pasillo con el bolso al hombro. No había escusas. 

—No diga nada, sé el camino —Sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas y maldiciendo en voz baja emprendí camino hacia la oficina del director.

—Está ocupado Stevie—  La secretaria del director me detuvo antes de entrar de golpe a la oficina, asentí de mala gana y me tiré sobre los cómodos asientos que había a un lado y me puse a esperar — . ¿Qué hiciste ésta vez? —Preguntó, mientras yo miraba mis uñas como si fuera lo mas importante del mundo.

—Solamente llegué tarde —Hice un puchero mirando al suelo con ''pena''.

—¿Necesitas ayuda? —Preguntó cómplice en un susurro, yo asentí entusiasmada ya qué ella siempre me ayudaba con un permiso para volver al salón sin hablar con el director.

¡Que no soy chico!Where stories live. Discover now