Capítulo 22

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Martina.

Me levanto, miro la hora en el móvil y agradezco mentalmente que sea domingo.

Veo una nota en la mesilla y la cojo para leerla.

Guapa, he ido a trabajar porque María del Mar se ha puesto mala y tu padre me ha llamado pidiéndome que fuese.

Cuando acabe me iré al piso nuevo.

Te quiero.

Jesús.

PD: Durmiendo estás preciosa.

Sonrío como una estúpida y lo primero que hago es ir a darme una ducha.

Al acabar, me dirijo al salón donde veo a Alaska sentada en la mesa bostezando.

-Buenos días- sonríe
-Holi- contesto sonriendo yo también
-Estoy cansadísima últimamente con la Universidad joder- resopla
-Yo también, la verdad. Estoy deseando que vengan los fines de semana todo el rato para descansar- me siento igual de cansada que ella
-Por cierto, ¿y Rena?-
-En casa de Gonzalo. Copulando, fijo- me encojo de hombros y la de ojos verdes ríe
-Que fina eres, Martina- continúa riendo.

Nos preparamos algo para desayunar y después nos vestimos, saldremos a dar una vuelta.










******










-Pues Jesús ha encontrado piso- sonrío
-¿Ah si? Pues que bien, asi tendréis más intimidad-
-Si, está por aquí cerca ¿vamos?- le ofrezco y ella asiente.

Nos encaminamos hacia el edificio y cuando llegamos, abro y entramos en el piso.

Todavía faltan por arreglar algunas cosas pero lo esencial como sofá, mesa, sillas, cama o televisión, ya lo tenemos.

-La verdad es que es bonito el piso- opina la morena de ojos verdes.

Veo una cabellera rubia asomar por el sofá y me acerco con el ceño algo fruncido.

Alaska se queda detrás de mi sin saber muy bien que hacer.

-¡Gaby!- exclamo al reconocer a la dueña de esa melena clara
-Oh hola Martina-
-Que susto joder- río y coloco una mano en mi pecho
-¿Por qué dices eso?- parece molesta
-Pues porque no esperaba que estuvieses aquí Gaby, nada más- contesto confundida
-¿Y por qué no tendría que estar aquí? Además, ¿por qué te traes a gente?-

Por ahí no vayas Gabriela.

-Bueno, Martina, ya si eso me lo enseñas otro día- Alaska fuerza una sonrisa
-Si, será mejor- me acerco a ella para darle dos besos
-Nos vemos- yo asiento, y la de ojos verdes se va.

Cojo aire y vuelvo a dirigir mi mirada a la hija de mi pareja.

-No te he dicho que no tengas o puedas estar aquí- contesto tranquila, aunque en realidad me esté poniendo de los nervios -simplemente me he asustado porque no sabía que ibas a estar hoy aquí. Pensé que estarías con tu madre- me encojo de hombros
-¿Y lo de traer a gente a casa?- se cruza de brazos
-Es una de mis mejores amigas. Y Gaby, me estás recordando a mi madre pidiéndome explicaciones- río ante el recuerdo de hace unos años
-Hombre, es que soy la hija de tu... Bueno, que estás con mi padre-
-Pues entonces le tendré que dar explicaciones a tu padre, pero a ti no- comento sorprendida por su frase anterior.

Como si alguien oyese mis súplicas, escucho como se abre la puerta de la entrada.

Eso sólo puede significar una cosa.

Ha llegado mi novio.

Se acerca al salón y nos mira a las dos cruzadas de brazos una en frente de la otra.

Pone su mano en mi nuca y me da un beso en los labios.

Al separarse sigue mirando extrañado tanto a su hija como a mi.

-¿Qué pasa?-

Voy a hablar yo pero no me da tiempo porque Gabriela decide interrumpirme.

-Papá, Martina dice que no debería estar aquí-

Mis ojos se ensanchan ante la mentira que acaba de soltar la rubia de ojos marrones.

El rubio, extrañado, se gira hacia mi.

-Yo no he dicho eso- aclaro -he venido antes y me he asustado porque no sabía que iba a estar aquí. Nada más- aclaro y el de ojos azules asiente
-Se me olvidó decirte que estaría aquí. Fallo mío- se excusa y niego con la cabeza
-No te preocupes, simplemente he venido con Alaska para enseñarle el piso y la he visto en el sofá, me he asustado, nada más- él sonríe y niega con la cabeza -sabes lo asustadiza que soy- ambos reímos
-Papá, también ha dicho que le harto-
-¿Que yo he dicho el qué?-

Si lo que está intentando es que su padre y yo nos enfademos, lo que conseguirá será que nos enfademos con ella.

-Si, lo has dicho-
-Joder, dime cuando- contesto exasperada
-Martina, cálmate- me pide Jesús en un tono tranquilo
-No joder, yo solo dije que me estaba empezando a hartar de que metiera mierda- resoplo
-A ver Martina, tampoco digas eso-
-Joder, es que yo he dicho que me harta que esté todo el rato con lo mismo, pero intento estar de buen rollo con ella y no hay manera Jesús, no hay manera- froto mis sienes
-¿Lo ves, papá? Todo el rato soy yo la que hace algo malo- se cruza de brazos y hace un puchero
-Pues si, como sigas asi, si que te voy a decir que pareces un disco rayado con lo mismo coño ya-
-No te consiento que le hables así a lo hija- dice enfadado el rubio
-Y yo estoy hasta las narices de que tu hija sea así. Si te vas a poner de su parte hazlo, y cuando te aclares, ya me avisas- cojo mi abrigo de encima del sofá y me lo pongo
-Pues bien- continúa en un tono enfadado
-Vale-

Y con eso salgo del piso y me dirijo al otro en el que todavía estoy viviendo.











******










Tras ponerme ropa más cómoda me dirijo a la cocina para servirme algo para beber.

Oigo que tocan el timbre y resoplando me acerco a la puerta.

Cuando abro me encuentro a Lara frente a mi con los brazos cruzados mirada de odio.

-¿Qué quieres, Lara?- cuestiono cansada
-Esto-

No entiendo a que se refiere, y cuando me quiero dar cuenta su puño ha impactado en mi cara.

Aprovecha mi momento de distracción en el que me llevo la mano a la zona afectada para acercarse mas a mi y propinarme otro golpe.

Me da muy fuerte en la cara, tanto que empiezo a sangrar y a toser sangre.

Intento defenderme pero me resulta imposible.

Sigue dándome golpes hasta que caigo al suelo y ya no soy capaz ni de abrir los ojos.

De repente, siento una paz y una tranquilidad tremendas, rodearme.

Oigo como la puerta se cierra de golpe y yo ya no puedo ni mantener los ojos abiertos.

Dieciocho años no son nadaWhere stories live. Discover now