Capítulo 29

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Navidad iba a ser diferente a las demás que he tenido, está vez tendría que pasarla sola, posiblemente Germán sí asista a la cena de esta noche ya que por obvias razones yo no asistiré. Tal vez anoche Germán logro que olvidara por un momento mis problemas, pero una vez que emprendió camino al trabajo nuevamente me sentía devastada.

Quisiera saber dónde enterraron a Frank, necesitaba despedirme esta vez de él, además, qué debía pedirle perdón, perdón por haberlo traicionado, después de todo él nunca me engaño, solamente fue alejado de mí.

La noche ya estaba cayendo, ya eran a las 8 e incluso Germán no llegaba. Estaba envuelta en las sabanas de mi cama, hacía frío. Sentía que el sueño comenzaba apoderarse de mí hasta que escucho que abren la puerta logrando despertarme. Era Germán, sonrió en el instante en que cruzamos miradas, se acercó a la cama para después acostarse.

―Está noche saldremos.- paso un brazo detrás de mi espalda y la otra enfrente, después me abrazo y me dio un beso en la cabeza.

―¿A dónde?.- lo miro curiosa.

―Solo ponte algún vestido bonito.- dicho eso me dio un beso y después se levantó de la cama para dirigirse al baño.
Había algo diferente en él, no sé, tal vez la enorme sonrisa que traía. Me levante de la cama y me dirigí al cuarto donde estaba mi armario, pensaba ponerme el vestido que elegí ayer para la supuesta cena pero era demasiado formal por lo que me coloque uno color vino, por debajo de las rodillas y era pegado al cuerpo con una abertura en la pierna izquierda.

Deje mi cabello suelto y comencé a maquillarme en eso veo por el espejo pasar detrás de mí a Germán y como estaba inclinada aprovecha para darme una nalgada. Doy la vuelta y lo veo irse al cuarto donde estaba el armario mientras se reía. Maldito, ahorita me las cobrare.

Una vez que ambos estuvimos listo bajamos para después subirnos al auto, no tenía idea a dónde iríamos pero estaba impaciente por saber, Jorge puso en marcha el auto y emprendimos camino. Después de media hora de camino, llegamos a un restaurante, el lugar no era lujoso como acostumbra a llevarme Germán, esta vez era algo normal. Bajamos del auto y nos adentramos al lugar, no había nadie, se me hizo raro.

―¿Y la gente?.- volteo a ver a Germán, él solamente me sonríe, después me abraza para luego decirme algo al oído.

―Lo reserve para nosotros.- me separe de él y lo miré aún más confundida.

―Pero...

―La comida se enfría.- al escuchar eso se me dibuja una gran sonrisa.

―Bueno.- caminamos hasta una mesa donde nos indicó un camarero.

Nos sentamos y en eso un mujer comenzó a tocar el piano, solo éramos nosotros. Me sentía feliz, estando con él siento que mis problemas desaparecen. El camarero nos trajo un platillo, casi grito de la emoción al ver unos tacos, comencé a reír a carcajadas.

―¿Pasa algo?.- Germán me mira sonriente.

―Es que... nunca imagine que vendríamos a un restaurante a comer tacos, lo mejor de todo es que venimos vestidos como para una cena más elegante y no digo que no me gusta, es una locura... pero amo esta locura.- la gran sonrisa que tenía nadie me lo borraría.

Y es qué, lo que acabo de hacer es extremadamente único, rento este lugar, contrato a una chica que tocara el piano y además, estamos vestidos elegantemente, bueno, no tanto pero cualquiera que nos viera salir del lugar pensaría que acabamos de tener la cena más elegante.
Comenzamos a cenar y entre cada mordisco que le daba Germán a su taco hacia una mueca para después tomar un poco de agua, se veía que no comía picante pero no decía nada, yo estaba disfrutando de esta noche, está cena de navidad se ha convertido en mi favorita qué deseare que se repita una y otra vez.

¿Coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora