Capítulo 2

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Martina.

Lo tengo justo delante.

Tengo delante a Jesús.

Que hombre.

Alto, rubio, ojos azules, tez clara, gafas de pasta negra, barba de tres o cuatro días y una voz grave pero que es música para mis oídos.

No digo que sea un Dios, pero es guapo.

O al menos así lo veo yo.

Medirá un metro ochenta y tres mas o menos.

Yo mido un metro setenta y dos.

Combinación perfecta.

Aunque realmente no se porque digo esto si él tendrá mujer y seguramente hijos.

Pero desde el otro día que le vi, fue hace dos días pero bueno, no he podido dejar de pensar en él.

Jesús.

Hasta me suena bien su nombre.

Y últimamente cada vez que oigo su nombre, me bombea el corazón con una fuerza impresionante.

Eso que pasa cuando oyes un nombre que te gusta o te interesa, lo oyes por todas partes.

Y no es que sea obra del destino por así decirlo, es que se presta mas atención y parece que hay mas personas con ese nombre.

No es una cuestión divina, es una cuestión lógica.

Oigo su nombre por todas partes.

En la televisión de repente hay muchos actores, cantantes, o presentadores que se llaman así.

De repente el familiar de algún amigo, se llama así.

Luego resulta que hay gente con los apellidos de él, que son amigos tuyos.

El segundo nombre de algún conocido es ese.

Y eso solo se debe a una cosa.

Piensas tanto en él, que prestas mas atención a todos los detalles que tengan que ver con él.

Las personas que se llaman así, se apellidan así, tienen los ojos azules o llevan gafas de pasta negra como él, no han aparecido así de la nada.

Ya estaban.

Pero yo inconscientemente he buscado similitudes con él.

Ahora él está sirviéndose algo en un vaso.

Yo estoy teniendo una conversación vía WhatsApp con Renata, una de mis mejor amiga.

Siento algo caer encima de mi mano.

Y después veo el objeto en el suelo.

Era el vaso del que estaba bebiendo.

Mi mano empieza a sangrar y me duele a horrores.

Jesús me mira sorprendido y a la vez arrepentido, supongo.

-Perdóname Martina-
-Da igual, se que no ha sido a propósito- cierro los ojos con fuerza, duele joder
-Ven, vamos a curar eso- sale de detrás del mostrador.

Al no estar mi padre porque de ha ido a encargar la comida ya que comeremos aquí, es Jesús el que se encargará de esto.

Le sigo hasta el baño que es donde tienen el botiquín.

-Esto igual te escuece- coge mi mano y sobre ella pone una gasa con lo que parece ser agua oxigenada.

Y joder si que escuece.

Después, coge una venda y la enrolla en la zona afectada.

-Gracias- agradezco en un hilo de voz
-Perdóname Martina-
-Ha sido un accidente, le puede pasar a cualquiera- sonrío y parece calmarse.

Salimos hacia la tienda y llega mi padre.

Al ver mi mano vendada se asusta.

-Damián, ha sido culpa mía- le aclara Jesús
-¿Qué ha pasado?- pregunta mi padre confundido
-Se me ha resbalado un vaso y le ha caído a Martina en la mano-
-Estoy bien papá. Jesús se ha tomado las molestias de vendarme la mano y darme un ibuprofeno- mi padre sonríe en gratitud hacia el rubio
-Gracias por cuidar de mi princesa, Jesús-
-No ha sido nada-

Sonríe y después me mira a mi.

Noto como mis mejillas se van tiñendo de rojo.






******






-Pero a ver, ¿a ti te gusta el tío ese?- pregunta una de mis mejores amigas
-No lo se Renata. Solo se que cuando he estado cerca de él me he puesto igual de nerviosa que cuando Alejandro pasaba a mi lado-
-Pero lo de Alejandro es distinto, eras mas joven-
-¿Me estás llamando vieja? Si eres tu mas mayor que yo- reímos
-No. Me refiero a que en el insti era diferente, ahora estamos en la universidad- se encoge de hombros.

Renata es un año mayor que yo.

Y yo cumplo los años en Diciembre, por lo tanto parece que nos llevamos dos años.

-Tienes que hacerle una foto al tal Jesús. Quiero verle-
-Lo intentaré pero no prometo nada-

Entra nuestra profesora de psicología social y empieza a dar clase.






******






Otra vez estoy en el trabajo de mi padre.

Jesús está atendiendo a una pareja.

Aprovecho que está de perfil y desprevenido para sacar el móvil y hacerle una foto.

Miro la foto y cada detalle de ella.

¿Qué coño me está pasando?

Es decir, estando en el instituto, hay chicos que me han gustado, perdí la virginidad, y en la universidad hay chicos guapos, muy guapos.

Pero ninguno como es él.

No se porque hablo así, si hace nada que le conozco.

Apago el móvil y veo que se acerca a mi.

-¿Qué tal llevas la mano?- cuestiona mirando el vendaje
-Mejor, ya no me duele tanto y parece que se va curando- sonrío y el también
-Me alegro mucho-







******



-Mirad- 

Les pongo el móvil delante a Renata y a Alaska, mi otra mejor amiga.

-No está nada mal- habla Alaska
-Estoy orgullosa de ti, Martina. Tienes buen gusto- sonríe Renata.

Guardo mi móvil en el bolsillo interior de mi bolso y lo cuelgo en el respaldo de la silla.

-¿Te gusta mucho?- cuestiona Alaska recogiendo su pelo castaño en una coleta
-No se si gustar es la palabra... Pero joder-

Suspiro sonoramente, solo ellas y Marco, mi mejor amigo, saben lo que significa eso.

-¿Cuántos años os lleváis?- pregunta Renata
-Dieciocho-
-Mi tía Becca y mi tío Cristian se llevan quince años. Empezaron lo suyo cuando ella tenia dieciséis y ahora están casados y tienen tres hijos. Que son mis primos Ainhoa, Estefanía y Martín-

Ha contado varias veces la historia de sus tíos y me parece preciosa.

Al igual que ha contado la de su madre con su entrenador de gimnasio, quien es padre de David, su medio hermano.

Ojalá pudiera contar algo parecido.

Dieciocho años no son nadaWhere stories live. Discover now