Capítulo XV. [II]

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Eileen corrió por todos lados buscando al chico de ojos azules

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Eileen corrió por todos lados buscando al chico de ojos azules. Cruzó el sendero de piedras, los árboles frondosos y ahí estaba él mirado con dulzura la estatua de Aurán. No quería interrumpirlo, se quedó observando unos momentos y se acercó a él con una gran sonrisa en su rostro. Él concluyó sin problema que había hecho alguna travesura y estaba dispuesto a saber que era.

― ¿Qué hiciste Eileen? ―preguntó alzando una ceja y cruzándose de brazos.

―Algo muy bueno...

Le hizo señas para que se agachara y ella relató la amena platica que había tenido con Ingrid. Eril la miró sorprendido. No podía creer en sus palabras, pero ella le juraba por el ángel que todo lo que estaba diciendo era verdad. Eril la tomó entre sus brazos y le empezó a dar vueltas por el aire. Sonrisa se borró al instante.

―Eso es imposible ―declaró Eril agachando la cabeza ―Yo pasé tantos años intentado y ... tú solo llegas y la convences ¿Qué clase de magia usas?

―Entonces ¿Lo intentarás?

Es lo que deseaba hacer con toda su alma, pero en el fondo no estaba muy seguro si las cosas resultarían y su inseguridad se le notaba en cada poro de su piel. Negó con la cabeza y trató de centrar sus ideas. Después de tantos años tal vez haya una pequeña oportunidad, nadie se había atrevido a tocar aquel tema en Cyelity. La misión número uno de los guardianes y dioses siempre ha sido mantener el equilibrio, así que esas ideas de amar y formar familias no eran muy comunes. Salvo algunos que se daban esa oportunidad, pero pagaban ciertas consecuencias. Sabía de varios guardianes de los dioses pasados, pero no fue muy cercano a ellos solo de Lee una antigua guardiana de Aurán cuya familia se estableció en Eirthan. Sin embargo, ellos no eran seres mágicos como tal y por ende no eran seres longevos, pero eso permite conocer generación tras generación en su familia hasta llegar a su tataranieta Crystal que también se hizo guardiana de la actual diosa.

Recordó el día en que Aurán tenía de escoger a sus guardianes con tan solo veintiún años; él estuvo ahí aconsejándola en todo lo que estaba a su alcance hasta que él mismo se ofreció a ser su guardián cosa que no hizo ni con la diosa Caelestis ni con el dios Martin. Aurán no estaba muy segura de aceptar su oferta por ser el fiel ayudante de la madre de los dioses, pero a Ingrid se le hizo prudente la decisión de él sin saber en ese entonces de sus verdaderos sentimientos. Azula y él fueron sus primeros guardianes y con el paso de unos años llegaron Urso y Lee.

CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Where stories live. Discover now