Capítulo 24

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Martina.

Estoy aburrida en la habitación, y sola.

Jesús está trabajando, y mis amigos están en clase.

Me estiro hacia la mesilla y cojo mi teléfono.

Estoy un largo rato revisando mis redes sociales, hasta que unos golpes en la puerta de la habitación.

Levanto la mirada y veo a mi hermana Catalina apoyada en la puerta.

-¡Cati!- ella sonríe y se acerca a mi
-Hermanita- me abraza y después deja su abrigo y su bolso sobre una silla
-¿Quién te ha dicho que estaba aquí?-
-Tu amiga Alaska- me mira sonriendo.

Pasamos un rato hablando hasta que surge el tema de los chicos.

-Tu tienes novio- me mira de manera pícara
-Bueno, puede- intento desviar la mirada
-¿Quién es mi cuñado y por qué aún no lo conozco?-
-No llevamos mucho saliendo y me saca muchos años-
-¿Cuántos?-
-Dieciocho- contesto en un tono de voz bastante bajo
-Bah, Dieciocho años no son nada-

La abrazo y ella acaricia mi cabeza, como cuando era pequeña.

Catalina y yo nos llevamos muchos años de diferencia.

Mis padres la tuvieron jóvenes y después de unos cuantos años nací yo.

-Yo recuerdo cuando tenía catorce años, que me gustaba mi profesor de biología, me sacaba unos veinte años más o menos- recuerda riendo
-¿En serio?- cuestiono algo sorprendida, nunca me había contado eso
-Que si que si, Cristian se llamaba. Resultó ser la pareja de mi profesora particular de idiomas, Rebecca creo que era su nombre, y se llevaban también unos cuantos años- mis ojos se ensanchan ante esa información
-Joder- murmuro pensativa -Cristian y Becca son los tíos de Alaska- esta vez la sorprendida es ella.

Seguimos compartiendo anécdotas y experiencias entre risas.

De repente veo a mi pareja y a mi padre juntos.

-Papá- hablo sorprendida y mi hermana se gira
-Catalina- habla nuestro progenitor de la misma manera en la que lo he hecho yo.

Papá se acerca a mi y me mira con algo de decepción, y mientras Jesús está en la puerta con el gesto algo avergonzado.

-¿Me puedes explicar por qué estás saliendo con este imbécil y no me has dicho nada?-
-¿Este es Jesús?- pregunta Catalina con una sonrisa y yo asiento tímida.

Se levanta, se acerca a él y le da dos besos.

-Soy Catalina, la hermana de Martina- el rubio se sorprende pero sonríe, le ha gustado el gesto de mi hermana, y a mi también
-Verás tu cuando se entere vuestra madre- pasa sus manos por su cara
-Ay papá, que mamá no es como tú. ¿No te das cuenta de que Martina vuelve a ser feliz? Joder que le brilla la cara-
-Una cara que ahora está con el labio partido y un moretón en la mejilla- contesta enfadado
-Damián, yo quiero a Martina, me he enamorado de ella, no te pido que lo entiendas, te pido por ella que lo respetes- el rubio se acerca a mi y coge mi mano
-Papá, ¿y con eso no te vale?- cuestiona la castaña -están enamorados, tu me pusiste mil y un impedimentos para que estuviese con Andreu, y dime de qué te ha servido-

Andreu es el marido de Catalina, con el que se lleva siete años y tiene un hijo, mi sobrino Axel.

-Pues de nada porque estáis casados y tengo un nieto- contesta mi padre derrotado
-Entonces papá, ¿no sería mejor apoyar a tu otra hija en sus decisiones? Solo está saliendo con alguien, no es que esté embarazada o se vaya a casar-
-Pues supongo que si- se encoge de hombros
-Papá, yo no me esperaba enamorarme de Jesús, y simplemente pasó. No se cual será nuestra situación dentro de tiempo, pero ahora me gusta como estamos, y no lo cambiaría por nada-

Mi padre se acerca a mi, y para mi sorpresa, me abraza.

Sin dudarlo, yo le correspondo el abrazo.

No me gusta estar peleada con mi padre.









******









Por fin me han dado el alta.

Ahora mismo estamos Catalina, mi padre, Jesús y yo, en el coche de mi progenitor de camino al piso.

-Si necesitáis cualquier cosa, me lo pedís- dice mi padre mirando por el espejo del retrovisor
-No te preocupes papá. Tenemos lo básico, ya iremos añadiendo más cosas- sonrío y él asiente.

Me inclino un poco y apoyo mi cabeza en el pecho de Jesús, quien se encuentra a mi lado cogiendo mi mano.

Acaricia mi cabeza y después deposita un beso en mi coronilla.

Con este gesto sonrío y pienso en lo feliz que soy a su lado.

Entonces pienso también en las palabras de antes de mi padre.

Igual también va siendo hora de que él y mi madre se conozcan.









******









Apago mi cigarrillo y lo dejo encima del cenicero.

Me giro y veo a mi pareja sin ropa únicamente cubierto por la sábana color rojo de la cama.

Me meto rápidamente entre el edredón y el colchón porque me encuentro en las mismas condiciones que él.

-Tengo que plantearme dejar de fumar- comento pensativa
-Yo también, la verdad- admite y después besa mi cuello, sacándome una sonrisa
-Y hablando de plantearse cosas, te quería comentar algo- muerdo mi labio inferior nerviosa y el me mira instándome a seguir -quiero presentarte a mi madre-

El se queda pensativo hasta que enfoca su mirada azul en la mía marrón y me da una respuesta.

-A ver, Martina, cariño, yo no te lo había dicho aún, pero es que tengo penterafobia- le miro extrañada sin saber que es lo que me está diciendo
-¿Pente... Qué?-
-Penterafobia. Fobia a las suegras-

Mis ojos se ensanchan y después los entrecierro y abro la boca haciéndome a la ofendida por la gran estupidez que acaba de soltar el rubio.

Empieza a reír y entonces recibe un suave golpecito con ma almohada.

-No tiene gracia Jesús, que mi madre es muy maja- hago un puchero
-Entiendeme cariño, tu madre debe tener cerca de mi edad más o menos, es raro- se encoge de hombros
-Mi madre es mayor que tu, no te preocupes por eso- le guiño un ojo y él sonríe.

Le abrazo y después poso mis labios sobre los suyos.

-Dime cuando y la conoceré-
-Gracias mi amor- le vuelvo a besar.









******








Estamos frente a la puerta de la casa de mi madre, a la que acabo de tocar el timbre.

Cuando oigo el sonido de la llave abriendo la puerta, fuerzo el agarre de manos con mi pareja.

Mi madre en cuanto me ve, sonríe ilusionada y me abraza después de besar ambas de mis mejillas.

-¿Y quién es tu acompañante?- cuestiona curiosa
-Mamá, el es Jesús, mi pareja. Jesús ella es Itziar, mi madre-

Dieciocho años no son nadaWhere stories live. Discover now