Capítulo XVIII. [I]

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Pasaron un par de semanas que sirvieron de descanso para la futura diosa

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Pasaron un par de semanas que sirvieron de descanso para la futura diosa. Le dolía todo el cuerpo y a pesar de que había mejorado bastante en ese tiempo aún le faltaba por aprender. Reservaba a su familia ese gran secreto y si bien no terminaba de comprenderlo del todo. Desde aquel sueño con los ojos rojos no se había rendido con los entrenamientos. Como si una parte de su ser le dijera que tenía que ser fuerte para algo o alguien en especial. Alguien que estaba muy cerca de ella.

Una noche Eileen despertó exaltada. Era apenas media noche y se sentía rendida porque hace ya tiempo que no despertaba a esa hora. Se puso de pie con cuidado para no despertar a su madre y como de costumbre bajó a la sala a ver un poco de tele. En su trayecto se puso a observar los pequeños preparativos que había en la sala porque justo ese 22 de julio era su cumpleaños número trece.

Su madre le prepararía un pastel de chocolate y asistiría algunos compañeros de la primaria a pasar su cumpleaños. Gaeni seguía de viaje con sus padres y sería la primera vez que no estaría presente en su celebración. Llevaba tiempo que no veía a Aurán o a los demás y deseaba que ellos estuvieran celebrando con ella, pero resultaba imposible la presencia de seres alados conviviendo como si nada en un cumpleaños. Además, tendría que explicarle a su madre de donde había sacado semejantes amigos de cabello blanco, azul, o incluso gris. Suspiró y se sentó en el sillón alrededor de una hora. Jugó con su cabello y se dio cuenta que había crecido un poco.

Recordó el día cuando conoció a Aurán. Era con una noche similar a esa con el viento golpeando su ventana, la luz de la Luna entrando por las pequeñas fisuras que encontraba solo que esa ocasión no se fue la luz. Unos minutos después se quedó dormida acurrucada en la esquina del sillón.

―Eileen ―dijeron y ella abrió los ojos.

Se puso de pie y rayos de luz entraban por las ventanas pintando el ambiente de rojizo. No había nadie más en la sala. Solo estaba ella y una extraña presión en su cuerpo. Caminó con cuidado y se asomó por el ventanal topándose con una enorme Luna roja como la sangre. Retrocedió asustada, la Luna parecía descender poco a poco y en tan solo instantes destruiría todo a su paso.

CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Where stories live. Discover now