veintiuno

7.1K 559 142
                                    

Me encuentro frente al espejo, removiendo cuidadosamente las margaritas de mi cabello.

Hago esto con suma delicadeza y una pizca de tristeza, además de que me gusta como lucen las flores sobre mi cabello. Pero mucho más, me gusta quiénes las colocaron, Harry y Wesley.

Casi parece como si los niños fallecidos del cementerio fueran una pequeña familia, todos a bordo del mismo barco. Pienso en como Harry trata a Wesley y Em, como si fueran los hermanos que nunca tuvo. Él me dijo que le había dicho a sus padres que no quería que adoptaran a nadie cuando él estaba con vida, ¿ese aspecto de su personalidad cambió después de su muerte?

Sé, como hija única, que siempre deseé tener hermanos. Tal vez una hermana o hermano para hacerme compañía cuando mis padres están ocupados o molestando. No sé exactamente el por qué mis padres nunca trataron de tener otro hijo. Supongo que uno fue suficiente para ellos, y lo entiendo. Cada familia es diferente, la nuestra parece haber terminado de crecer conmigo.

Alineo las margaritas sobre la repisa de mi armario. Lucen tan simples, delicados pétalos color blanco junto con un brillante amarillo en el centro. Son hermosas, cada una diferente de la otra, a pensar de su uniforme diseño.

Alejó el cabello de mi hombro y lo ato en un coleta.

Si pudiera ayudar a cada uno de los niños a cruzar, lo haría.

(...)

Es viernes por la tarde, y estoy invitada a otra fiesta.

Cruzo ambos brazos sobre mi pecho hacia Max y Jenna.

—No—digo rotundamente.

—¿Por qué no?—pregunta Jenna, dando a relucir su labio inferior en modo de burla.

—Me acaban de quitar el castigo, no quiero que mis padres se vuelvan a enojar conmigo.

—Nos aseguraremos de que no tomes tanto—sonríe Max.

Suspiro.

—¿Por qué tengo que ir?—pregunto.

—Porque es en mi casa, e insisto—dice Max, sonriendo.

Mi interés crece. Además si voy a esta fiesta podré averiguar más acerca de Max y su familia, y de su posible vínculo con el asesinato de Harry.

Me encojo de hombros.

—Bien. Supongo que puedo ir.

Max sonríe y Jenna aplaude emocionada.

—¡Genial! iré a recogerte a las ocho—dice Jenna.

—De acuerdo—digo, rodando mis ojos mientras Max coloca uno de sus brazos alrededor de mis hombros, divertido.

—Cambia ese ceño, Marx—él dice, mientras los tres caminamos a través del patio, frente al estacionamiento de la escuela.

—Deja de ser tan feliz, me molesta.

Jenna ríe y Max presiona sus dedos a mis costados, provocando que me retuerza.

Me alejó de él, sin poder esconder la sonrisa de mi rostro mientras ellos ríen.

Jenna, Max y yo tomamos caminos separados una vez llegamos al estacionamiento. Busco las llaves en mi bolso y no me sorprendo al encontrar mi auto totalmente frío por dentro.

Escucho la voz de Harry en mi oído cuando me siento detrás del volante.

—¿Tienes algo con él, no es cierto?

Frunzo el ceño y me giro para mirarlo, confundida.

—¿Max?

—No, George Washington—Harry escupe sarcásticamente, rodando sus ojos.

Phantom [h.s] •Completa•Where stories live. Discover now