Cap 11.- El Empuje // Antes.

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N/a:No esa clase de empuje 🌚🌚🌚

16 AÑOS.

—...Y entonces ella me dijo qué su perro se llamaba igual qué yo.–terminó Duncan con el ceño fruncido. Estiré la mano y suavicé su expresión cómo si fuera un masajista profesional.

—Ella está en lo cierto.–asentí. Él me golpeó la mano, apartándola de su cara. Me reí. —¿Qué? ¡Es verdad! Tienes nombre de perro.

—Imbécil.–gruñó. Me reí aún más fuerte y camine casi trotando por los pasillos del instituto. Unas cuantas chicas miraron en mi dirección y las ignoré. Yo sólo le sonreía a Duncan.

Él intento alcanzarme, tendiendo una mano furiosa a mi hombro. Intentó hacerme una llave, montando una pierna a través de mi cadera y haciendo un exagerado esfuerzo en escalarme. Me giré hacia él, con mi sonrisa de oreja a oreja aún en mi cara. Le quité los grandes anteojos qué utilizaba y alce un brazo, intentando qué él los alcanzara.

Su rostro enrojeció de furia. Luego río. Pero luego volvió a molestarse. —Vamos, Matt. Dame mis lentes. Eres una gran mancha molesta para mis ojos.

—Lo que acabas de describir es arte.–repliqué.

Duncan meneó su cabeza, y esbozó una sonrisa. Parpadeó varias veces, porqué él estaba verdaderamente ciego, y me reí aún más fuerte.

—Necesitas un perro guía, amigo.–me burlé.

—No necesito otro animal. Ya te tengo a ti.

Ouch.

Sin embargo, eso me hizo sonreír aún más.

—¡Matt, Duncan!–Ryan, un alto chico de nuestro equipo de fútbol se apresuró a nuestro lado. Cada vez qué lo veía quería hacer una mueca. Él era un chico muy fiestero y con chistes muy pesados. Desafortunadamente, le caía bien a Duncan.—Él sábado es mi cumpleaños. Vayan. O si no los acusaré con sus madres mientras me las follo.

Duncan rio. Forcé una sonrisa.

Probablemente Ryan fuera él único chico del qué yo me sentía celoso por la atención que Duncan le daba. Yo ya sabía que Duncan le gustaban las chicas, pero su cercanía a Ryan me hacia querer romper una pared o algo.

—Iremos.–le dijo Duncan. Charlaron un poco más mientras yo me quedaba en silencio porque sinceramente, no me apetecía hablar con Ryan. Espere a lo que Ryan se fuera para fruncirle el ceño a Duncan.

—¿Iremos? ¿En plural?

Duncan dejó de sonreír.

—Vas a ir.

—Por supuesto qué no.

—Sí. Estas yendo.

—No. Estoy comprando unas papitas. –me gire y camine hacia una máquina expendedora. Duncan me siguió.

—No, estas yendo a la fiesta.

—No. –contradije cansinamente. Saqué cinco dólares de mi bolsillo y presione los botones de la máquina.

—Por favor. –suplico Duncan. Cerró sus ojos e hizo un puchero.

Mis ojos se posaron brevemente en sus labios.

—N-no... –trate de resistirme. En serio trate. Pero entre él y sus malditos pucheros y las ganas de besarlo se me fue la olla. —Está bien. Pero solo por unas pocas horas-

—¡Sí! ¡Gracias, gracias, gracias! –él gritó y aplaudió. Me dio un abrazo un poco agresivo y separo más rápido de lo qué yo hubiera preferido. Empezó a saltar emocionado. Luego hizo una especie de baile entre tango y Dios sabe qué.

Making You Falling In LoveWhere stories live. Discover now