Capítulo 32

7.3K 395 8
                                    

Martina.

Josefina se levanta y me abraza.

Acto seguido se levantan Antonio, Alicia, Manuel y Francisca para felicitarnos.

-Pero criatura, ¿cuántos años tienes?- cuestiona Josefina
-Mamá- Antonio le da una mirada de desaprobación
-No te preocupes- le doy una sonrisa tranquilizadora -voy a hacer diecinueve- los padres de mi marido abren mucho los ojos
-Eres muy joven- medita Manuel en voz alta y Jesús sonríe
-Pero yo la quiero- besa mi sien
-Nadie lo pone en duda Jesusín- habla Francisca y todos reímos
-Entonces, ya tendréis que ir pensando nombres, ¿no?- interviene Alicia y nosotros asentimos
-¡Voy a ser hermana!- exclama Gaby y todos reímos con su entusiasmo.










******










Estamos en casa Alaska, Marco y la pequeña Elia.

-¿Me dejas cogerla?- cuestiono maravillado por la pequeña
-Claro- contesta mi amiga.

Me pasa a la bebé y yo le hago mimos y carantoñas, provocando que se ría.

-Dentro de poco estarás tú así, Martinita- habla Marco y yo río
-Si, todavía me quedan cinco meses, si todo va bien- beso la mejilla de la criatura y ésta sonríe.










******










-Y bien- dice Jesús ansioso
-Gestación gemelar- habla la doctora después de mirar la pantalla
-¿Perdón?- pregunto estupefacta
-Esperais gemelos, ¿hay antecedentes en la familia?-
-Mi madre y mi tío- contesto aún sorprendida por la noticia
-Bueno, entonces es lógico que te haya tocado a ti- me da un pañuelo de papel para que me limpie el gel.

Después de un rato, salimos de la consulta y nos dirigimos hacia el coche.

Cuando llegamos, antes de que Jesús abra la puerta, me detengo delante de la puerta y me mira extrañado.

-¿Qué vamos a hacer?- no entiende mi pregunta y se la aclaro -dos de golpe y Gaby- paso una mano por mi cara, preocupada
-Pues estar unidos, Martina- besa mi frente -ambos tenemos trabajo, y estoy seguro de que nuestras familias estarán dispuestas a ayudar- acaricia mi mejilla.

Con sus palabras y ese gesto consigue tranquilizarme.

A decir verdad, mi madre se lo tomó muy bien, y mi padre también se lo tomó sorprendentemente bien.

Y el mes que viene nos dirán el sexo de los bebés que estamos esperando.










******









-Pues iremos nosotros a veros- dice mi madre al otro lado de la línea
-¿Nosotros?- cuestiono confundida
-Bueno, es que igual tengo algo que contarte- en su voz hay un deje de ilusión -he conocido a un hombre muy amable, se llama Ramón y bueno hemos estado quedando-
-Me alegro mucho mami- sonrío aunque se que no me ve -porque además, respecto al embarazo, hay algo que tengo que contarte-
-¿Va todo bien?- pregunta preocupada
-Si. Pero no viene uno, vienen dos-
-Vaya, eso no me lo esperaba, la verdad- contesta franca -pero tiene su lógica si no le tocaron a Cati y yo tengo a tu tío de mellizo, te tenía que tocar a ti entonces- razona.

Seguimos hablando durante un buen rato, y después acabamos quedando para cenar y que me presente al tal Ramón.










******










6 de Diciembre.

Avisa mi teléfono móvil.

Tengo diecinueve años ya.

Con diecinueve años y voy a ser madre, la verdad es que me parece un poco fuerte.

Aunque mis padres con catorce y dieciséis años tuvieron a Catalina, y bueno, once años más tarde me tuvieron a mi. 

Pero aún así, me parece bastante increíble.

Miro la hora y compruebo que todavía es muy temprano, son las seis de la mañana.

Así que cierro los ojos y no tardo en quedarme dormida de nuevo.





Noto como alguien me besa y al abrir los ojos veo a Jesús.

Sonrío y paso mi mano por su pelo rubio.

-Buenos días, cariño. Felicidades- deja un bonito beso en mis labios
-Buenos días- sonrío.

Me incorporo en la cama y apoyo mi espalda en el respaldo.

Jesús coloca una bandeja encima, y veo que me ha preparado el desayuno.

Que gesto tan bonito por su parte.

-Me ha ayudado Gaby- comenta mientras devoro una tostada
-Pues está todo muy rico- admito.










******











Estoy tumbada en el sofá con mis piernas apoyadas en el regazo de Jesús, quien está sentado.

Este sofá me trae un buen recuerdo.

Aquí nos dimos nuestro primer beso.

Aparece Gaby en el salón y se sienta en la butaca de al lado.

-¿Habéis pensado nombres para mis hermanos o hermanas?- pregunta Gaby mirándonos a ambos
-Tenemos un cacao mental con eso, que ni te imaginas, Gaby- me sincero y ella asiente
-¿Y si damos opciones y las vamos apuntando?- propone el padre de nuestros futuros hijos
-Me parece bien- sonrío.

La rubia de ojos marrones se levanta y cuando vuelve, viene con una libreta y un bolígrafo en su mano.

-A ver, hacemos una columna de chico y otra de chica, vamos poniendo y ya iremos decidiendo- nosotros asentimos y ella sonríe victoriosa.

Me entrega la libreta abierta y el bolígrafo, entonces nosotros empezamos a decir nombres.

-El nombre Virginia me gusta- dice Gaby y yo lo escribo en la columna correspondiente.

La verdad es que su elección a mi también me gusta.

-Y para chico me gusta Lucas- se encoge de hombros.

Esa opción ya no tanto.










******










Beso su mejilla y el sonríe, después me mira y aparta un mechón de pelo de mi cara.

-¿Por qué decidiste hacerte ese tatuaje?- paso mi mano por su hombro, que es donde lo tiene
-Me lo hice con diecisiete años, fue como una locura-
-Cuando tu tenías diecisiete años...-  comento pensativa, pero antes de seguir, me interrumpe
-Cuando yo tenía diecisiete años, tu todavía no habías nacido- completa él la frase.

Sonrío y le abrazo, el pone su mano sobre mi vientre y ambos bebés empiezan a dar patadas.

-Se alegran de sentir a su padre- sonrío y el rubio de ojos azules ambién.

Se agacha y pone su cara a la altura de mi tripa.

-Vais a ser unas niñas preciosas, porque tenéis una madre preciosa- besa la zona que tiene en frente y vuelvo a recibir patadas
-¿Tan seguro estás de que van a ser niñas las dos criaturas?- pregunto riendo
-A mi me gustaría. Pero eso sí, no les dejo tener novio hasta los cincuenta- ambos reímos.

Nos sentamos en el sofá y decidimos ver una película.

Miro atenta el perfil de Jesús mientras el mira atento a la televisión.

Que suerte he tenido al conocerle.

Dieciocho años no son nadaWhere stories live. Discover now