Un tipo normal.

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Lo sé, lo sé... me desvié del plan original. Pero sepan que sí estoy estudiando, pero en mis pausas de café y asimilación de la información, fue escribiendo pedazos de este capítulo. De repente cuando miré lo que iba escribiendo, me di cuenta que estaba completo... así que acá estoy. Dejo esto y sigo con mi lectura, para no perder la costumbre un cap de madrugada... besos para todos ^^

Capítulo XXIV: Un tipo normal.

—Entonces, ¿ya me gané tu pedazo de cielo?

—Más bien mi parcela en el infierno—respondí entre dientes, haciendo que Paula me sacara la lengua burlonamente—. No puedo creer que lo hayas hecho a mis espaldas.

—Oh, vamos Keila. Tú querías que viniera, sólo te repetías que no para no sentirte tentada de invitarlo. —Se sacudió las manos como si estuviese presumiendo un trabajo bien hecho y yo rodé los ojos, no queriendo admitir o negar nada de aquella aseveración—. Así que puedes comenzar a agradecérmelo cuando quieras… ¿un fin de semana en un spa? Sí, creo que eso sería suficiente.

—Cierra la boca—mascullé bajándola de un bandazo de su nube de autosatisfacción—. Aún no estoy segura de si ahorcarte o…

—¿Agradecerme?—ofreció esperanzada; la miré negando suavemente y ella se desinfló bajo mi escrutinio—. Bueno no parecías muy molesta hace un rato cuando te colgabas de su cuello.

—¡Yo no me colgaba de su cuello!—Las personas junto a las mesas del bufet se volvieron repentinamente interesados por nuestra conversación, así que procuré parecer calmada cuando decidí volver a hablar—: No hablemos más del asunto, es mejor que vaya a dar una vuelta por el salón.

—Ve entonces—me apremió con una palmadita en el brazo—. Intenta no ser muy obvia cuando lo estés buscando…

—No voy a…—comencé a protestar, pero Paula alzó una mano solemnemente para silenciarme. Me mordí el labio inferior y conjuré mi paciencia perdida, para no dejar salir a la camionera interna enfrente de tantos extraños.

A pesar de que quería negárselo rotundamente a mi amiga, me encontré a mí misma echando largos vistazos al salón en busca de una camiseta negra y esos jeans que se veían ilegalmente ajustados en su trasero. Seguramente él sabía lo que provocaba esa imagen en mí, de lo contrario no se habría vestido para desarmarme mentalmente con la mera contemplación de su cuerpo. Oh vaya, soy asquerosamente elemental. Una chica normal debería estar molesta, buscándolo para que le diera explicaciones y largas disculpas, en cambio yo lo buscaba para chequear su retaguardia. De acuerdo, fueron dos meses de abstinencia, pero en serio ¿qué está mal conmigo?

Afortunadamente la escena que se desarrollaba a unos metros de mí, me salvó de tener que buscar una respuesta a esa pregunta. La anotaría para luego, cuando tuviese que explicar a un psicólogo mi brote paranoico.

—¿No te parece una pintura estupenda?

Me acerqué sutilmente a los dos hombres que se encontraban de espaldas, admirando la pintura de la llave.

—Es buena—respondió Lucas con su común tono en el que no se podía advertir si le gustaba, o simplemente hablaba para llenar el espacio.

—Es fascinante—agregó Georgi, posando casualmente una mano en el antebrazo de Lucas—. Ese pecho tan fuerte y masculino—Lo miró, obligando al otro a devolverle la cortesía—, no me molestaría despertar cada mañana y admirar algo así.

Reprimí una risa ante el obvio y descarado coqueteo de mi compañero. Lucas pareció sentir mi presencia porque en ese segundo despegó la mirada de Georgi para posarla en mí. Le sonreí y él sólo enarcó una ceja como única muestra de incomodidad.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Where stories live. Discover now