46 - 2 > The red thread

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8 de Marzo del 2014.

LISSA WESLEY

La azafata se abrió camino a través de los pasajeros en el avión para indicarnos que debíamos abrochar nuestros cinturones, ya que estábamos a punto de aterrizar. Justin roncaba ruidosamente en mi hombro, babeando un poco, con la boca abierta. Parecía un cachorrito.

—Eh—intenté despertarlo y lo moví un poco sobre mi hombro—... Justin...

Él gruñó algo parecido a un "déjame" y volvió a acomodarse, ésta vez hundiendo su cara en mi cuello. Pasó su mano por encima de mi estómago y me apretó el pecho derecho como si fuese su osito de peluche.

— ¡Justin! —reí en voz baja, intentando no llamar la atención de los demás pasajeros, pero Jeremy y los niños me miraban del otro lado del avión con sonrisas divertidas en sus rostros.

—Abofetéalo. —dijo Jeremy en voz alta.

La azafata se acercó hacia nosotros con el ceño fruncido.

—Por favor, señorita, despiértelo. Estamos a punto de aterrizar y deben abrochar sus cin...

— ¡VEINTE AÑOS! —Justin gritó y se despertó sobresaltado, limpiando la saliva en su rostro. Lo miré y entré en un ataque de risa, mientras me inclinaba sobre su asiento para abrochar su cinturón— ¿Ya aterrizamos? —pegó su cara a la ventanilla por la cual se divisaba el Aeropuerto de Buenos Aires, Argentina. Él observó todo como un niño pequeño que nunca voló en un avión. Jeremy nos miraba con ternura, y agradecí que sólo él haya podido viajar con nosotros, ya que Pattie aún no confiaba ni me quería del todo.

Aterrizamos y Justin apretó mi mano en la suya, dándome una sonrisa. Estábamos en mi país, viajando en secreto, a escondidas del mundo —invertimos dinero en callar muchas bocas—, a punto de emprender viaje para darle a conocer mi hogar.

Y comenzó la difícil tarea de salir del aeropuerto para ir a la pista de aterrizaje. Una hora después, estábamos subidos en el helicóptero. Próxima parada: El sur de Argentina.

***

— ¿Puede decirme la dirección otra vez, Justin? —pidió el chofer.

— ¡Tutéame! —rió Justin por vigésima vez—Lissa sabe explicarlo mejor, es su casa.

—Kilómetro sesenta y seis, Carl. Verás una calle de tierra que va hacia la mano izquierda y por esa tienes que ir hasta el final. Obviamente te darás cuenta; es la única casa frente al lago.

El chofer siguió mis indicaciones, dejando que la camioneta de atrás —donde iban Jeremy y los niños— nos siga. Me recargué en el hombro de Justin, soltando un suspiro y él enrosco su mano con la mía.

— ¿Estás nerviosa? —susurró en mi oído. Asentí como respuesta y él esbozó una sonrisita consoladora—Todo saldrá bien. Ella seguirá siendo tu madre y comportándose como tal. Y respecto a mí, obviamente me amará.

Dijo eso con tanta seriedad que me hizo soltar una carcajada. Plantó un beso en mis labios, y de repente la camioneta frenó, levantando arena. Habíamos llegado y no noté eso hasta vi a aquella esbelta mujer salir como un rayo de la casa, casi cayéndose por las escaleras al bajar hasta la calle.

Apenas bajé del auto, se pegó a mí y sus brazos estrujaron todo mi cuerpo. Su cálido abrazo me reconfortó y me hizo sentir tan protegida como hace mucho no me sentía. La abracé de vuelta, soltando la respiración contenida, cerrando los ojos y dejándole saber cuando la había extrañado.

— ¡Estás enorme! ¡Mírate, Jesús, eres toda una mujer! —chilló con su familiar tono teatral y exagerado. Pero era mi madre, era mi hogar y estaba tan jodidamente feliz que incluso si me escupiera me sentiría el ser más afortunado del mundo.

Welcome To My Industry » j.bWhere stories live. Discover now