Capítulo 36

6.5K 384 5
                                    

Martina.

Le miro esperando una respuesta y me cruzo de brazos hasta que por fin se digna a decir algo.

-No te enfades- me pide
-Mal empiezas así- empiezo a inspirar con mala gana
-Mónica dice sentir algo por mi, y me lo ha confesado, la hora no ha sido la mejor, pero ella sabe que te quiero a ti y ya se lo he dejado claro- se acerca a mi
-Esta tía es gilipollas- espeto enfadada
-Tranquila, por favor- coloca su mano sobre mi brazo
-¿Tranquila? ¿Pero cómo quieres que esté tranquila? A todos los sitios a los que vamos siempre hay alguien dispuesta a coquetear contigo-
-Antes de quedarte embarazada y de que empezase a notarse, todo el mundo te miraba a ti. Y la verdad, no me extraña- coge mis manos -pero también sé que me quieres, entonces es cuando pienso que eso va incluido en estar contigo y quererte-

Mi cerebro tarda en procesar toda esa información pero aunque tiene razón, sigo algo sofocada por la noticia de antes.

Empiezo a sentirme mareada y se me nubla la vista.

Me cuesta mantener el equilibrio y cuando pienso que me voy a caer, me agarran sus brazos.










******










Me despierto en una habitación completamente blanca.

Estoy tumbada en una camilla y con bastantes cables en mi cuerpo.

Miro a mi izquierda y veo a Jesús cogiendo mi mano.

Y puedo distinguir al doctor de la otra vez delante de mi.

-Anda Martina, otra vez tú- saca una linterna y examina mis ojos
-Hola doctor- ríe flojamente -¿qué ha pasado?-
-A ver, has tenido una subida de tensión, pero por suerte, los bebés no han sufrido daños y estáis bien los tres- comenta apuntando algo
-¿Entonces ya nos podemos ir?- niega con la cabeza
-Lo siento Martina pero me temo que no, pero el alta te lo darán por la tarde o al día siguiente si no se alarga la cosa-

Seguimos hablando con él hasta que se retira de la habitación.

-Lo siento mucho, Jesús- me da la mano y niega con ma cabeza
-No lo sientas, cariño- besa mi frente
-¿Entonces todo arreglado?- cuestiono con esperanza y el asiente.

Se sienta en el borde de la camilla y me besa.

Después se tumba porque hay bastante espacio para los dos y me va acariciando hasta que me quedo dormida.










******










-Martina, ¿cómo estás?- pregunta Gaby al otro lado de la línea
-Mejor Gaby, gracias- sonrío
-Menuda idiota Mónica, a mi nunca me ha caído bien, que lo sepas- ambas reímos -hablo en serio, me cae mejor Carol o incluso María del Mar que Mónica-
-Bueno, tampoco me podía imaginar que le podría gustar tu padre- me encojo de hombros aunque no me vea
-Menuda gilipollas- suelta desganada.

Seguimos hablando durante un largo rato hasta que Gaby se despide porque tiene que estudiar.

Y yo tengo que cambiarme de ropa porque vendrán Alaska y Renata a casa.


Llaman al timbre y veo a Renata, y a Elia en los brazos de Alaska.

Después de darnos dos besos las invito a pasar.









-¿Cuándo nacerán?- pregunta Renata llevándose una galleta a la boca
-Pues está previsto que en Marzo- acaricio mi vientre -mientras no nazcan el día seis- muerdo mi labio inferior
-¿Qué pasa el día seis?- cuestiona Alaska mientras le da el biberón a Elia
-Que es el cumpleaños de Jesús- la morena asiente comprendiéndolo.



Entra Jesús en casa y al verme en el sofá se acerca y se agacha para darme un beso en la mejilla.

-Hola chicas- saluda a mis amigas al verlas
-Hola- contestan al unísono
-Mi madre ha querido hacer un regalo, mi abuela otro, y a eso se ha sumado mi hermano con su mujer- me da una pequeña bolsa de cartón de color azul.

La abro con curiosidad y dentro hay dos sonajeros, dos chupetes y dos conjuntos.

Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, me parece muy tierno que se impliquen tanto, la verdad.

Abrazo a Jesús y después beso sus labios.

-Diles que vengan a cenar hoy, por favor- susurro contra sus labios y él asiente.










******










Aliso la falda de mi vestido de flores y me miro en el espejo.

Ya casi voy a hacer los ocho meses de embarazo.

Dentro de tres días es el cumpleaños de Jesús, el cumple treinta y ocho y yo en Diciembre haré veinte.

Joder y pensar que yo tenía diecisiete cuando le conocí, como han cambiado las cosas desde entonces.

Mientras pensaba en todo esto, no me he dado cuenta de que mi novio se me había quedado mirando.

-No me mires así- río avergonzada
-¿Por qué?- se acerca a mi -eres mi novia, eres una mujer preciosa, y estoy enamorado de ti, ¿por qué no te puedo mirar "así"?- hace unas comillas con sus manos
-Pues porque me intimidas Jesús, me intimidas- admito -a pesar de ir camino de dos años juntos, me sigo sonrojando cada vez que me miras directamente a los ojos o me dices cosas tan bonitas como las de antes- el sonríe y acerca sus labios a los míos.

Hasta fundirnos en un bonito beso.

Paso mis brazos alrededor de su cuello y profundizo más ese beso.

Él muerde mi labio inferior y me arranca un gemido.

-No sigas- le detengo riendo.

Se agacha de tal manera que se queda de cuclillas en el suelo y con su cara a la altura de mi vientre.

-Pequeños, tardad poco en salir- reímos los dos y yo niego con la cabeza
-No nazcáis el día seis, por favor os lo pido- hago una mueca y el rubio me mira extrañado -no quiero que coincidan con tu cumpleaños, ese es tu día- me encojo de hombros y él se incorpora
-Martina, cariño- coge ambas de mis manos -sería un regalo fantástico para mi, que estas dos criaturas, fruto de lo mucho que nos queremos, naciesen el mismo día de mi cumpleaños- me aclara con una sonrisa
-Pero se supone que un cumpleaños es el día especial de cada uno-
-Tú haces especiales todos mi días, y con eso a mi me basta-

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora