Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte III

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Maratón: 5/8

Painfully

He conseguido llegar a la estación de policía con las piernas adoloridas y con mis pulmones exigiendo cantidades desmesuradas de oxígeno. Pero no hay tiempo de ponerme a descansar, no hasta que encuentre a Lydia y sepa que está bien.

Su coche no está en ningún lugar a la vista, así que es posible llegara a pie o en una patrulla. Ojalá no en la parte trasera, aunque de ser así no creo que le permitieran usar su teléfono para mandarme un mensaje. Bien, entonces no la arrestaron.

No hay nadie en recepción, por lo que me tomo la libertad de adentrarme en el edificio para buscar a mi pelirroja amiga, pero solo encuentro oficiales de la ley en sus escritorios o cruzando los pasillos con papeles en las manos, y a Derek y al señor Argent esposados a una banca junto a la puerta de la oficina del sheriff... Esperen, ¿qué?

— ¿Derek? ¿Señor Argent? ¿Qué hacen aquí? —inquiero al acercarme a ellos.

—Pasando el rato. Haciendo amigos —contesta Derek con sarcasmo—. ¿Tú qué crees?

—Tu padre nos arrestó por la muerte de un jefe de la mafia japonesa. ¿Tú qué haces aquí?

—Recibí un mensaje de Lydia diciendo que estaba aquí.

—Llevamos media mañana aquí, ella no ha venido en ningún momento —me informa el padre de Allison—. ¿Segura que era un mensaje de Lydia?

—Sí, es decir... Es su número.

—Señorita, por favor no hable con los detenidos —Un oficial me ordena de manera pasiva, musito un «lo siento» y voy a sentarme en una de las sillas posicionadas junto a la banca en la que Derek y Argent están. El oficial me manda una mirada irritada pero no me dice nada más, pues uno de los teléfonos timbra y él se levanta a atender la llamada.

— ¿Soy al único al que le parece sospechoso que Meredith recibiera un mensaje para venir a buscar a alguien que claramente no está aquí?

—No —responde Derek, afilando su mirada.

De un segundo a otro la tranquilidad y monotonía de la estación desaparece, los oficiales comienzan a ir de un lado a otro con demasiada prisa, corriendo y con pánico inundando sus rostros.

Algo en mí me hace quitarles las esposas al hombre lobo y al cazador, este último se levanta y pregunta a un oficial qué está sucediendo pero el oficial pasa de él, demasiado alterado.

— ¿Qué sucede? —Se gira hacia nosotros, pero Derek parece demasiado concentrado en algo.

Me contagio del pánico en el ambiente, y al momento que decido meterme en la cabeza de algún oficial para saber qué está ocurriendo uno de ellos se acerca a mí, preguntándome qué diablos hago aquí mientras tira de mí hacia una de las salidas de emergencia. Aprovecho para hurgar en su mente y saber el motivo del miedo de todos.

Me zafo de su agarre en cuanto lo veo.

— ¡Es una bomba! —exclamo, al mismo tiempo que Derek grita «¡Agáchense!» dantes de la gran explosión que tiene lugar medio segundo después.

(...)

La cabeza me duele como los mil demonios, los oídos me zumban y me siento demasiado aturdida. Me cuesta demasiado poder recordar qué ha pasado, pero cuando por fin mi cerebro procesa lo ocurrido trato de enderezarme, necesito saber si pude salvar al oficial que trató de sacarme de la comisaria. Necesito saber si Derek y el señor Argent están bien.

Trato de levantarme, pero incluso antes de lograr ponerme completamente de pie caigo al suelo, sintiendo una horrible punzada en mi pantorrilla izquierda. Me acomodo de tal manera que pueda ver esa parte de mi cuerpo, y encuentro la razón del dolor punzante sin esfuerzo alguno. Un gran pedazo de vidrio está enterrado diez centímetros por debajo de mi rodilla.

About The Unusual Suspects | AW&W: 2 | Teen WolfOù les histoires vivent. Découvrez maintenant