Capítulo 2 (Editado)

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Llegue lo más rápido que pude, choque con veinte mil personas pero llegue. En la entrada me encuentro con Gloria, la encargada.
—Siento la tardanza— fue lo primero que salio de mis labios. Me sostuve de su escritorio, quería recuperar un poco de aire, debo ir más seguido al gimnasio.

—No te preocupes Sam, Don Fernando te espera en la terraza— asentí y me dirigí al lugar. A lo lejos logró verlo, se encontraba sentado debajo de un árbol, ese siempre ha sido su lugar favorito desde que lo conozco. Cuando comencé a tratarlo me di cuenta que es un hombre cariñoso pero también tiene su lado duro, admito que al principio me costó mucho trabajo poder tratar con él, era muy grosero y también exigente, pero con mucha paciencia logre que se abriera más a mí y así poder establecer una buena amistad. Él me ve como una hija y me lo ha dicho muchas veces, no entendiendo porque su familia lo dejo en este lugar pero no importa porque tengo mucho amor que regalar.

Mientras me acercaba a él, pude divisar que jugaba con una sortija, era de su difunta esposa, siempre la trae consigo y dice que significa mucho para él >>a eso sumenle el precio<<
—Don Fernando buenas tardes—le sonreí una vez que llegue a su lado, me hizo un espacio para poder sentarme junto a él.

—Hola mi niña—me dio una cálida sonrisa, de esas que te transmiten paz.

—Lamento llegar tarde...—iba a comenzar a explicarle pero me di cuenta que tenía perdida la mirada en la sortija, se encontraba más distraído de lo normal provocandome cierta preocupación —¿Pasa algo?— trate de no sonar preocupada aunque en el fondo lo estuviera.

—No—alza la mirada —Solo tengo hambre—  comenzó a reír pero no le creí, decidí no preguntar más y mejor nos dirigimos al comedor porque la verdad yo también tenía hambre.

Pase la tarde jugando ajedrez con Don Fernando y a pesar de tener ya sus años sabe jugar muy bien, lamentablemente debo admitir que he perdido muchas veces, a él le divertía ver como maldecía cuando perdía y es qué, él me confundía, era muy astuto en el juego que siempre tenía un plan para vencerme.

Una vez que cayó la noche, lo lleve a su habitación para que pudiera descansar, estaba muy cansado y lo podía ver en sus ojos aunque él lo negará. Tendré que mandarle hacer unos estudios, solo para estar seguros que todo este en orden.

Me despedí de todas la enfermeras del lugar no sin antes decirle a la Gloria sobre los estudios, ella me aseguró que estaría al pendiente.

Ya estaba algo obscuro por lo que decidí irme rápido, mi departamento quedaba a 10 minutos de aquí así que debía apresurarme si quería llegar sana y salva.

Las calles se encontraban un poco vacías, por lo que decidí aferrame a mi bolso, comencé a escuchar sollozos, trate de ignorarlos podría tratarse de una broma pero conforme avanzaba se iban intensificando así que me preocupe y trate de seguir el llanto.
Divisó a un hombre rodeando a una chica, este le manoseaba sin vergüenza alguna. La chica trata de alejarlo pero con tremendo peso, nadie podría. Busque las mil maneras de ayudarla por lo que al final decidí gritarle, lo sé, la idea más estúpida.
—¡Déjala!— >>Oh sí claro, ya mero te va hacer caso,<< Hable con  firmeza, no sé de donde salió tanta valentía pero esperaba no caer en el miedo.

Éste volteo a verme y al hacerlo sonrió de lado, tenía los dientes podridos y su rostro daba asco. >>Realmente todo un adonis<<

—¿Que me harás muñeca? ¿Golpearme?.— éste comenzó a reír mientras se sostenía de su gran panza. >>Ya dije que es todo un adonis<<

—No, yo...— comencé a tartamudear.  Metí mi mano en mi bolso para sacar mi gas pimienta. >>Ni Obama alcanzaría a entender tu estupidez<<

¿Coincidencia?Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon