Número 13.

55.1K 2.7K 228
                                    

Entonces estaba pensando que tenía que escribir, así que me pase la noche tonteando y ya cuando amaneció aparecieron las palabras. Así que este cap es de esos que llegan entre la pretendida vigilia y los susurros de mi almohada. ¿A qué voy con esto? Nada, gente, tengo sueño! Nadie dice cosas coherentes con sueño... gracias por leer. Díganme si necesito dormir antes de escribir xDDD

Capítulo V: Número 13.

—Te las has pensado bien—susurré maliciosamente aún con la vista fija en el papel que sostenía.

—Soy previsor.

Le clavé una mirada de incredulidad, pues ser previsor sería la última forma en que lo definiría. Las palabras psicótico, paranoico o necesitado–de–ayuda–profesional me sonaban más aplicables a su caso.

Volví a concentrarme en la lista que había numerado, supongo yo, en orden de importancia. Él realmente no podría pensar que…

—Oh, no, definitivamente esto no va a pasar—exclamé señalando el punto siete y ocho. Lucas se inclinó tranquilamente desde su lugar en la mesita de café, para observar con detenimiento.

—¿Qué tiene de malo?—inquirió sin sufrir alteraciones en su postura de sosiego.

—¿Qué tiene…?—Ni siquiera fui capaz de terminar esa frase ahogándome con mi propio sarcasmo.

¿Acaso se había vuelto loco? Comenzaba a darme miedo intentar responder esa pregunta; cada vez se presentaba en mi cabeza con mayor fuerza y se negaba a abandonarme dócilmente. En algún lugar oscuro de mi mente, empezaba a creer que Lucas en verdad estaba jugando en una liga diferente que la mía. Una pena, si debo admitirlo; los más lindos siempre tienen una falla garrafal. En su caso, locura insana y posiblemente contagiosa.

—Son sólo tres días.

Solté un bufido entre dientes, mientras intentaba empujar mi irritación fuera de mi cuerpo. Eran esas ansias de saltar frente a cada provocación las que me dificultaban ser una niña correcta, la gente constantemente me tentaba a desatar mi genio.

—Pero… ¿ni siquiera ves lo que pides? ¡Es una boda, amigo! Si me prohíbes el alcohol, ¿a qué voy a ir allí? ¿A jugar al domino?

—No veo porqué necesitarías beber…

—¿Y qué hay del cigarrillo? Me pides tres días sin cigarrillos, da gracias que puedo pasar tres horas sin él—Comencé a ponerme de pie. Sabía que esto iba a ser una locura de corta duración, pero nunca pensé que la duración  sería tan acotada. Sólo tenía una cosa en claro, era mejor abandonar el edificio mientras Elvis siguiera en él.

—¿Adónde vas?

—A mi casa—Levanté el papel en el aire—. Esto no tiene sentido.

Él también se puso de pie, aunque sin moverse más allá de la línea del sofá que nos separaba. Sin saberlo empecé a odiar su capacidad de mantener la calma. Hasta ese momento noté cuanta envidia me despertaba su actitud relajada.

—La idea es hacer esto creíble, ninguna mujer que esté conmigo fumaría o bebería. Son sólo tres días…

—No puedo hacerlo—admití sin tapujos—. Lo de la bebida puedo superarlo, pero debemos llegar a un acuerdo con el cigarrillo.

—Ese punto no está a discusión.

Fruncí el ceño ante la contundencia de sus palabras, no tuvo que alzar la voz para dejar en claro dónde trazaba el límite, y eso me fastidió sobremanera. Nunca nadie me había puesto límites de ningún tipo y ciertamente no comenzaría a permitírselo a un desconocido. Esté o no caliente como el infierno.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Where stories live. Discover now