Capítulo XXII. [V]

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Aurán cayó desmayada

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Aurán cayó desmayada. Alertó a Eileen quien empezó a dar de gritos asustada. Eril entró a la habitación y asistió a su amada. No tenía ninguna herida que pudiera causarle tal estrago, más bien era el cansancio y la tristeza lo que la había vencido. La llevó a su habitación y la cuidó hasta que estuviera mejor diciéndole a Eileen que todo estaría bien. Demasiadas emociones en dos días eran suficientes para tener a todos mal y más cuando no había señales de la persona o tal vez personas que ayudaron a la diosa de Nyxla a cometer tal crimen.

Las deidades buscaron por todos lados. Usaron a sus mejores hombres para rastrear a los involucrados, pero seguían sin tener resultados.

Los días trascurrían llevándose poco a poco el trago amargo se vivió durante la prueba de Selyn. Sin embargo, las muertes de Nyn y Artemis permanecían presentes en la mente de Eileen junto con el estado en el que permanecía Aixa entre la vida y la muerte. También estaba destrozada porque Aurán se había encerrado en una esfera de depresión luego de hablar con Artemis por última vez. Ni siquiera Eril podía hacer nada. Pero permanecía a su lado cuidándola. Demostrándole todo el cariño y amor que le tenía y con eso al menos ella estaba estable de rato.

El año nuevo llegó en Eirthan y era la primera vez que Eileen no lo disfrutaba en lo absoluto. Veía su familia y no podía creer que entre ellos podría estar cenando Nyxlux. No obstante, ella estaba en Nyxla sufriendo.

Dejó su plato de lado y se tiró en la cama. Lloró todo lo que pudo y se quedó dormida. Llamó la atención de su familia. Pensaron que era las etapas de crecimiento de los niños que se están encontrados a ellos mismos y no le dieron mayor importancia.

Al cabo de dos semanas de la prueba de Selyn, Eileen regresó a Cyelity a seguir entrenando con la frente en alto. No iba a permitir que su hermana gemela siguiera causando más problemas.

Los guardianes impartieron sus respectivos entrenamientos. Aurán observaba todo desde una torre del castillo. Su cara estaba llena de ojeras y estaba más pálida de lo normal. Eril la sorprendía cada día con un arreglo florar distinto o algún otro objeto hermoso traído desde Eirthan para sacarle una sonrisa de su rostro.

Ella se fundía en sus brazos y calmaba su agonía.

― ¿Ca..? ¿Qué? ―preguntó Eril sonrojado.

―Casarse ¿No sabes lo que eso? ―insistió Crystal.

―Por supuesto que lo sé ―cruzó sus brazos y evadió su mirada―. Pero no creo que Aurán quiera desviar su atención en eso. Ha estado muy mal y muy preocupada por todo.

― ¡Es por eso mismo que te digo que se lo pidas! ―alzó la voz asustando al guardián―. Tú más que nadie has estado ahí. Desde que ella llegó ha sido su más grande pilar. Nada la haría más feliz que pasar el resto de sus días a tu lado como tu esposa.

― ¿A quién se le ocurrió la idea? ―alzó una ceja―. ¿A Eileen o a ti?

Rio nerviosa y levando dos dedos. Eril suspiró y se puso de pie observando el gran jardín y en especial la estatua de Aurán.

―Muy bien. Lo haré ¿Qué tengo que hacer?

Crystal saltó emocionada y lo abrazó. Fueron de inmediato a Eirthan e invitaron a Eileen para ayudarle a elegir el mejor anillo de compromiso y una ropa más decente para pedirle matrimonio a la diosa de Cyelity. El primer vendedor le preparó en una caja de terciopelo un anillo con bellos detalles y una gran joya adornando el centro y el segundo le ayudó a elegir una camisa blanca y pantalón negro. Crystal pagó todo son problema algo y estaban sentados en una banca del Jardín Reforma.

― ¿Qué sigue?

―El siguiente paso son rosas. Y ya sabemos quién es la experta en ese tema ―guiñó el ojo.

Volvieron y le pidieron ayuda a la chica de cabellos azules. Sin problema fabricó uno deseándole suerte a su hermano en su misión. Una vez preparado cruzó el largo pasillo y se paró nervioso afuera de la puerta de la diosa.

Todos los guardianes incluyendo a Oráculo estaba en una torre vigilando. Podía ver desde ahí la habitación de la diosa y como esta estaba en el balcón con una mirada caída. Las mujeres por supuesto estaban emocionadas y nunca habían visto de esa manera a la fría y ruda Elina. En cambio, Jack se hacía el indiferente, pero en el fondo también estaba emocionado por lo que iba a ocurrir. Oráculo miraba serio y esbozo una sonrisa de lado.

Eril entró sorprendiéndola.

― ¿Eril? ¿Por qué estás así vestido?

―Bueno... yo... ―estaba muy nervioso―. Quería hablar contigo.

― ¿Sobre qué?

Camino hacia ella temblando y se hincó estirando el ramo de rosas.

―Son para ti.

Aurán agradeció tomándola las rosas. Las acercó a su nariz para captar su aroma cuando chocó con algo sólido. Esculcó entre ellas encontrando la cajita de terciopelo azul.

― ¿Qué es esto? ―se preguntó dejando las rosas en una mesa y abriendo con cuidado aquel objeto―. Esto es...

― Aurán Elaine ¿Deseas casarte conmigo?

― ¡¿Qué?! ―palideció―. ¿Cómo se te pudo ocurrir...? Yo...

Se puso de pie y la obligó a mirarlo―. ¿Qué tiene de malo mi petición? Solo quiero que seas mi esposa y ser felices los dos.

―Yo...

―Solo tienes que decir que si...

Aurán sonrió entre lágrimas―. Sí Eril. Acepto casarme contigo...

 Acepto casarme contigo

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CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora