| 094 | Evan Peters

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Aparto la vista del libro en mis manos cuando noto que el vagón se está llenando. Es mi momento menos favorito del viaje.

No puedo evitar soltar un suspiro y cerrar el libro. Las personas comienzan a juntarse cerca de mi y eso me impide que mi lectura sea tan satisfactoria como lo estaba siendo antes. Dignada a que no podré leer más, subo el volumen de mi reproductor de música.

Pasan varias estaciones, tengo la vista en la anciana que tengo en frente. Tiene un gran y feo sombrero rosa que no puedo dejar de mirar, me provoca curiosidad saber si esa flor artificial que cuelga terminará por balancearse y caerá al fin. La anciana no me permite saberlo, se levanta de su lugar y se dirige a las puertas. Pocos segundos pasan para que esta sea sustituida con otro pasajero en el que era su asiento.

Lo primero que hace es dejar la gran mochila en sus pies. Pasa una mano por su cabello castaño y deja que sus dedos peinen naturalmente cada mechón.

Por supuesto que me pilla mirándolo. Y mis ojos apartándose rápidamente solo lo hacen más obvio. Estoy a solo una parada de mi destino, así que recojo mi pequeña maleta y guardo mi libro en ella, vuelvo a subir el volumen de la música. Puede que sienta sus ojos en mi espalda, aunque claro, es un vagón del subterráneo, cualquiera podría poner su mirada en ti.

Mi destino era la escuela, donde me desarrollo un par de horas al día, y todo por que lo que más disfruto en esta vida es el viaje de regreso a mi casa.

Tomo un vagón diferente, tengo que caminar bastante para llegar a el y no me deja en un lugar bastante estratégico de mi casa pero siempre es un vagón casi vacío que me permite sentarme siempre en el mismo lugar y apreciar el atardecer y el paisaje.

Cuando me siento en mi lugar tengo esa sensación de tranquilidad que siempre me produce el viaje, conozco a casi todas las personas que toman este vagón a esta hora, nos damos pequeños saludos e incluso conversamos un poco. Pero me sorprende que alguien se siente a lado mío al pasar unas cuantas estaciones. Subo la mirada para encontrar al chico que vi en el vagón de esta mañana.

Me siento bastante sorprendida. Él hace los mismos movimientos que hizo esta mañana, se quita su gran mochila y la coloca en sus pies, solo que esta vez saca un libro de esta y se recarga en su espalda para comenzar su lectura.

Lo hice de nuevo, estoy mirándolo directamente. Él me mira de reojo y sonríe. Siento mi rostro enrojecer y nuevamente aparto la vista. Dios, soy tan tonta.

Me siento tan nerviosa que no saco el libro de mi bolso, únicamente paso canciones en mi reproductor. Lo veo de reojo a veces, y cada vez que lo veo coloca un pequeño post-it de color en las hojas de su gran libro.

Al cabo de varias estaciones más, guarda su libro y se acomoda su gran mochila. Me dedica una sonrisa antes de levantarse y salir del vagón. Suelto el suspiro que he estado contiendo desde que lo vi.

Al día siguiente, no puedo evitar sentirme un poco decepcionada cuando no lo veo en el vagón de la mañana, aunque en realidad no puedes ver nada por la cantidad de gente que comienza a acumularse. Así que me obligo a pasar un día normal.

En la tarde cuando me dirijo a la estación y me encamino al vagón mientras coloco mis audífonos me quedo petrificada cuando veo que él está sentado en mi lugar. He tenido ese lugar por muchos meses. Él está ahí ahora.

— Es mi lugar.— murmuro y de verdad no esperaba que eso fuera una oración saliendo de mis labios. Él separa su vista de la libreta donde hace anotaciones y mira a su alrededor.

— ¿Este es tu lugar? — contesta Rae, contesta.

— Yo...

— No sabía que había lugares asignados.

— No los hay, solo es donde ella se sienta habitualmente.— Taliah, que es una mujer afroamericana de cincuenta años que cuenta muy buenas historias, es la que se gira en su lugar y se dirige a él. Me siento aliviada de no haber tenido que contestar. Mi lengua está atrofiada.

— Vaya, lo siento.— él hace una mueca y cierra su libreta. Sus facciones lucen un poco molestas.

— No tienes que hacerlo.— murmuro.— Al fin y al acabo el vagón está casi vacío.

Me doy media vuelta y me alejo lo más posible de él, encuentro un lugar que no me hace sentir igual de bien pero donde aún puedo apreciar bastante bien el paisaje.

A la mañana siguiente ni siquiera lo busco en el vagón de la mañana, mantengo mi mirada baja todo el camino. Pero cuando llega la tarde me sorprende no encontrar a nadie en mi lugar a primera vista cuando entro al vagón. Pero cuando me acerco noto que hay una pequeña nota post-it color azul pegada en el asiento.

"NO SENTARSE. PROPIEDAD DE RAE"

Mi mirada va directamente al asiento colocado en frente, él suelta pequeñas risas y yo ruedo los ojos.

— Maduro, muy maduro.— digo mientras arranco el post-it y lo hago bolita para después arrojárselo a él que continúa riendo aún cuando ya me he sentado y acomodado. Pasan varios minutos y él no deja de mirarme.— ¿Cómo sabes mi nombre?

— Taliah me lo dijo ayer.— dice mientras cruza sus brazos sobre su pecho.

— ¿Ahora los conoces a todos?

— Soy nuevo por aquí, así que trato de familiarizarme con el entorno.

— ¿Taliah? — la llamo girando en mi asiento, él me mira confundido y Taliah aparta su mirada del libro de crucigramas que está realizando.

— ¿Si, cariño?

— ¿Cuál es su nombre? — lo señalo y Taliah pone su mirada en él para después sonreír ligeramente.

— Evan.

— Taliah, creí que teníamos algo, no le digas cosas sobre mí a esta acaparadora de lugares.— ella suelta una gran risa y niega, después coloca su mirada en mi.

— Es un gran partido, cariño. No lo dejes ir.— dice en un simulado murmuro, suelto una risa y Taliah le guiña un ojo a Evan para después regresar a su actividad. Giro nuevamente e imito su acción de cruzar los brazos sobre mi pecho.

— ¿Así que que eres nuevo en la ciudad, Evan?

— Lo soy, Rae.

— Dices mi nombre como si fuera una mala palabra.

— No lo sé, puede que haya oído a alguien en Grecia decirlo mientras golpeaba a otro sujeto.

— No has estado en Grecia.— entrecierro los ojos y niego. Él alza los hombros y sonríe.

— Dime un lugar y probablemente ya haya viajado ahí.

— Presuntuoso.

— Acaparadora.

No puedo evitar sonreír, pero es cuando noto que casi he llegado a mi bajada. Tomo mi bolso y me lo coloco mientras me paro de mi asiento.

— Por favor no llenes de post-it mi lugar mañana.

— Hasta mañana, Rae.— dice mientras hojea el gran paquete de pequeñas hojas de color que tiene en las manos. Niego y sonrío, me doy media vuelta y salgo del vagón.

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hi (x3)
Ojalá les haya gustado. No sabía qué rumbo iba a tomar este OS, pero al final me ha gustado mucho ❤️

Mención y gracias especiales a @Miyu333 que aportó unas increíbles portadas que verán próximamente!

Y si pueden me encantaría que se pasaran por mi nuevo libro de películas 🙏🏻

Y había otra cosa, oh si! ESTAMOS EN EL LUGAR #47 en Fanfic!
MUCHAS GRACIAS ❤️
Todo esto se debe a ustedes.

nos vemos pronto.

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