Capitulo VIII

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Félix no sabía que hacer, estaba desesperado, pensando que nunca volvería a ver a Nicole, sabía que tenía que pensar en algún plan para poder volverla a ver, la amaba y no quería perderla y menos por no ser valiente. 

A los tres días que Adriana le había dado la mala noticia, no aguantó más y empezó a pensar que podría hacer... pensó y pensó hasta que una idea llegó a su cabeza, tendría que ser muy valiente y analizó.

Por qué no podría hablar con don Juan para que le diera permiso para visitar a Nicole, no quería a nadie más, no sabía si podría amar como la amaba a ella, ni siquiera sabía que se podía amar así, tanto que doliera el corazón sólo de saber que no la volvería a ver. Sabía que ella era la luz que iluminaba sus días, sabía que la quería a su lado por el resto que le quedaba de vida. Eso quería y eso quería decirle a don Juan, quería decirle que no la quería perder.

Se sabía que don Juan era una persona muy seria, muy reservada y muy era muy sobre protector con sus hijas. Pero a Félix eso no le importó, quería que don Juan supiera que él protegería toda la vida a Nicole, que no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño, ensayaba una y otra vez lo que le diría, no quería equivocarse.

Se armó de valor, se dirigió a la casa de don Juan, se vistió lo más formal que pudo, respiró una y otra vez, estaba nervioso, sudaba. Nunca había hecho esto por alguien, bueno que nadie le había interesado tanto cómo la hermosa criatura que vivía en esa casa que estaba a punto de visitar. Pensaba tocar el lado humano de don Juan, pensaba en hacerle saber que él sería capaz de hacer feliz a Nicole, pero el nerviosismo le estaba ganando, sudaba frío, que le diría, podría convencerlo... no lo sabía pero bien sabía que lo intentaría.

Llegó a la puerta, golpeó, pensó en salir corriendo pero no. Ya no podía dar vuelta atrás. Salió Luisa y cuando lo vio se asustó, cerro la puerta tras ella y le dijo:

-¿Qué hace usted aquí?-

-Quiero hablar con don Juan.

-Él no tiene nada que hablar con usted.

-Yo sí. Tengo muchas cosas que decirle... llámelo por favor

Al escuchar la madre de Nicole que habían tocado y Luisa salió a ver y no regresaba tuvo un mal presentimiento... No quería corroborar lo que su corazón de madre le decía. Sabía que era Félix.

Salió a la puerta y vio a Luisa enfrascada en discusión con Félix.

-Luisa, entra a la casa. Luisa obedeció.

Félix, mire no sé a qué ha venido a esta casa, sólo le suplico que no regrese. Ahora mismo no está mi esposo. Agradezca su buena suerte. Mi esposo no quiere que ronde esta casa. Él tiene muy mal carácter en cuanto a sus hijas concierne. No quiero tener problemas con sus padres, muchos menos con usted. Le suplico no volver a pisar ésta casa, por su bien.

Félix se puso triste, doña María vio su tristeza, pero no quería tener problemas con Don Juan y le dijo: Joven, usted tiene a muchas señoritas a su alrededor, yo sólo no quiero ver lastimada a mi hija, no quiero que juegue con sus sentimientos, no quiero que sea como todas las demás de las que hemos escuchado, para usted siempre es un juego y luego deja a las jovencitas lastimadas, heridas y yo realmente no quiero eso para Nicole, ella es una niña buena, obediente y no quiero que cambie eso.

Él la miró y respondió: 

-Sé como es Nicole, sé que ella es lo mejor que me ha pasado, nunca visité la casa de alguna de las chicas con las que anduve, pero ella es diferente por eso vengo a presentarme delante de don Juan para que sepa que esto es serio. No quiero perderle doña María, no quiero pasar mi vida sin ella. 

Conocí esta vida en la que ella está y no quiero otra, quiero que don Juan sepa que lo que siento por ella es diferente, no me puede negar eso.

No tenemos garantía de eso Félix, quien nos da fe de eso, nadie, ha lastimado a tantas, que realmente no puede garantizar lo que dice.

La verdad quiero que quede claro que a ésta casa no puede volver, por el bien de mi hija.

Le agradeceré no regresar y cerro la puerta tras de sí.

Él no se rendiría seguiría intentando hablar con él. Pero no sabía si lo lograría. Hoy entendía lo que estaba pagando, tantas lágrimas derramadas por las chicas a las que lastimó, tantas súplicas que ellas hacían para que él cambiara de opinión al momento de dejarlas, hoy lo estaba lamentando, dolía tanto el saber pensar en la posibilidad de no volverla a ver, de no sentir sus manos tocando las suyas, diciéndole que lo quería, no lo iba a permitir. Iba a luchar contra viento y marea para estar al lado de ella, no imaginaba una vida sin ella. Si los pocos días que llevaba sin verla ya lo estaban matando, ya imaginaba que le faltaba el aire, no quería comer, se levantaba sin animo de nada. Sólo el pensar en ella. Aunque ellos no quisieran. Él regresaría... claro que lo haría, no habrá nada ni nadie que me detengan se juró.

Vidas difíciles Where stories live. Discover now