Capítulo XX. [II]

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Aixa fue la primera en levantarse

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Aixa fue la primera en levantarse. Amaneció en todo Nurtonal. Apartó la maleza y sintió las gotas del rocío en su piel. Hizo una nueva fogata para calentar el agua y cocinar otros pescados.

Eileen sintió un olor particular picar su nariz y se puso de pie. Estaba muy adolorida.

―Bueno días ―dijo bostezando.

― ¿Qué tal dormiste?

―No muy bien ―se quejó―. Sigo teniendo esos sueños raros. Ahora que lo pienso todos van teniendo una extraña conexión.

― ¿Una extraña conexión?

Eileen dio un sorbo al agua y le explicó que sus últimos sueños eran sobre un lugar muy parecido a Nurtonal, todo el sendero era tenebroso y al llegar se alzaba la estatua de una mujer muy bella, pero con una expresión de dolor en su rostro. Tenía enredaderas a su alrededor y algo de moho.

Sentía que cada vez que estaba cerca de la estatua esta le llama tratando de decirle algo. Luego estaba en ese lugar de aspecto rojizo acompañada de una mujer con una larga cabellera negra, tez pálida. Un vestido largo negro y alas como su fueran de humo.

Luego aparecía una chica con ojos rojizos que siempre la estaba persiguiendo. Se le enchinaba la piel de tan solo recordarlo.

―Si eso es muy extraño... ―dijo Aixa terminando de comer su pescado―. Pero dejemos la conversación para después. Tenemos una misión que cumplir.

Apagaron el fuego y recogieron sus cosas. La Sely abrió la tapa de su brújula para poder dar con una de las rutas. Evitaron a toda costa caminos fangosos y rocosos. Los ruidos de los animales las ponían nerviosa y estaban preparadas con sus respectivas armas por si era necesario. Salieron de unos arbustos y la ruta elegida por Aixa era un sendero que subía por una montaña.

―Al otro lado debe estar el área donde está oculto el objeto―miró a Eileen―. ' ¿Estás bien?

―Sí, solo que recordé mi ciudad. Tiene paisajes similares a este así que no será problema para mi subir.

―Entonces adelante su majestad un objeto extraño nos espera del otro lado o solo espero que sea el objeto y no otra cosa extraña.

El sol del mediodía quemaba con todo su esplendor y estaban comenzando a deshidratarse. Llevaban un buen tramo avanzado a pocos metros de llegar a la cima de la primera montaña. Una vez en la punta Eileen pudo conocer la vista área del reino de Sely, como estaba rodeaba de árboles y sus extensiones. También se alzaba imponente la estatua de la diosa Selene.

―Qué bonito.

―Lo sé, nunca había subido tan alto y menos por aquí. Por lo general no nos dejan entrar, pero fueron meses de preparación los suficientes como para hacer seguro el sitio.

―Como lo dijo la diosa Selene hay ninfas por todos lados.

―Así es, ellas respetan a la diosa porque ha procurado mantener a salvo su hábitat. Hace mucho calor Eileen no podemos quedarnos tanto tiempo aquí arriba.

Siguieron la accidentada cordillera, las piernas de la sucesora temblaban a medida que aumentaba la altura. Tuvo que subir a gatas.

―Eileen, ¿Te sientes bien?

―Sí, bueno acabo de recordar que las alturas no son lo mío.

―Tranquila falta poco para cruzar toda la cordillera y descender...

―Sí, ya voy...

Sus manos terminaron con algunas cortadas y espinas. El camino se estaba haciendo angosto provocando que la sangre de Eileen disminuyera y empezará a marearse. Aixa le dio la mano guiándola con cuidado, la vista hacia abajo tampoco era muy agradable, pues había grandes picos de piedra que aseguraban la muerte si llegaban a caer en la altura que estaban.

Lograron descender con éxito y Eileen sacó el pergamino para revisar detalles de la ruta.

―Nos tomó más tiempo de lo que pensé ―dijo Aixa señalando con su dedo a posición actual de ambas.

―Lo siento, me congelé allá arriba.

―No es tu culpa ―la miró a los ojos―. Estos lugares son más grandes de que lo que parecen. Sigamos tiene que haber otro río que nos puede ayudar a orientarnos. Ven es por aquí.

El sol avanzaba rápidamente y proyectaba diferentes sombras a lo largo del día, los arboles ayudaban a aclimatar el lugar y a pesar de la humedad no se sentían tan casadas. Eileen comentó como era su vida en Eirthan antes de conocer a Aurán y como era ahora que tenía que ser coronada como la nueva diosa, pero había muchas dudas que rondaban en su mente.

―Por lo veo aún no te cuentan bien cómo estás las cosas ¿Verdad?

― ¿Cómo qué?

―No me corresponde. Y es mejor que hables de frente con la diosa Aurán.

Acarrearon agua del río para calentar y poder hidratarse, había fruta comestible y Aixa seguía explicando las propiedades de dicha fruta y tenía un color magenta el cual Eileen no podía dejar de ver. Dio una mordida y su lengua se quedó con un sabor suave y dulce. No pudo parar de comerla, se la acabó y de paso comió otras dos. Aixa también aprovechaba para comer y saciar su apetito.

Más adelante del río había una gran pared de piedra con enredaderas las cuales sirvieron para escalarlo, pero Eileen se cortó la mano con una de las espinas de la enredadera.

Gotas de sangre cayeron en esa pared de piedad y sintieron una sensación extraña.

― ¿Estás bien?

―Sí, solo me corté...

Estuvieron en la cima analizando el panorama y no había nadie más. Ninguno de los equipos era visible a los lejos.

 Ninguno de los equipos era visible a los lejos

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