Capítulo 17: Galvanize. Parte I

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—Trae tu trasero aquí, ahora —le ordeno a Scott por medio del teléfono mientras ilumino con mi linterna el camino a través de los vacíos vestuarios de chicos—. Tenemos una misión.

Viejo, ya estoy en la cama. Y ¿no estamos un poco grandes para esto?

—Lo hacemos por el entrenador.

Pensé que se lo hacíamos al entrenador.

—Lo que sea, ¿okay? Tú sabes que él necesita esto. Él vive para estas cosas, ¿sabes? Lo ama.

¿Por qué no le pides a Meredith que vaya contigo? Estoy seguro de que ella aún sigue despierta.

—No puedo —le digo tras soltar un suspiro—. Las cosas entre nosotros no están tan bien como para pedirle favores de esta magnitud.

Creí que las cosas entre ustedes se habían arreglado.

—Pues creíste mal —Sostengo el celular apretándolo entre mi hombro y mi oreja, coloco la linterna entre mis rodillas y abro el candado de mi casillero en los vestidores mientras añado—: Por eso tienes que venir.

Pero es la mitad de la noche.

—Quince pasadas de las doce, en realidad —le informo al tiempo que abro mi casillero y veo la hora en mi reloj de muñeca—. Lo que significa que es oficialmente la noche-diagonal-día de travesuras —Apago y guardo mi linterna, y saco el taladro de pilas que escondía en el casillero desde hace un par de días—. Y, como una asombrosa coincidencia, es el cumpleaños del entrenador. Si no llegas en cinco segundos, te destruiré. ¿Sí? Y quiero decir cinco, cuatro, tres, dos... —Al darme la media vuelta veo a Scott, lo que no me esperaba, y caigo hacia atrás con estruendo—. ¡Jesús!

—Uno —termina mi conteo con una sonrisa socarrona.

—Te odio —Scott estira una mano y me ayuda a ponerme de pie—. No vuelvas a hacer eso, Scott. O me causaras un ataque al corazón y te quedarás sin mejor amigo.

—Lo siento —se disculpa con una sonrisita y me giro hacia mi casillero para asegurarme de que ya tengo todo lo necesario en mi mochila—. Entonces, mi hermana y tú...

—No vamos a hablar ahora de eso, ¿okay? —declaro, cierro el casillero y me giro de nuevo hacia él—. Nos concentraremos en hacer feliz al entrenador con la mejor broma de todos los tiempos y en nada más, ¿entendido?

—De acuerdo.

Hacía una semana que logramos rescatar a Malia, Scott logró transformarla con su poderoso rugido de hombre lobo alfa y luego de conseguirle ropa y una muy necesaria ducha, mi padre la llevó a su casa, de vuelta a la única familia que le quedaba.

Desde ese día mis problemas para leer también habían desaparecido, al igual que las alucinaciones de Scott y Allison, y el que nosotros hubiéramos vuelto a la normalidad significaba que también Meredith lo había hecho. Sin embargo yo no sabía esto porque ella me lo hubiera dicho o porque yo se lo hubiera preguntado, sino que Scott lo había mencionado durante el almuerzo unos tres días atrás.

No, ya no evitaba a Meredith como antes, de hecho cada que nos veíamos en los pasillos o en el salón de clases nos saludábamos... Así que nos saludábamos como una docena de veces al día, pero aparte de eso no habíamos cruzado más de tres palabras, ni mucho menos solucionado nuestros asuntos. Para ser honesto, la presencia de Meredith me alteraba los nervios y la mayoría de las veces terminaba siendo un desastre cuando ella estaba cerca.

Y es que luego de lo que ocurrió en el bosque, cuando Meredith pisó aquella trampa de osos, y lo que pasó con el trío de ex alfas, los sentimientos que creía haber enterrado seis metros bajo tierra terminaron saliendo a superficie todos juntos y de forma abrumadora. Y cuando Mer está cerca solo empeora.

About The Unusual Suspects | AW&W: 2 | Teen WolfWhere stories live. Discover now