72.Funeral.[1/2].

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Draco Malfoy.

No te voy a mentir, tu ausencia me aplasta como no tienes idea y es ahora cuando te siento más lejos, ¿Estarás pensando en mi?.

_______ Stone.

La brisa, aquella vieja amiga, el lago estaba sin vida, todo el lugar parecía estar lamentando la muerte de Dumbledore, nisiquiera Pevees parecía estar de humor, los pasillos vacíos y las paredes y recuadros en silencio.

Las clases se habían cancelado y los exámenes se habían pospuesto, Hogsmeade estaba hasta la punta de lleno, todos querían acompañar en su último momento a Dumbledore, Del cielo bajaron carruajes azules del tamaño de casas y poco a poco se iba llenando el lugar de personas cercanas a él.

Me había levantado muy temprano por la mañana para meter todo en mi baúl; el Expreso de Hogwarts partiría una hora después del funeral.

Escaleras abajo el humor permanecía apagado en el Gran Comedor. Todo el mundo vestía sus túnicas de gala y nadie parecía muy hambriento. La profesora McGonagall había dejado la silla en el medio de la mesa alta, que parecía un trono, vacía. La silla de Hagrid también estaba vacía:seguramente no habría sido capaz de enfrentarse al desayuno, Hagrid siempre había sido muy cercano a Dumbledore y ahora que ya no estaba sería el doble de horrible si se torturase viendo su puesto vacio; pero el sitio de Snape había sido ocupado sin ceremonias por Rufus Scrimgeour.

Entre el séquito de Scrimgeour, ubique el pelo rojo y las gafas con montura de Percy Weasley.

Ron no dio señal de haber avistado a Percy, aparte de cortar trozos de arenque con una inusual malevolencia.

En la mesa de Slytherin, Crabbe y Goyle estaban hablando entre dientes. Aunque eran muchachos descomunales, parecían extrañamente solos sin la alta y pálida figura de Malfoy entre ellos, mandando y ordenando.

Malfoy... no le había
dedicado a Malfoy muchos pensamientos. Toda su animosidad era para Snape, pero no había olvidado el miedo en su voz en lo alto de aquella torre, ni el hecho de que parecía haber bajado su varita antes de que los otros Mortífagos y yo llegaramos.

Ciertamente yo no creía que Malfoy hubiera matado a Dumbledore. Todavía despreciaba a Malfoy por haber estado de parte de Vomdemort al final, pero ahora una pequeñísima cantidad de pena se mezclaba con mi desagrado, tal vez tenía una razón para hacerlo.

¿Dónde, me preguntaba, estaba Malfoy ahora, y qué era lo que Voldemort le obligaba a hacer bajo la amenaza de tal vez matarlos a él, y a sus padres?

Mis pensamientos de fueron interrumpidos por la voz de alguien.

La profesora McGonagall se
había levantado y el murmullo de profunda tristeza del Comedor desapareció al instante.
-Es casi la hora- dijo-Por favor, sigan a sus Jefes de sus casas afuera, a los terrenos. Gryffindors, conmigo.

Se alinearon detrás de sus bancos casi en silencio. Slughorn encabezaba la fila de
Slytherins, vistiendo una túnica magnífica verde esmeralda, bordada con plata. Nunca había visto a la profesora Sprout, Jefa de la casa Hufflepuff, tan limpia; no había ni un simple parche en su sombrero, y cuando llegaron al Hall de entrada, encontraron a Madam Pince de pie, al lado de Filch, ella con un amplio velo negro que caía hasta sus
rodillas, y él en un antiguo traje negro y con corbata apestando a naftalina.

Se estaban dirigiendo, hacia el lago. La calidez del sol acariciaba nuestras caras mientras seguíamos a la profesora McGonagall en silencio hacia el lugar donde cientos de sillas habían sido colocadas en filas.

Un altar se aproximaba en el centro de ellas: había una mesa de mármol al frente, con todas las sillas encarándola. Era el más precioso de los días de verano.

Un extraordinario surtido de gente ya había cubierto la mitad de las sillas: gastados y elegantes, viejos y jóvenes. A la mayoría no los conocía, pero había algunos que sí, incluyendo a los miembros de la Orden del Fénix: Kingsley, Shacklebolt, Ojoloco Moody, Tonks, cuyo pelo había vuelto milagrosamente a un vívido rosa, Remus Lupin, con el que parecía estar de la mano; los señores Weasley, Bill ayudado por Fleur, seguidos de Fred y George quienes en cuando me vieron señalaron una silla enmedio de los dos vacía, vestían cazadoras de piel de dragón negras. Luego estaba Madam Maxime, que ocupaba dos sillas y media ella sola; Tom, el dueño del Caldero Chorreante; Arabella Figg, la vecina squib de Harry; el peludo mago que tocaba el bajo en las Brujas de Macbeth; Ernie Prank, el conductor del autobús noctámbulo; Madam Malkin, de la tienda de túnicas del Callejón Diagon; y alguna gente a la que conocía de vista, como el camarero de Cabeza de Puerco,
y la bruja que empujaba el carrito en el Expresso de Hogwarts. Los fantasmas del castillo también estaban allí, apenas visibles a la brillante luz del Sol, discernibles sólo cuando se movían, insustancialmente relucientes en el espléndido
cielo.

Camine en silencio hacia la silla vacía en donde me esperaban Fred y George, los dos me sonrieron en una mueca exactamente igual.

Los mire de la misma manera, me abrazaron y después de un momento de silencio, la plática comenzó a fluir, los dos estaban igual de tristes.

Hasta un poco más.

-Siempre pensé que era un viejo loco- Dijo Fred sonriendo.

-Ya lo creo, pero que sabio era tambien.

Asenti con una sonrisa.

Realmente Dumbledore era un enigma.

Pero entonces se escuchó una música, extraña, música como de otro mundo, y olvide todo, buscando a mi alrededor lo que la emitía. No fui la única: muchas cabezas incluidas las de Fred y George estaban giradas, buscando, un poco alarmadas.

-Allí-susurre a los gemelos.

Y los vimos en el agua, su verde clara iluminada por la luz del Sol, milímetros por debajo de la superficie, un coro de gente del agua cantando en una lengua extraña que él nadie entendía, con sus pálidas caras ondulando, y sus cabellos violetas vagando a su alrededor. La música hizo que los pelos de la nuca de se me erizaran y sin embargo no era desagradable. Hablaba claramente de pérdida y desesperanza. Mientras
miraba hacia las salvajes caras de los cantantes tuve el sentimiento de que ellos, al menos, sentían la muerte de Dumbledore.

Hagrid caminaba lentamente hacia el altar entre las sillas. Estaba llorando silenciosamente, su cara llena de lágrimas, y
en sus brazos, envuelto en terciopelo púrpura salpicado por estrellas doradas, estaba el
cuerpo de Dumbledore. Un duro dolor se desató en mi garganta viendo esto: por un momento, la extraña música y el saber que el cuerpo de Dumbledore estaba tan cerca parecieron robar toda la calidez del día. Ron estaba
blanco e impactado. Las lágrimas caían gordas y rápidas en los regazos de Ginny, Hermione y yo.
No podía ver claramente lo que estaba ocurriendo delante. Hagrid parecía haber situado el cuerpo cuidadosamente
encima de la mesa. Ahora volvía a bajar del altar, sonando su nariz con ruidos como de trompeta que arrancaron
miradas escandalizadas de algunos, incluida, Dolores Umbridge.... Hagrid continuo su camino hacia una silla vacía alado de su gigantesco Hermano.

Obligada. (Draco Malfoy) [Libro#1] °En Edición°.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin