Capítulo XXII

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El verlo trajo tantas emociones... tantos recuerdos. Ella sonrió y la vida a Félix se le iluminó como hacía mucho tiempo no se le iluminaba. 

Hacía tantos tiempo que no se veían, tenían tantas cosas que decirse. 

-Cuando llegó el momento que se encontrarán ella sonrió y esperó la reacción de él.

-El cuando la vio, sintió que el corazón le palpitaba muy fuerte, las manos le sudaban, no sabía si correr a abrazarla o esperar la reacción de ella.

-Ella por su parte deseaba con toda su alma que él no hiciera o dijera nada que volviera a revivir todo el tormentoso pasado que los acompañaba.

Saludó -Cómo estás Nicole-.

-Bien gracias Félix ¿y tu?                                                                                                                                             

-No he sabido nada de ti últimamente.  

La verdad es que me fui a trabajar con don Jorge. Allá estaba viviendo y trabajando para olvidar todo lo que pasó.

Nicole se sintió mal al escuchar la tristeza que todavía embargaba a Félix.

-Lo siento mucho.

-No lo sientas... estuvo bien

He pasado los últimos meses allá y hoy solo regresé para ver como seguían las cosas. Y regreso mañana para allá.

Espero que en la vida te valla bien... en serio que sí. Eres una buena persona y deseo felicidad para ti, tal vez tu y yo no eramos el uno para el otro.

-Nunca digas  eso. Pienso que lo eramos pero si tu lo dices, no insistiré. Con estas palabras pienso que no tengo esperanza de regresar contigo.

-Ella lo vio con tristeza, porque ella aunque quisiera... su padre le había advertido que no quería volver a ver nunca a Félix. Agachó la cabeza y sólo negó con la cabeza. Y le dijo Adiós.

Félix se fue triste, pero feliz por volverla a ver.

Cuando Nicole llegó a su casa, llegó pensativa y se encerró en su habitación. Allí pensó que Félix estaba bien, que fue fuerte por superar lo que había pasado entre los dos. 

Los chismes en el pueblo se escuchaban muy rápido y cuando fue su ruptura con él, sabía que había sufrido, sus amigos, sus primos y primas le habían comentado el sufrimiento que había pasado y realmente se sintió tranquila al verlo tan bien y tan repuesto. Que no había dejado que la depresión lo consumiera.

Dio gracias a Dios por haberlo visto y saber que estaba bien.

Se dio cuenta que sentía por él un gran cariño, más no amor... ya no quería correr a sus brazos y llenarlo de besos. No más, había pasado ya tanto tiempo y en ese momento se dio cuenta que la herida había dejado cicatriz, pero que ya no dolía mas. 

Recordó los días que lloró y que pensaba que moriría de dolor y dio gracias a Dios que no fue así. Y se dio cuenta que era otra persona y sabría desde ese momento que nada de lo que pasara podría matarla de depresión, porque si en esa época no murió... no moriría jamás por cualquier problema.

Abrió la gaveta donde guardaba las cartas que José le enviaba con Luisa y empezó a leer cada una de las cartas que él le había mandado... pasó horas leyendo. Sólo salió a comer y regresó.

José escribía poemas inspirados en ella, le hablaba de planes, de su familia de todo un poco y por medio de sus letras, Nicole lo fue conociendo día a día un poco más. Normalmente José mandaba una cada dos semanas y calló en la cuenta de que esa semana tocaba recibir una y ya había terminado las que había mandado.

Espero ese día.... pero no recibió nada. Pero tampoco quería que Luisa supiera que esperaba esa carta porque entonces comenzaría a preguntarle y no quería darle explicaciones a nadie.

No tuvo que esperar tanto tiempo, pues a los dos días llegó la carta, en ella José seguía contándole acerca del trabajo. Ella lo admiraba por no haberse dejado vencer durante un año, prácticamente desde el rompimiento de ella con Félix, le pareció de mal gusto que Luisa le dijera que había sufrido la ruptura con Félix, pero en las primeras cartas, José le daba palabras de aliento, le decía que siguiera adelante, que no se dejara vencer. Le pareció muy tierno de su parte que él dijera esas cosas.

Al mes de haber leído las cartas, hubo un gran acontecimiento, don Juan celebró sus 50 años y tiró la casa por la ventana, hubieron muchos invitados y como Luisa y José seguían siendo compañeros de trabajo obviamente estaba invitado a la fiesta.

Cuando llegó el día, todos con sus mejores galas, música sonando, comida, bebida, pero José solo iba por Nicole. Él no sabía que ella ya había leído sus cartas y que ella ya empezaba a sentir algo por esa persona que se había esmerado para que ella saliera adelante cuando estaba sumida en el más grande sufrimiento.

Nunca insistió en verla solo tuvo paciencia y supo esperar y su técnica funcionó.

Cuando llegó el momento de bailar, José tímidamente se acercó a ella y solicitó a don Juan permiso para bailar con su hija. A lo que don Juan accedió, José le parecía un buen muchacho, trabajador, honrado, humilde. Estaba encantado si su hija correspondía al amor de este buen partido, ya que Luisa le comentaba como era él de trabajador y responsable.

Para la sorpresa de José, Nicole aceptó bailar con él, el tenerla tan cerca hizo que el corazón se le detuviera. Nicole sonrió al verlo tan nervioso. Se le quedó mirando y dijo. Tantas palabras escritas y tan pocas en persona.

Entonces José supo que Nicole había leído sus cartas y dentro de él, su corazón dio saltitos de felicidad. Río tímidamente, siempre había sido tímido y solo dijo... ya las leyó? -Pensé que las tiraba.

Pues estuve a punto, pero no... ya las leí todas.

El se sonrojó.

Ella por su parte se apuró a agregar:

-Esta semana tocaba una y no ha llegado. Entonces él se detuvo y ella pensó haber dicho algo incorrecto, pero no, en cambió él se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó una.

Ella sonrió grandemente.

El volvió a sonrojarse.

Te agradezco no haberte dado por vencido José en serio que si. Y la verdad he leído todas tus cartas y me han gustado mucho.

-La verdad es que siento muchas cosas por ti, dijo. -La tomó desprevenida.

Sé que has pasado cosas difíciles y sé que tengo que ser paciente para aspirar algo contigo pero te prometo ser paciente y comprender las cosas que te han sucedido, ir a tu ritmo, porque te amo, con el amor más puro que he conocido, tal vez no me ames ahora, pero aprenderás a hacerlo, te lo prometo.

Nicole se sintió feliz, porque José no le exigía nada, no era de las personas que tomaban sin preguntar, por medio de sus cartas había aprendido a conocerlo y saber sus sentimientos.

Bailaron y hablaron de todo un poco, no se sentía presionada, podía ser ella misma con él. Era tan fácil hablar con él, se notaba que leía porque sabía de muchas cosas, fluía cualquier conversación con él, se sintió feliz.

Cuando acabó la fiesta, José se retiró, agradeció como siempre la buena hospitalidad de la familia y se retiró.

Lo que no contaban era que Julio se había escabullido en la fiesta y notó lo que pasaba y era información que él recababa para Félix, sabía que no le iba a gustar pero igual tenía que enterarse de lo que pasaba.

Nicole por su parte estaba feliz de lo que había pasado, nunca pensó volver a ser feliz con alguien después de Félix, pero con José era diferente, la trataba con respeto, con delicadeza, como si fuera una rosa a la cual hay que cuidar... se sintió feliz y recordó que en toda la noche habían hablado de todo un poco, el preguntó cosas de ella, ella preguntó cosas de él fue fascinante aquella velada que quedaría marcada en la mente de ella para siempre.




                                                                                                                 

Vidas difíciles Où les histoires vivent. Découvrez maintenant