Capítulo 27

7.4K 459 5
                                    

Jesús.

Termino de atender a un cliente, y al darle el ticket, éste se despide y se va.

-El último del día- habla cansado Damián
-Si, por fin- contesto de la misma manera -ahora a casa a descansar-
-Ostras, ahora que dices eso, tengo que hablar con Martina- recuerda el moreno
-¿Le digo algo cuando llegue a casa o prefieres decírselo tu?-
-No te preocupes, ya hablaré yo con ella, no es nada urgente ni importante- yo asiento.

Terminamos de contar el dinero de las cajas, recogemos y nos vamos.

Me dirijo a casa lo más rápido que puedo, tengo ganas de ver a mi novia.

******

Recoge los dos platos de la cena, y viene al sofá, conmigo.

-Joder, ¿sabes qué? Alaska está embarazada- me sorprendo, su amiga tiene la misma edad que ella, es algo joven
-¿Ah si?-
-Si, está de diez semanas- contesta emocionada
-Pues entonces tampoco queda tanto para que de a luz-
-Ya lo se ya- sonríe -¿tu qué años tenías cuando tuvisteis a Gaby?- se coloca de lateral y apoya su cabeza en una mano
-Veintiuno-
-Todo un chaval- ríe
-¿Me preferirías antes que ahora?- niega con la cabeza
-Ahora eres un madurito interesante- me besa.

Se recuesta en mi pecho y al cabo de un rato se queda dormida.

Cojo una manta, y se la pongo por encima para que no coja frío.

Acaricio su cara y aparto pelo de ella.

Como la quiero joder.

Quién me iba a decir a mi, que a mis treinta y seis años, casado y con una hija adolescente, iba a encontrar a una chica dieciocho años menor que yo, a la que puedo llamar, el amor de mi vida.

Su risa es una melodía para mis oídos.

Cuando me mira directamente con esos ojazos marrones y veo como su cara se vuelve roja, ahí me doy cuenta de la suerte que tengo al haberla encontrado.

Sus besos son suaves, y tímidos.

Como si tuviese miedo.

Cuando le pregunté porque le pasaba eso, me dijo que era por miedo a decepcionarme, y entonces cada vez me enamoro más de ella.

Mi relación con Damián ha mejorado bastante desde aquella vez en la que Catalina y Martina le explicaron la situación.

Al principio era todo muy extraño, pero ahora incluso me pregunta como va todo y si necesitamos algo.

Mis padres y mi hermano, están encantados con ella.

Y yo, no puedo quererla más de lo que ya lo hago.

******

-¿Y qué tal está Gaby?- me pregunta Mónica mientras ordenamos el escaparate
-Bastante bien, cada vez se me hace mas mayor- sonrío
-Dentro de poco dejará el nido- me chincha y yo río
-Esperemos que tarde- volvemos a reír
-¿Y Lara?-
-Nos hemos divorciado-
-Vaya, lo siento, no sabia nada- contesta nerviosa y yo niego con la cabeza
-Tranquila. Ha sido lo mejor que podía pasar- le regalo sonrisa tranquilizadora
-¿Hay otra?- cuestiona con algo de confusión y diversión en su rostro y yo asiento.

Cuando va a decirme algo, aparece Carolina por la puerta, muy contenta, saludándonos a los dos.

-Hola chicos- sonríe
-Hola Carol- contesta Mónica -oye ¿tu sabías que aquí el rubiales tiene ya otra pareja?- pregunta sorprendida.

La morena y yo intercambiamos miradas cómplices y nos echamos a reír.

Mientras, Mónica nos mira confusa.

-Si, si que lo sabía- asiente
-¿Y quién es?-
-Martina- contesta simple Carol
-¿Como Martina? ¿Martina Llera?-
-La misma- contesto con una sonrisa
-No me lo puedo creer- lleva una mano a su boca y después la quita -estás con la hija del jefe. ¿Damián lo sabe?-
-Si. Al principio le costó un poco aceptarlo, pero ahora ya es un asunto normal-

Me encojo de hombros y miro la hora en el Apple watch de mi muñeca.

-Y yo me voy, que mi turno acaba ahora, además mi preciosa novia está en casa desde hace rato, y debe estar esperándome-

Carolina ríe y Mónica todavía sigue sin créerselo, o eso parece por la cara que se le ha quedado.









******








Llego a casa y veo a Martina muy concentrada estudiando.

Lleva los auriculares puestos y trata de memorizar lo que tiene escrito en los apuntes.

Lo repite en voz baja y va asintiendo con la cabeza.

Sigo mirándola durante unos segundos hasta que me acerco a ella.

Coloco mis manos sobre sus hombros y beso su cuello, haciendo que se sobresalte.

-¡Jesús!- se lleva una mano al pecho
-Ay Martina. Siempre te llevas unos sustos- niego con la cabeza divertido
-Bueno, no me enfado contigo porque te quiero demasiado- me besa -y porque dentro de poco es tu cumpleaños-
-No me lo recuerdes, que me hago viejo, treinta y siete años ya- niego con la cabeza y ella ríe.

Me besa y después, decidimos ir al cine, por hacer algo diferente.









******









-Pues la peli ha estado bien- comenta sincera -me la habían pintado tan mal y me la esperaba tan mala, que me ha gustado y todo- ríe
-Bueno, si que es verdad que no ha estado tan mal como habían dicho. La gente se pasa- concuerdo con ella
-Pues si-

Continuamos caminando, y a pesar de llevar casi tres meses juntos, me parece un sueño poder ir con ella, cogidos de la mano, en cualquier lugar, sin que nadie nos juzgue.

Como siempre, algo me tiene que sacar de mis pensamientos.

Y no es nada más, ni nada menos, que la presencia de mi hija y de mi exmujer delante de nosotros.

-Anda, mira a quien tenemos por aquí- dice Lara con una mirada de asco hacia Martina
-Hola papá, hola Martina- nos saluda alegre Gaby, y viene y nos da dos besos a cada uno
-Ten Gaby, esto es para ti- sonríe Martina y le tiende una bolsa a mi hija.

Ésta, extrañada pero intrigada, la coge y mira lo que hay en el interior.

-¡La sudadera qué quería!- exclama y empieza a dar saltitos.

La morena y la rubia se abrazan bajo la mirada de asco de la castaña clara.

Y viendo esa escena, empiezo a reflexionar de nuevo.

No sería tan malo ser padre de nuevo.

Y menos si lo soy con ella.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora