Frío.

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Alguien me dijo que tiene más valor el cobre y la plata en este momento, así que ya saben xDD Pero para no complicarme la vida con los cambios, acepto dólares y euros que acá cotizan bien alto jeje 

Bueno y tras decir eso sumamente importante, les dejo un nuevo cap. Espero que sea de su agrado, tengan paciencia que estos dos recién se están conociendo, ¿ok?

Capítulo XI: Frío.

—Buenos días.

—¿Hm?—¿Días? Murmuró mi cerebro embotado, ¿ya era de día? No, por Dios, no aún. No había sido suficiente.

—¿Keila?—Abrí un ojo para espiar a la persona que me hablaba, y entonces tuve que abrir el otro porque la escena frente a mí simplemente carecía de sentido.

Lucas estaba de pie junto a la cama, bandeja en mano, completamente vestido y con una mirada expectante. Vaya, de todas las cosas con la que esperaba encontrarme al despertar, aquí había una sacada directamente de un libro de fantasía. En serio, habría podido lidiar mejor con un zombi chupando mi cerebro que con esto.

—¿Qué es eso?—pregunté señalando la bandeja que cargaba. Él miró a la susodicha y luego a mí, dándome una expresión de ¿no es obvio?

—El desayuno. —Sin darme tiempo a responder, colocó la bandeja con patitas en el centro de la cama a un lado de mi cuerpo—. No estaba seguro de lo que te gustaba, así que traje un poco de todo.

Eso no era ni empezar a decirlo, él podría darle de desayunar a una pequeña nación con lo que traía. Había distintos tipos de mini tartas, tostadas, dulces, donas, tocino, huevo, jamón, jugos varios…(¿era eso una botella de Ocean Spray?) y cosas que no me molesté en identificar.  

—No creo poder comer tanto—musité, casi pensando en darme un pellizco sólo para corroborar la veracidad de ese momento. Pero en realidad me magullaba como plátano viejo (oh, también había de eso en la bandeja), así que no iba a marcar mi piel con una boda en ciernes. Tenía que pensar en las fotos, no quería que esa  familia me recordara como la chica de la marca en el brazo.

—Bueno… pensé que podríamos trabajar en ello juntos.

O sea que… él quería que compartiéramos el desayuno. De acuerdo, eso tenía más sentido, en el mundo del sinsentido en el que había despertado esa mañana. Tal vez pronto me encontraría un conejo blanco al cual seguir para salir de allí, o una dona de la bandeja me volvería pequeñita. Seguramente pasaría de momento a otro.

—Ok. —Le seguiría el juego hasta que el inevitable choque de realidad, lo regresara a su estado habitual.

No es como si la noche anterior hubiésemos discutido, bueno quizá un poco, Lucas simplemente no aceptaba de buena manera el dormir en el suelo. Pero tras la cena, ambos estábamos lo suficientemente agotados como para siquiera pensar al respecto. Él se trasladó a una especie de montón de mantas y cojines en el suelo, a lo que amablemente llamó “nido”, y desde ese instante sólo dormimos. El tema de la discusión sobre los cigarrillos no volvió a ser mencionado, mientras que su actitud durante la comida fue neutra. Hubo, por favores, gracias, y ¿me pasas el kétchup? Pero afortunadamente, en eso quedó todo. Lucas no había mentido al decir que se podía comportar civilizadamente, lo que en su caso era guardar un silencio hermético, mascar y tragar.

Nadie podía culparme por mantenerme escéptica sobre el desayuno, ¿cierto? Él me recordaba al ogro Shrek y su explicación sobre las cebollas, temía que Lucas tuviera tantas capas que jamás lograría ver dónde acababa todo eso. Al menos no en dos días, esta cebolla obviamente tomaría más de dos días en mostrarse completa.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora