CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]

Capítulo XII. [II]

―Entendido ―dijo empezando su marcha por los escalones.

Un rugido interrumpió todo movimiento. Vieron que surcaba los cielos otro dragón negro.

― ¡No puede ser! Cada vez son más grandes ―dijo Chandra.

―Fueron robados al dios Dragón. Nos envió un mensaje a cada uno de los dioses sobre un ataque que lo dejó solo con los dragones más jóvenes y se llevó a los expertos en batalla ―dijo Selene―. Esto no puede ser bueno ya nos vio.

El dragón extendió sus alas y descendió a gran velocidad.

― ¡Atrás maldita bestia! ―gritó Selene inclinándose un poco y con la ayuda de sus manos hizo que el agua empezara a levantarse formando un dragón de agua―. ¡No se detengan yo les daré tiempo!

Lanzó su dragón directo al otro. Este por su parte abrió muy grande su boca expulsando una llamarada negra que impactó con el dragón de la diosa y generó una gran explosión.

― ¡Eileen! ―gritó una voz en tierra que se le hizo familiar.

Selene volvió a soplar una ráfaga para esparcir el humo que se generó y la pequeña pudo ver quien la llamaba.

― ¡Eril! ―gritó feliz de verlo.

― ¿Los guardianes? ―se preguntó la diosa Selene―. ¡Han llegado justo a tiempo! ¡Tenemos que tumbar a ese dragón!

Eril y Azula asintieron y aparecieron sus alas. El guardián fue el primero en ascender. Azula lo siguió preparando tres flechas. En cambio, la diosa Selene hizo un camino de hielo para poder llegar al dragón.

―Vamos no hay que detenernos ―las alentó Chandra.

Eril esquivó los ataques del dragón dando algunas piruetas en el aire. Azula se detuvo apuntando hacían el cuello. Cerró un ojo y calculó su disparo. Espero un poco y soltó la cuerda dejando que las tres flechas viajaran directas a él dando con éxito. El dragón emitió un gran rugido de dolor.

―No hemos acabado ―dijo Eril y voló muy alto―. ¡No permitiré que le hagas daño a Eileen!

Se dejó caer a gran velocidad directo al lomo empuñando sus espadas lo más profundo que pudo.