Cap 23.- Ilusiones // Después

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—Zak. —tartamudee tontamente.

—¿Duncan te besó? —su voz denotaba horror. —¿Cuando? ¿Cuando te besó?

Me levanté y le hice una mueca de incomodidad a Jude brevemente, disculpandome. Ella se sonrojó y asintió.

Tomé el brazo de Zak.

—¿Dónde podemos hablar?

Él apretó la mandíbula.

—Afuera. Hay un callejón. Es él qué utilizo para fumar.

—Bien. Llevanos.

El callejón era horrible. Olía a humo, tristeza y humedad, ya qué había lloviznado más temprano. Cuando Zak nos llevó allí, me vi inclinado a decirle qué nos llevará a otro lado; probablemente recibiriamos una puñalada allí antes de qué me diera tiempo de explicarle nada.

Por alguna razón comencé a sentir un vacío, casi indiferencia, igual al qué últimamente estaba sintiendo desde qué le dije a Dun qué le amaba. No había manera de explicarlo o definirlo. No sabría como nombrar el sentimiento. Sólo era... cómo si nada tuviera sentido ya. Cómo si ya nada importará.

Apenas cerró la puerta, Zak apartó su brazo de mi toque y me miró cómo sí él fuera quién me iba a apuñalar en ese callejón. La probabilidad no era muy distante.

Mire al cielo, intentando despejar ese sentimiento de vacío qué se colaba por mí cuerpo y preguntándome qué demonios estaba haciendo con mi vida.

—Te besaste con él. —acusó Zak.

—Si. —no lo negué. No valía la pena.

—¿Cuando? ¿Cuando lo hiciste?

Mis cejas se fruncieron, en confusión.

—Eso no importa.

Y era verdad. Lo hecho, hecho estaba.

—¡Claro que si importa!—chilló Zak. Ni rastro del chico masculino qué conocí hace unos cuantos años en un bar. Él paso las manos por su cabello corto y una expresión de frustración se instaló en su rostro.

Lo miré, sorprendido.

—¿Estas... celoso? —pregunté con duda. En realidad quería preguntar si estaba molesto, pero olvidé las palabras adecuadas para hacerlo.

Zak casi me mata allí mismo. Con la mirada qué me dio, sí Zak tuviera rayos láser lo más seguro es qué solo hubieran quedado las marcas de mis pisadas en el suelo.

—¡Por supuesto qué estoy celoso! —gritó. —Ayer nos besamos, ¿no significa nada para ti?

—Claro qué lo hace. —repuse, indignado.

—¿Entonces,cómo puedes ocultarme qué te besaste con ese imbécil?

Lo miré con advertencia.

—No le digas así. Él es una buena persona...

—¡Dios! ¿Puedes dejar de defenderlo cada maldito momento? En serio. —Zak comenzó a buscar en sus bolsillos algo. Sospeché que un cigarrillo. —Matthew, necesito qué me digas cuando te besaste con él o juro qué voy a enloquecer.

Apreté los dientes.

Comencé a sentirme irritado. Odiaba las escenas de celos. En serio lo hacía.

—Se supone qué... —busqué las palabras con cuidado. —Qué iríamos con calma. Apenas ayer acordamos algo entre nosotros. Te aseguro qué fue antes de eso.

Zak pasó las manos, esta vez, por su rostro.

—¿Y quién me lo prueba?

La incredulidad se abrió paso en mi expresión.

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