| 029 | Zac Efron

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[1996]

— Maggie, cariño, es hora de irnos.— la voz de mi mamá me hace soltar la cubeta que había llenado con arena y dejarla en su lugar, yo amaba este parque, podía jugar con toda la arena que quisiera, además de que podía subir a todos los juegos.

Sacudía la arena de mi ropa cuando noté algo volando levemente por la arena, no pude evitarlo, sé que mi mamá dice que no tome cosas que no son mías pero esto lucía como un pedazo de papel y yo tenía mucha curiosidad. Cuando el viento dejo de hacer que se elevara y cayera en el piso yo fui a recogerlo.

Era una fotografía, con un niño, él no notaba que le tomaban una foto porque lucia muy concentrado construyendo algo con la arena.

— Maggie, te dije que era hora de irnos, cariño.— mi mamá aparece detrás mío y me observa — ¿Qué es eso, cielo?

— Una fotografía.— se la enseño y ella la toma entre sus manos, la mira por unos segundos y después voltea en varias direcciones.

— Parece tomada aquí en el parque. Alguien debió haberla perdido.

— ¿Puedo quedármela?

— ¿Porque quieres la fotografía, Maggie?

— No lo sé, él está construyendo cosas en la arena, eso me gusta. Puedo guardarla en mi caja de cosas.— mi mamá sonríe y asiente mientras me entrega de nuevo la fotografía.

— Esta bien, cariño. Ahora vamos a casa.— tomo su mano y no puedo esperar a llegar a casa para poder guardarla en mi pequeña caja de cosas.

[2016]

— ¿Dónde pongo esto, Mags? — escucho la voz de Zack a mis espaldas y me giro para encontrarlo con varias cajas en sus brazos. Las inspecciono buscando alguna marca hecha con marcador negro pero al parecer no hay ninguna.— No tiene marca, quizá sean objetos de sobra, ponla a un lado, luego la abriré y veré que nos puede servir.

El sonríe hacia mí y se aleja a dejar la caja. Sonrío hacia los cuadros que había estado colgando en la pared. Observo la foto de nuestra boda y me siento bastante emocional, es cuando siento como toman mi cintura y me hacen bajar de la pequeña escalera. Suelto un pequeño grito y sujeto su cuello fuertemente. Oigo a Zac reír y trato de envolverme en el.

— Eres un idiota.— digo sin soltarlo y el suelta una carcajada aún más grande. 

— Llevamos menos de un día en nuestra nueva casa y ya estás maldiciendo hacia mi.— tengo su rostro cerca de mi y no reprimo mis deseos de juntar sus labios con los míos.— Vaya, nena, te perdono lo que quieras.

— No era una disculpa.— contesto mientras me desenredo de él.

— ¿10 minutos de descanso? — pregunta mientras se deja caer en el sofá aún envuelto en plástico y hace un pequeño puchero.

— No, aún queda mucho que desempacar.— me dirijo hacia las cajas que traje de mi casa cuando vivía con mis padres. Las levanto y las llevo hacia la que ahora es nuestra habitación.

Abro la caja y los recuerdos de mi infancia y parte de mi adolescencia se reúnen, la verdad es que únicamente traje estas cosas a nuestra nueva casa porque tenía muchas ganas de ver mis antiguas cosas.

Saco unas cuantas prendas viejas, la mayoría son de cuando tenía 15 o 16, también hay varios discos míos e inclusive mi vieja grabadora llena de stickers, también varias libretas mías con mis penosos pensamientos adolescentes. En otra caja hay cosas de cuando era más pequeña, como la muñeca que siempre solía traer conmigo, varios dibujos abstractos y coloridos. Después encuentro una pequeña caja roja y siento una pequeña opresión en el pecho; es la caja que tenía a los 8 y solía llenar de todas aquellas cosas que solían gustarme mucho. Hago a un lado todo el contenido de las demás cajas y saco el de de mi pequeña cajita.

Hay monedas de la primera vez que vendí limonada y dulces, una carta que solía pensar que mi amiga imaginaria había escrito para mí, los listones que amaba que mi mamá colocará en mi cabello, inclusive encontré una bolsita que en alguna vez había llenado de hojas secas del otoño, recordaba cómo tiraba aquellas que no eran "lo suficientemente naranjas".

Y justo cuando creí que no podía tener mis sentimientos más a flor de piel, encontré la pequeña fotografía, esa que encontré en aquel parque del arenero y que mi mamá me dejo conservar. La traje conmigo demasiado tiempo, solía creer que me daba suerte.
Ya había perdido algo de color y estaba arrugada por todas esa veces que la saque conmigo, pero aún lucia tan bonita para mi.

— Hey, nena, ¿qué tienes ahí? — escucho a Zac llegar detrás de mí y envolver sus brazos en mi cintura mientras deja su mentón en mi hombro.

— Oh, nada, solo las cosas que había en las cajas que traje de casa. Ya sabes lo sentimental y niña que soy con estas cosas.— giro un poco el rostro hacia él mientras me sonríe. Ve unas cuantas cosas que hay en la cama y de repente se detiene, entonces toma la fotografía entre sus manos.

— ¿Qué sucede? — le pregunto cuándo noto la manera en la que mira la fotografía.

— ¿De dónde la sacaste? — pregunta soltando su agarre de mi cintura y sentándose del otro lado de la cama.

— La encontré en el parque cuando tenía alrededor de 8 años ¿por qué? — él aparta su vista de la fotografía y la extiende hacia mi.

— Soy yo.— contesta y yo suelto una risa pero cuando veo que él no me sigue, paro y me siento a su lado.

— ¿Hablas en serio? — él asiente y la toma nuevamente.— Jamás me quitaba esa camiseta, Maggie. Mi papá me la regaló cuando regresó. Y ese es extraño peinado que mi madre siempre hacía en mi cabello.

Asiento comprendido, el padre de Zac era militar y lo veía pocas veces y estas las atesoraba profundamente, por eso cuando él murió y poco tiempo después murió su mamá fue la época más difícil por la que ha pasado a Zac.

— Mi mamá solía tomarme fotografías todo el día ¿sabes? Mi papá le regalo esa pequeña cámara instantánea y ella solía fotografiar todo.— me levanto ligeramente y me siento en su regazo para después rodearlo con mis brazos.

— Yo solía creer que era de la suerte. La seguí hasta que el viento paro y yo pude tomarla, amaba esta fotografía. Y si lo piensas ahora, es realmente escalofriante.— él suelta una risa y me siento satisfecha, eso era lo único que quería.

— Ya sabía que eras el amor de mi vida, ahora el destino quería darnos una escalofriante y un poco retorcida manera de probarlo.— ambos reímos mientras me inclino un poco para juntar nuestros labios, él me rodea con sus fuertes brazos y sonrío a mitad del beso.— Ahora, de verdad necesito leer lo que tienes en esos penosos diarios.

Me deja caer en la cama y toma mis cuadernos para después salir corriendo, grito su nombre pero él ya está lejos. Tomó la fotografía y sonrío hacia ella, después la guardo nuevamente en la caja y corro detrás de él.

— — — — —

bonjour.
Perdón por la demora.
Salí más tiempo del calculado, pero aquí la segunda parte del maratón y creo que tendré que dar créditos a las fotos extrañas y random que me aparecen en Facebook, son mucha inspiración 😆 El ultimo será mañana, espero que les haya gustado y gracias a cada una de ustedes.

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