Capítulo 0. Luz y Oscuridad

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Cuando la Tierra fue creada hace ya mucho tiempo no existía alguna señal de vida, ni los humanos, ni los animales, ni siquiera las plantas e insectos se conocían, no tenían un significado aquellas palabras

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Cuando la Tierra fue creada hace ya mucho tiempo no existía alguna señal de vida, ni los humanos, ni los animales, ni siquiera las plantas e insectos se conocían, no tenían un significado aquellas palabras. El planeta se fue componiendo de grandes extensiones rocosas y rodeadas a su vez por inmensos cuerpos de agua que más tarde se conocieron como océanos, mares y los que siguen más pequeños a estos fueron los primeros lagos, lagunas y ríos.

Una terrible niebla la fue invadiendo poco a poco sin piedad y afectó a la primera forma de vida que apareció: la vegetación, a aquellos bellos colores verdosos la niebla se encargaba de tonarlos café o a veces grises y otros días negros. Como si carecieran de vida, eran almas tristes condenadas por sus raíces, no podían huir y refugiarse. La espesa capa no dejaba pasar los rayos del Sol ni de la Luna, quienes hacían su acto de presencia como era debido para otorgarle a la Tierra la noche y el día. El agua sufrió consecuencias de igual manera pues no era tan clara como solemos conocerla ahora, adoptaba los colores presentes en la vegetación.

De repente apareció ella entre el frío y la nada, tendida en una cuna de piedras, la primera de ellos que trajo consigo un nuevo reino plagado de nubes negras que en instantes había rodeado la Tierra. Hicieron aún más difícil la visibilidad, la niebla no se comparaba en nada con este ser de tinieblas. La Oscuridad estuvo rondando de arriba a abajo por las irregularidades de la Tierra, ella no era ciega, pero a pesar de llevar sus ojos muy abiertos no distinguía nada, simplemente sus ojos no cedían ante la penumbra y a su vez se sentía abrazaba por la niebla haciéndola caer en profunda soledad.

Sus demás sentidos se convirtieron en sus ojos para ayudarle a cruzar los distintos caminos que seguía sin rumbo fijo, sus pies descalzos rosaban texturas suaves y ásperas; y se herían con cada paso. Con la ayuda de sus manos podía sentir otros objetos delante, detrás e incluso a sus lados, pero también se lastimaba sus manos con cada roca puntiaguda y rama rota. Captaba diferentes olores con su olfato, pero no sabía exactamente de qué, sentía el viento frío en su rostro y pasaba por un gran pesar que le quitaba el apetito. Todo era negro, a cualquier hora, a cualquier día que transcurría sin descanso. Muchas veces se pasaba las horas sentada hablando a la nada, su voz de vez en cuando retumbaba en eco, pero nadie la escuchaba.

Y por primera vez lloró probando sus lágrimas saladas...

Luego apareció la Luz vestido de blanco, sin nubes negras y con un segundo reino. El alrededor que la Oscuridad añoró conocer desde que apareció en la Tierra se pintaba de distintos colores, disipándose en su gran mayoría la espesa niebla y dando paso a la visibilidad de los objetos existentes hace ya varios siglos y éstos a su vez adquirieron un nombre y un significado. La Oscuridad se pudo conocer a sí misma como la primera figura humana de gran belleza, las manos tan finas y delicadas, pero maltratadas. Llenas de cortadas y cicatrices.

Tenía un cuerpo delgado, usaba un largo vestido negro. Rara la apariencia de la prenda pues se podía ver que desprendía en pequeñas cantidades una especie de humo negro y de su espalda salían dos enormes protuberancias largas hechas del mismo humo.

Se encaminó hacía un arroyo bajando una pequeña colina verdosa, estaba asombrada por el líquido cristalino que corría en él. Se asomó y en él se reflejó un rostro joven, de facciones finas, ojos negros al igual que su cabello ondulado que apenas rosaba su cuello y una tez blanca. Lavó con esa agua sus manos, sus pies y su rostro, luego se puso de pie y percibió un dulce aroma. Se encontró con un campo de flores rojas, amarillas, rosas; todas parecían danzar al compás del viento que soplaba. Arrancó curiosa una, pero esta al instante se marchitó en sus manos. No entendía el porqué de ello y cerró su puño entristecida.

Con el tiempo la Luz adquirió un gran poder en su reinado y eso lastimaba a la Oscuridad, ella tenía que esconderse entre los rincones de lugares remotos donde la Luz no pudiera alcanzarla, el simple hecho de que un rayo la tocara quemaba su cuerpo. No tenía opción más que esconderse de nuevo en su mundo de tinieblas. Se sentía otra vez sola y muy triste al ver como con el transcurso de los días la Luz era más poderosa querida.

El corazón de la Oscuridad se llenó de ira y juraba que por cada lágrima que derramaba no se rendiría y se vengaría de algún modo de la Luz. En las siguientes tres centurias los seres vivos fueron apareciendo, comenzaron con una figura tosca, pero poco a poco cambiaban de aspecto adaptándose a la vida en la Tierra y un abrir y cerrar de ojos estaba siendo habitada por miles de ellos. Eso le proporcionó ventaja a la Oscuridad para convertirlos en seres de tinieblas y prepararse para enfrentarse a la Luz dando lugar a una guerra que parecía no tener fin.

Y así transcurriendo días, meses, años y hasta siglos con la maldición de la Oscuridad presente...


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CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora