Capítulo 21

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Nadie decía nada, sólo nuestra respiración se oía. Me sentía extraña, no soporto estar con una persona que está comenzando arruinar mi vida, ¿en qué estaba pensando cuando acepte casarme? Creí que iba hacer fácil esto pero simplemente es complicado.

Mis ojos reclamaban cansancio, aun faltaba para llegar a casa por lo que decido recargar mi cabeza en el cristal. Poco a poco mis ojos fueron cerrándose, los abría de golpe al darme cuenta que comenzaba a quedarme dormida pero al final me venció el cansancio.

Él está muriendo, tu no puedes hacer nada.- me encontraba en un cuarto a obscuras, sentía la presencia de alguien pero no lograba divisar a nadie por la obscuridad.

—¿Quién eres?.- no estaba asustada pero si algo incomoda.

—Él está muriendo.- volvió a repetir. La voz era de una mujer, era aguda cómo para que fuera la de un hombre.

—¿Quién esta muriendo?.- no entendía absolutamente nadie.
De un momento a otro las luces se encienden, un grito sale de mis labios. En esté momento me encontraba viendo como varios doctores estaban rodeando una camilla, varias enfermeras le pasaban algunos materiales a los doctores. Cada uno se encontraba concentrado en su trabajo, al parecer  nadie se percataba de mi presencia.

Comencé a caminar lentamente en dirección de la camilla, necesitaba ver quien estaba en ella. Cada vez que avanzaba mi corazón comenzaba a palpitar, mis nervios estaban a flor de piel, mis manos sudaban por lo mismo. El rostro de la persona me era borrosa, no lograba reconocer de quien se trataba.

Mi vista se dirigió  a la máquina que comenzó a emitir un sonido. Siento como me empujan lejos de la camilla provocando que me cayera .

—¡Rápido que lo perdemos!.- grita un doctor. Todos se movilizan mas rápido. Me levantó de inmediato, necesitaba ver su rostro, era ya una necesidad saber quien era pero nuevamente soy empujada pero esta vez no caigo, sin importar vuelto acercarme pero se repite lo mismo provocando que esta vez si cayera.

—Samantha.- una voz muy familiar hace que despierte. ¿Dónde me encontraba? ¿A dónde se habían ido todos?.

—¿Qué pasa?.- mi garganta ardía por el simple hecho de hablar.

—Estabas moviéndote mucho que no pude cargarte.- Germán me mira serio.

Entonces recordé que veníamos del antro, lo que me faltaba, tendré que discutir con él. Solté un soplido, que venga ya lo que tenga que venir.

Él se hizo a un lado para que saliera del auto. Me baje de ella, al pararme volví a sentarme, tenia los pies hinchados y me ardía, además que me dolían.

—¿Qué pasa?.- frunce levemente el ceño.

—Me duele los pies.- Sonreí apenada, creo que un leve rojizo apareció en mis mejillas. Él levantó una ceja, soltó un suspiro, paso su manos bajo mis piernas y con la otra me tomo en la espalda. Solté un leve grito a la hora que me levanto lo que provocó que pasara mis manos al rededor de su cuello para no caer, me tenía cargada como un bebé, está vez creo que ya estaba roja cómo un tomate.

Cerro la puerta con la pierna y conmigo en brazos entra a la casa. No lo podía ver a los ojos, me sentía muy apenada por lo qué tuve que mirar hacia enfrente. Todo su cuerpo de él se encontraba tenso.

Al llegar a la sala, Hanna se encontraba sentada en el sillón leyendo una revista, al sentir nuestra presencia baja la revista y al verme llegar de brazos de Germán comenzó a lanzarme miradas asesinas.

¿Coincidencia?Where stories live. Discover now