Capitulo 4

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Por la familia.

Helen

No habian salido las cosas bien, esperaba ataques, insultos, tal vez mas golpes en la escena pero no. Ocurrio algo peor, habian dicho un infarto, la sola palabra todabia erizaba mi piel.

Marisa trabajaba en el hospital, médico urgenciólogo esa era su especialidad.

Y ese fue su diagnostico cuando entramos por la puerta de urgencias y lo peor de todo fue que mi padre ya lo sabia, se habia estado sobrecargando de trabajo según mis hermanos, había estado comiendo poco y las inmumerables actividades no ayudaron a su mejoría, no tomaba la medicación, todo estaba mal, no habia nadie que se ocupara de él, que vigilara sus comidas y los ejercicios para su corazón.

Mi padre era un roble por eso no me di cuenta que estaba mal, Dios era la por hija del mundo, mis hermanos pronto entrarían a sus labores, solo habían adelantado sus vacaciones para pasarlas con migo y yo toda egoísta quería volver a irme.

Lo había pensado durante toda la noche que estuvo internado y había tomado una buena decisión, mi padre era la único que me quedaba, bueno tenia a mis sobreprotectores hermanos pero solo me quedaba un padre al cual cuidar.

Mi madre así lo hubiera querido y esa noche cuando cerré mis ojos por un instante me pareció ver su rostro angelical sonreírme tal feliz como en los retratos que mi padre guarda tan celosamente de ella, una sonrisa que nunca conocí puesto que ella había muerto para darme la vida a mi.

-¡He dicho que no, son unos necios!-oí a mi padre gritar y corrí a su habitación.

-¿Que pasa aquí?- pregunte entregándole la bandeja con cafés para mis hermanos ninguno de nosotros nos habíamos movido de su lado.

-Ella es la mas racional-dijo mi padre tratando de tomar uno de esos apetitosos vasos de café, pero antes de tocarlo le di un manazo que lo sorprendió e hizo alejar la mano de inmediato.

Lo vi mal -Padre no puedes tomar esto, debes de llevar una dieta que no has escuchado lo que dijo el especialista casi sufres un infarto por Dios- me fulmino con la mirada pero no me respondió.

-Al parecer solo a ti te va a hacer caso-mire a Eder tomar un vaso.

-Si, antes de entrar estaba gritando que se quería ir de inmediato- ahora mire a Luka que hizo lo mismo que su hermano mayor.

Alan no dijo nada solo se limito a copiar el mismo acto.

-Eso si que no señor, te quedaras aquí hasta que te den de alta diciendo que estas fuera de peligro no me arriesgare a otro susto de este tipo y se acabaron todas tus mal pasadas padre, desde ahora llevaras al pie de letra todas las indicaciones y recomendaciones del medico y yo me encargare de eso-finalice si cree mi padre que podrá salir corriendo a estresarse una vez mas esta absolutamente equivocado.

Los cuatro pares de ojos me miraron sorprendidos.

-No te ibas-dijo Eder atragantándose con el café.

-Si habías dicho que te ibas-le continuo Luka.

-Ya tenias todo preparado para el viaje-hablo por primera vez mi hermano Alan.

Gire los ojos, enserio -Pues sorpresa no me voy-anuncie y nunca olvidare la sonrisa de mi padre, esa que se forma cuando su ser mas querido le regala la mas dichosa sorpresa.

Mis hermanos rieron, bueno todos felices y contentos.

*****

-¿Es toda una locura vedad?- dijo Marisa, estábamos en la cafetería del hospital, a mi padre todavía no le daban de alta y yo prácticamente vivo aquí, mi única compañía es mi rubia amiga que al parecer también se a mudado al hospital. Mis hermanos se habían marchado a sus obligaciones, Eder y Alan se quedaron en el país por trabajo pero Luka se había marchado quien sabe adonde, solo se que estaba bien, nunca me contaban nada de sus misiones o sus "trabajos" como lo llamaban, pero sospecho que su repentina partida se debe a la bomba que salió esta mañana en todos los noticieros del mundo, hasta mi padre se tenso e intento comunicarse no se con quien pero yo siendo muy razonable le quite la línea de teléfono y los móvil.

Cautivada por el Lobo. (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora