3.- Mi renacer

1.2K 77 1
                                    

POV. Dakota

Oigo una especie de zumbido que marca un ritmo constante dentro de esta inmensa oscuridad. Suena como si fueran latidos de corazón acelerados. Y no sé el motivo, pero escuchar ese sonido hace que sean los latidos de mi corazón los que se aceleren. Me siento viva. Empiezo a vislumbrar una claridad que antes no existía e intento abrir los ojos, pero no puedo. Al son del zumbido se le ha unido un bombeo de aire y en la lejanía empiezo a escuchar un pitido. La sinfonía de sonidos se va intensificando a medida que mis ojos hacen un último esfuerzo por ver la luz. Logro abrirlos lentamente pero me veo obligada a cerrarlos de nuevo, me escuecen. Intento mover el cuello a ambos lados y con dificultad y algo de lentitud logro que obedezca mis ordenes. Abro los ojos de nuevo y lo que me encuentro me sorprende y me asusta.

Estoy en un habitación de hospital. No sé qué ha pasado ni como he llegado aquí. Estoy desnuda, rodeada de maquinas y llena de cables. Me duele el cuerpo entero. Sentado, sujetando mi mano derecha, hay un chico de pelo cobrizo con un pijama de hospital y una pierna escayolada sobre una silla. Le doy un leve apretón y se despierta al momento. Tiene la cara demacrada y sus ojos grises me miran como si acabase de encontrar el mayor tesoro del mundo. Intento quitarme la mascarilla torpemente y él me ayuda.

- Dakota... gracias a Dios... por fin... - balbucea.

Y sin más, se lanza sobre mí y empieza a besar mis manos y mi cara. Me pilla completamente desprevenida y me aparto algo angustiada. ¿A qué ha venido eso?

- Dakota, ¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras? - dice.

¿Da... kota? No entiendo nada.

- Dakota cariño ¿Estás bien? - repite él mirándome intensamente - Dakota ¿Puedes oírme?

No sé qué contestar ¿Estoy bien? ¡Si no sé ni qué hago aquí!

- Di algo, por favor... - suena angustiado.

- Hola - contesto al fin con un graznido. Es lo único que se me ocurre.

- ...hola... - responde él enseñándome sus dientes.

Y justo cuando una enfermera está entrando por la puerta de la habitación me atrevo a preguntarle.

- ¿Quién eres?

- Buenos días Dakota, soy la enfermera Joy Philips ¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras?

Miro al chico en busca de respuesta pero parece estar en otra galaxia. ¿Qué pasa aquí...? Y veo que la enfermera tampoco está por la labor de decirme nada. Esta broma cada vez me gusta menos. Echo una mirada a la ventana y veo que fuera, en la calle, está lloviendo. Parece tan real que podría sacar la mano y tocar el agua. Pero no puede ser cierto, tiene que ser un sueño.

- Yo... ¿Qué ha...? No sé qué... - balbuceo incoherentemente, cada vez más asustada y sin saber qué decir.

Se oyen unos toques en la puerta de la habitación y ésta se abre dando paso a una sonriente mujer. Se me eriza el bello y mi incomodidad es cada vez más palpable.

- Hola Dakota. Qué alegría poder verte despierta. Soy tu doctora, Jean Martins. ¿Sabes dónde te encuentras? ¿Te sientes bien? ¿Tienes mareos o nauseas?

El bombardeo de preguntas de todo el mundo me está saturando; y más cuando las que yo formulo ni siquiera son contestadas. Tengo que salir de aquí.

- No... esto... esto no es real, no... no está pasando... no... - entre muecas de dolor, me revuelvo en la cama intentando salir.

Para ser un sueño, no sé la lluvia, pero el dolor es real e intenso.

- Tranquila Dakota. Estás en el hospital... - dice la Dra. Martins con una gran sonrisa. Pero la interrumpo.

- No, no, no... - Las lagrimas empiezan a brotar sin control por mi cara y tiro de mis vías con fuerza perdido ya todo autocontrol - Quiero irme de aquí... esto no es real...

La enfermera Philips, la Dra. Martins y el chico me sujetan, pero me revuelvo como un animal salvaje. Me están haciendo daño y no puedo evitar gemir de dolor. Pero ¿Qué pasa aquí? ¡Joder!.

- ¡NO! ¡BASTA! ¡SOLTADME! - chillo.

- Dakota por favor, tranquilízate... Vamos, cariño... estamos aquí para ayudarte... - dice el chico.

¿¡Que me tranquilice!? ¿¡Cariño!?

- Tienes que tranquilizarte ¿de acuerdo? Tendremos que sedarte si no lo haces - me amenaza la Dra. Martins, olvidada ya toda sonrisa - Aquí estás en buenas manos. Procura respirar con normalidad.

No, no va a haber sedante que me detenga. El corazón me va a mil y creo que se me va a salir del pecho en cualquier momento. Pero envalentonada me intento poner de pie nuevamente.

- Hay que sedarla - concluye la doctora - ¡Ya!

Apenas tengo fuerzas para seguir con mi lucha y menos ahora que tres personas me mantienen sujeta. Así que antes de que me de cuenta tengo un sedante entrando por la vía intravenosa que no he logrado arrancarme. Aunque mi débil cuerpo sigue forcejeando empiezo a notar los efectos del sedante. Y me da miedo cerrar los ojos porque temo lo que pueda encontrarme cuando los vuelva a abrir. Me sorprende la mirada de pánico del chico, que no me quita la vista, mientras mis ojos todavía llorosos se van cerrando por completo.

- ...

- Estaba muy alterada, no sé qué le pasaba... - oigo hablar al chico de ojos grises.

- Habéis sufrido mucho, es normal que no sepa ni cómo comportarse... - le contesta una mujer.

¿Sufrido?

- La doctora dijo que podía ser estrés post traumático - responde él.

¿Estrés post traumático? ¿Eso es lo que yo tengo?

- Seguro que sí, Jamie. Pronto volverá a ser mi pequeña... nuestra pequeña.

Otro hombre se une a la conversación y yo intento hablar también, pero no me sale la voz.

- Eso espero, sí... - contesta el chico. Creo que su nombre es Jamie.

- Ahora es cuando más nos va a necesitar, después de lo que ha pasado... - dice ella.

- ¿Y qué se supone que ha pasado? - pregunto mientras abro los ojos.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Unikornio

Nuestra propia película (Jamie y Dakota) | #Wattys2016Where stories live. Discover now