Capitulo 6

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Mi Diosa.

Helen

¿Qué demonios le pasa a este loco?

El demente me asfixiaba entre sus brazos, asustada hasta los huesos y no era porque me sentía incomoda entre sus músculos.....NO.

Era algo peor sentí que ese era mi lugar, solo mío y en donde debía permanecer. Todo era una completa locura, mi cuerpo se estremeció ante el posesivo tacto, mi traicionero cuerpo pedía más de sus caricias podía sentirlo en cada maldita célula de mi piel, por donde llegaba a rozar una chispa se encendía, ¡Ducha fría! Grito mi mente. Debía alejarme de este atractivo pero loco hombre. Si, piensa con la cabeza Helen, no con las hormonas, Dios tantos años sin ser tocada por un hombre levantando altos muros para no caer ante este tipo de personajes engreídos y ególatras.

Concéntrate, concéntrate lo decía una y otra vez con un mantra hasta que mi cabeza fuera capaz de pensar y paso.

-Mia, Mia eres jodidamente Mia-gruño contra mi cuello y fue todo, mis sentidos se recuperaron de aquel extraño hechizo, ese hombre provocaba sensaciones en mí, que vamos yo ni conocía.

Con la mente más lucida y recordé "Tetas grandes "dijo, "Mia eres jodida mente Mia" siguió el idiota este acaso creía que era un objeto, no peor aún que era una cualquiera, la burbujeante cólera exploto y tuve que hacer lo que hice.

Con todas las fuerzas y enojo acumulado levante mi rodilla derecha estrellándola en el bulto del pervertido este, prácticamente me clavaba esa... esa cosa en mi pierna.

Un creo que aullido se escuchó por todo el bulliciosos lugar, le había dolido y me alegraba profundamente. Ahí en medio del tránsito peatonal deje al idiota arrodillado a mis pies, mientras gire en mis talones tomando la mano de Marisa vi de reojo que el grupo de chicos que se quedó atrás corrían en nuestra dirección.

-¡Corre Marisa!-gritaba mientras yo misma intentaba hacerlo, pero con semejantes zapatos fue un imposible así que termine por correr descalza como toda una psicópata.

Mis pulmones no daban para más, así que tuvimos que detenernos para calmar los calambres que me dieron en las piernas, sin duda hermoso espectáculo.

-¡Dios Helen que has hecho! Casi le vuelas hasta los ojos del golpe-grito Marisa.

-Pues él, el tubo la culpa, mira que decirme "Tetas grandes"-recordé y quería volver a golpearlo, huy que frustrante.

-Pero si las tienes grandes Helen-mire con odio a Marisa. –Ya me callo, pero pobre hombre sus amigos en este momento lo deben estar llevando a urgencias-me encogí de hombros, no me importaba.

Mentirosa, una voz susurro en mi cabeza, maldita conciencia.

-Me gustaría regresar para ver si está bien-levante una ceja. –Ya sabes por eso soy médico y...-

-Mentirosa, lo que quieres es ir a ver si alguno del grupito te da sus números -las mejillas de mi amiga se encendieron. –Lo sabía-gire los ojos y mire alrededor ya con la cosa de la escapada ni había visto hacia donde corrí arrastrando a mi rubia amiga.

-Oye Marisa-la llame captando su atención. -¿Sabes en dónde estamos?-

Mi amiga recorrió con la mirada el lugar, seguíamos en el centro de la ciudad pero.

-Y nos tenías que arrastrar a la zona más fea del centro-dijo Marisa, bufe ¡Dios! lo que faltaba que estando aquí algún otro idiota se nos acercara y eso era muy posible por las miraditas que nos echaban un grupo de hombres que esperaban en una esquina. Las calles estaban menos iluminadas que la zona comercial, la mayoría de los locales abiertos eran bares de diferentes nombres con llamantes carteles de luces neón.

Cautivada por el Lobo. (3)Where stories live. Discover now