58 > It all ends

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{link de canción del capítulo final en multimedia}

Hice cinco llamadas al aeropuerto hasta obtener un vuelo. Hice dos llamadas a mi madre para contarle todo y arreglar nuestro encuentro. Tuve ganas de llorar seis veces, pero ninguna pude, porque supongo que desde que llegué a esta industria ya lloré lo suficiente.

Me costó un poco encontrar la maleta en aquella oscura azotea, pero lo logré. Y en cuanto lo hice, la arrastré hacia la habitación para dos donde solíamos dormir, solo él y yo... Sacudiendo mi cabeza y alejando la nostalgia, caminé hacia el colosal vestidor que compartíamos. Sus camisas de colores básicos hacían contraste con mis atuendos espeluznantes, atuendos que me habían obsequiado a lo largo de mi carrera.

Doblé todo lo más cuidadosamente posible mi ropa esencial. Lo que era realmente mío. Ropa normal. Todos esos lujosos vestidos, enteritos, bolsos y zapatos se quedarían donde estaban —a excepción de uno que otro par o uno que otro bolso...—. Cuando me pareció que era suficiente, cerré la maleta y me dediqué a buscar una caja grande donde todas mis pertenencias cupieran, de tal modo que podría llevar todo al aeropuerto y que me envíen una y cada una de mis cosas.

Estaba tan concentrada empacando que temo que no pensé bien lo que estaba haciendo. ¿Estaba segura de volver a mi país? ¿Volver a empezar? ¿Era una buena decisión?

Me senté en la colosal cama King Size y presione mis codos contra mis rodillas, acunando mi cara. Solté un suspiro y me dediqué a pensar con claridad las cosas. Tal vez era todo demasiado apresurado. Tal vez debería ir despacio, conversar con Justin y con Nina.

Pero luego de varios minutos mi decisión no había cambiado. De hecho, tenía todo en mente desde el momento en el que tuve esa profunda conversación con David. Consciente o inconscientemente, a partir de esa noche tenía demasiado en claro qué quería cambiar. Así que me puse de pie, me quité esa horrenda túnica blanca y me cambié por algo más decente. Vendé mi mano en la cual tenía los pinchazos del suero, lavé mi rostro y recogí mi cabello. Me puse un poco de maquillaje, lo suficiente como para que la gente pase por alto mi demacración y luego de todo eso, empecé a bajar mis pertenencias a la planta principal.

Escuché algo vibrar y pude divisar mi celular en la mesita ratona del living. Supuse que lo había dejado ahí la tarde anterior, antes de irme con Justin. Caminé para coger el aparato y vi que era una llamada entrante de él.

Creo que ya se dieron cuenta de que la habitación 115 en el hospital estaba vacía.

Dejé pasar esa llamada y me senté en el sofá, admirando la casa unos minutos más. Era una vida que no viviría nunca más, una vida de la que tendría que despedirme, porque lo que tenía pensado era retirarme de la industria, cancelar la gira, volver a mi lugar natal y comenzar todo de cero, como siempre tuvo que ser.

Cuando tomé mi móvil para llamar un taxi, caí en la realización de lo cobarde que sería irme sin dar explicaciones a la gente que quiero. Porque tal vez todo iba mal, pero en esa vida había amado como nunca y mi deber era hablar con ellos antes de irme.

El aparato vibró otra vez, recibiendo una llamada entrante de Justin como antes, así que en vez de ignorarlo, atendí.

—Justin.

— ¡¿En dónde demonios estás?! ¡¿Dónde te fuiste? ¿¿¿Estás loca??? —vociferó desesperado y supe que estaba en la autopista porque se oía un feo tráfico de fondo, con bocinas y llantas de autos.

Sonreí al oír su voz y pensé lo mucho que lo extrañaría. A él, su sonrisa, sus ataques de risa, sus juegos, sus celos, sus enojos, sus pasiones y sus mañas. Sus buenos días, sus beso de mañana y de buenas noches, la forma en la que me hacía el amor... Sus canciones, las tardes en las que lo oía tocar la guitarra, cuando me abrazaba por detrás de forma inesperada y sus profundos pensamientos en la madrugada.

Welcome To My Industry » j.bWhere stories live. Discover now