veintiocho

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Las nubes llenan el cielo de la noche, por lo que su color azul oscuro es casi negro. Las estrellas son invisibles hoy, debido a la gruesa capa de nubes que seguramente retienen una tormenta dentro de ellas. Para confirmar mi hipótesis, el sonido de un trueno resuena en el cielo y veo un destello de luz. Las gotas de lluvia golpean mi ventana, una detrás de la otra. Más y más gotas resuenan contra el cristal hasta que el cielo cae en una tormenta real, como si estuviera ahogando sus penas en la tierra para que el sol pueda brillar al día siguiente.

La lluvia siempre me ha relajado. Especialmente las tormentas. Nunca le he tenido miedo a los truenos o relámpagos, desde que era pequeña. Mis padres siempre se han preguntado el por qué. Para un niño, las tormentas deben ser algo que les provoque miedo. Los truenos y destellos de luz parecen ser un acto de magia inexplicable para un niño pequeño. ¿De dónde vienen? ¿Por qué sucede? Un niño no puede explicarse racionalmente tal cosa. Pero de alguna manera, yo lo hice. Mi madre siempre me preguntaba si quería ir a dormir a su habitación cuando aparecía una tormenta, pero yo rechazaba la oferta y me envolvía entre las mantas de mi habitación, durmiendo plácidamente. Por supuesto, mi padre siempre trató de explicarme científicamente lo que era un trueno y un relámpago el día después de la tormenta, cuando el sol salía de detrás de las nubes.

Esta tormenta no es diferente para mí. Son las diez de la noche y me encuentro sentada en silencio en mi habitación, mirando las gotas que se deslizan por el cristal de la ventana helada. Los destellos aparecen y forman la sombra oscura de una persona fuera, y juro que casi me hago pis encima en ese momento.

Harry entra riendo a mi habitación, con pequeñas gotas de agua sobre su piel.

—Oh, Dios mío—digo, recuperando el aliento, presionando una mano contra mi pecho, tratando de frenar mi corazón de latir con fuerza—. Santo Dios, estuve a punto de morir por un ataque al corazón.

Harry continúa riendo, sacudiendo el agua de su cabello y me brinda una sonrisa perpleja.

—Deberías haber visto tu cara. ¡No tenía precio!

Le lanzo una mirada asesina antes de negar con la cabeza y empezar a reír con él.

—Está bien, me has asustado hasta la muerte.

—¿Te he quitado el aliento?

—Me has ahogado.

Nos reímos de nuevo.

—Debemos parar con los chistes de estrangulación, en serio—digo.

—Tienes razón—toma un descanso.

Lo miro vacilante.

—¿Qué?—lo pongo en duda.

—¡Esa debería haber sido otra mala broma! Era una oportunidad perfecta.

—¿Por no decir chistes? ¿Me estrangularás?

—Hasta la muerte.

Harry cierra los ojos y mueve su cabeza, riendo. Me río con él debido a nuestro humor negro.

—Claro, realmente están lloviendo perros y gatos por ahí—dice una vez termina de reír y ambos dirigimos la mirada hacia la ventana.

—Me he dado cuenta.

—Estás muy irónica hoy, ¿verdad?

—Exactamente.

Harry me sonríe, moviendo la cabeza.

—Mira, sé que no puedes sentir la fría lluvia o lo que sea, pero, ¿no vas a cambiarte la camisa? Estás todo mojadito.

Él levanta una ceja.

Phantom [h.s] •Completa•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora