36.- Para, por favor

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POV Jamie

Estoy en el gimnasio de casa haciendo los ejercicios de rehabilitación que me mandó mi médico y dejo que mi mente viaje atrás en el tiempo a estos últimos días. Han pasado unas semanas desde que vinimos a España y la relación entre Dakota y yo no podría ir mejor. Está muy habladora y preguntona, me recuerda a cuando éramos niños y no paraba de hacer preguntas constantemente; pero no me importa responder a ninguna de ellas. Si quiero que lo nuestro funcione y volvamos a ser los mismos de antes, no podemos tener secretos. Y aunque todavía ninguno de los dos hemos hablado de lo que pasó, sé que pronto ambos estaremos preparados para escuchar lo que el otro tiene que decir.

No hemos salido de la finca en todo el tiempo que llevamos aquí, es lo suficientemente grande como para estar entretenidos y distraídos día y noche. Las mañanas las solemos pasar tomando el sol en nuestra pequeña cala y por las tardes paseamos tranquilamente, vamos a ver los caballos o simplemente nos sentamos a hablar en el jardín. Es como volver a estar en nuestra burbuja y creo que la sonrisa de tonto que llevo dibujada en mi rostro desde que llegamos, sólo ha desaparecido con la visita de la médico que atenderá el parto de Dakota. Está en constante contacto con la Doctora Martins en Los Ángeles y al parecer el bebé está bien y crece sano, pero les preocupa que la bolsa amniótica pueda desgarrarse debido a las heridas internas. Por suerte, ha pasado tiempo desde aquello y están prácticamente curadas por completo y ambas doctoras creen que no habrá ningún problema. Así que intento relajarme y pensar en positivo siguiendo con los ejercicios de rehabilitación. Alzo la cabeza y al hacerlo paro lo que estoy haciendo y clavo mi mirada en el espejo que tengo enfrente.

POV Dakota

Estoy a la sombra de un gran sauce en el jardín, acurrucada en una silla de mimbre y leyendo un libro mientras Jamie hace sus ejercicios en el gimnasio.

- "Pero suce... suce... sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a tra... través de arenas, de rocas y de nie... nie... nieveees, descubrió al fin una ruta." - leo.

Hacerlo en voz alta me ayuda a leer las palabras y me facilita la lectura. Pero creo que por hoy ya he leído suficiente, empiezo a equivocarme demasiado y eso es señal de que estoy cansada. Me levanto despacio y miro el mar frente a mis ojos. Sonrío como una idiota porque la puesta de sol que amenaza con empezar a asomar promete ser preciosa; igual que lo han sido todas hasta hoy. Dentro de casa voy hasta el gimnasio en busca de Jamie. Está de espaldas a mí, lleva una camiseta sin mangas y unos pantalones cortos deportivos y mueve su pierna derecha con la mirada fija en el suelo. Le observo reflejado en el espejo y en silencio desde la puerta. Y una vez más, como si notase mi presencia, levanta la vista hacia el espejo y clava sus ojos grises en mí reflejo. Yo sólo me sonrojo y siento que me hago pequeñita.

- Hola - le susurro.

- Hola - responde con una media sonrisa.

Se da la vuelta para que estemos cara a cara.

- ¿Te apetece ver la puesta de sol? - le digo tímida, apartando la mirada.

¡Oh, vamos Dakota! Has visto todas las puestas de sol con él desde que viniste a España. ¿Por qué te avergüenzas ahora...?. Esperando que la tierra me trague en este preciso momento, voy a decirle que puede declinar la oferta pero me interrumpe

- Claro. Me encantaría - dice feliz.

Se pone en pie, agarra una botella de agua y le da un trago.

- Estoy un poco sudado... - dice disculpándose.

- Por mí, no te preocupes... - le digo.

Nuestra propia película (Jamie y Dakota) | #Wattys2016Where stories live. Discover now