Capítulo 7

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Jesús.

Salgo de mi habitación para ir a la cocina y servirme un vaso de agua.

Paso por delante de la habitación de mi hija.

Gracias a la luz que entra por la ventana puedo ver a Martina durmiendo boca abajo.

De repente, oigo el sonido de la vibración de un teléfono.

Por reflejo propio, me muevo rápidamente al otro lado de la puerta, pero en vez de ir hacia las escaleras para bajar hacia la cocina, me quedo en el marco de la puerta apoyado en la pared.

-¿Renata, qué quieres?- cuestiona Martina a alguien del otro lado de la línea con voz ronca -joder que son las tres de la mañana, déjame dormir- resopla -vale vale, tranquila. Bueno, ahora iré a beber agua y después me volveré a dormir-

Al escuchar eso, bajo lo mas rápido y silencioso que puedo.

Cuando ya estoy en la cocina, saco una botella de agua de la nevera y sirvo el líquido en un vaso.

Al cabo de unos minutos, oigo como alguien baja por las escaleras, después, veo a Martina dirigiéndose hacia donde estoy yo.

-Oh hola Jesús- sonríe y frota sus ojos
-Hola señorita- sonrío y ella amplia su sonrisa -¿no puedes dormir?-
-La verdad es que no. Me he despertado un momento y ya no puedo conciliar el sueño- pasa una mano por su melena castaña oscura
-Si te soy sincero, yo tampoco puedo dormir- me encojo de hombros y ella se apoya en la barra americana de la cocina -¿te tomas una cerveza conmigo?-
-Ya estás tardando en sacar esa cerveza- me guiña un ojo.

Me dirijo a la nevera y saco dos botellines, los abro y le doy uno a Martina.

Brindamos y damos un trago largo a la bebida.










******










-Como tu padre se entere de que te estoy dando una bebida alcohólica me mata- ella ríe por lo que acabo de decir
-Puede ser nuestro secreto- bate un poco las pestañas y yo asiento.

Ahora estamos en el sofá sentados, con unas cuántas cervezas apoyadas en la mesilla del centro.

Cada vez estamos mas cerca él uno del otro.

-¿Y por qué no tienes pareja?-

A pesar de no haber ingerido mucho alcohol, el poco que he bebido, ha hecho algo de efecto en mi.

El tópico: el alcohol te hace mas valiente.

En mi se cumple.

-Pues porque el que me gusta no me hace ni puto caso- da un trago a su botellín para después de reír amargamente
-Pero seguro que tendrás a muchos de tu edad detrás- repito su acción
-A mi no me interesan los de mi edad- se acerca mas a mi -me van mas mayores- susurra en mi oído.

La miro y sonrío.

Ella se acerca a mi y nuestros labios casi se rozan.

Nos separaran milímetros.

Desde aquí puedo escuchar el latido de su corazón.

Es fuerte y rápido.

Como si estuviese muy nerviosa, pero para nerviosismo, el mío.

Quiero besarla, pero tampoco se como va a reaccionar ella si lo hago.

Parece que pasan minutos mientras estoy reflexionando.

Pero apenas son unos milisegundos lo que transcurre.

A ella le ha subido algo mas rápido que a mi el alcohol.

Finalmente ella se apega mas a mi y junta nuestros labios.

Es una sensación que hacia mucho tiempo que no sentía.

Coloco mi mano en su espalda y la atraigo mas a mi.

Ella rodea mi cuello con sus brazos y hace mas fuerte nuestra unión.

Cuando nos separamos, sus labios se encuentran hinchados y su cara enrojecida.

Me abraza y apoya su cabeza en mi pecho.

Lugar en el que lentamente se va quedando dormida.

La apoyo en el sofá y recojo todas las botellas de cerveza que hay desperdigadas por la mesilla y la cocina.

Las meto en una bolsa y a la basura.

Después de asegurarme que está todo bien recogido y limpio, apago la luz y cojo a Martina en brazos.

Subo las escaleras y mientras ella va murmurando cosas sin sentido.

-Te quiero- se mueve un poco -te quiero mucho-

Es lo último que le oigo decir antes de llegar a la habitación de mi hija.

Con sumo cuidado para que ni ella ni Gabriela se despierten, la tumbo en la cama y la tapo con la sábana.

Me pongo de cuclillas y la observo un poco antes de irme.

Dejo un beso en su mejilla y ella se mueve quedando boca abajo.

Junto la puerta de la habitación y voy al baño.

Necesito despejarme.

Eso me hace recordar la primera vez que la vi.

En el sueño que tuve con ella, iba al baño a despejarme un poco.

Esta vez ella no vendrá.

Aunque he de reconocer que no me molestaría si lo hiciese.

Me mojo un poco la cara, y a continuación me dirijo a mi habitación.

Entro y parece ser que Lara duerme.

Me tumbo, me tapo y me giro listo para dormir otra vez.

-¿Dónde estabas?- cuestiona con la voz ronca
-¿Qué dices?- igual habla en sueños
-Hará unos dos minutos que me he despertado y no estabas-
-Ah. He ido a la cocina a por agua y luego al baño- le explico a ver si se deja ya de tanta preguntita
-¿Podrías ir a encender la calefacción? Tengo algo de frío- me abraza -aunque bueno, también podemos dormir abrazaditos como en los viejos tiempos-
-Un abrazo no te va a dar el mismo calor que la caldera- intento librarme de su agarre.

En estos instantes y después de haberme besado con la chica que me rondaba la cabeza estos días, lo menos que necesito es que a ella le de el arrebato cariñoso.

-Tienes razón- admite.

Rápidamente me dirijo al termostato y enciendo la caldera.

La casa coge rápidamente temperatura y yo vuelvo a la habitación.

-Gracias cariño- pone voz melosa y eso es extraño en ella.

Se apega mas a mi y empieza a besarme, tenía que ser ahora.

-Lara, que duermen dos niñas en la habitación de al lado. Y una de ellas es tu hija- la aparto un poco y parece que mis palabras surgen efecto
-Chico de verdad que agua fiestas- resopla
-Si yo lo digo por Gaby. ¿No querrás a una hija traumatizada, verdad?-
-Bueno, es verdad. Buenas noches cariño- me da un beso en la mejilla y se acomoda para dormir
-Buenas noches, Lara-

Al cabo de unos segundos, mi mujer, empieza a roncar.

Y yo, no dejo de pensar en la castaña de ojos marrones con la que me acabo de besar.

Dieciocho años no son nadaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz