Prioridad.

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¡Hola a todos ustedes! Venía con toda una idea para poner acá, pero tras retocar el capítulo para subirlo, se me olvidó que iba a decir. Así que voy a improvisar, como casi siempre xDD Este capítulo es de esos que me gustan llamar giros o vueltas para la trama. Espero les guste o no... es difícil complacerlos que sepan xDD Sin más, a leer ^^

Capítulo XXII: Prioridad.

Estaba intranquila aún cuando no quería estarlo, comenzaba a pensar que ya podía manejar los silencios de Lucas, pero me estaba equivocando. Sólo me había acostumbrado a su cambio de actitud y ahora el silencio parecía acarrear un mal augurio.

Luego de salir de la casa de Jace, nos metimos en uno de los taxis que esperaban fuera toda la noche por los invitados. Una buena idea que muchos de los que disfrutaron del bar libre, apreciarían al momento de regresar a casa. Lucas no había dicho nada desde entonces. Y ya estábamos bajando del ascensor, así que pueden comenzar figurarse mi desconcierto. ¿Acaso había hecho algo mal? ¿Lo había ofendido con mis gemidos? ¿Habría sido muy ruidosa? ¿Muy ruda? ¡Diablos! No tendría que haberle jalado el cabello, después de todo él siempre va bien peinado… tal vez ese fue mi error.

—¿Vienes?

Mi corazón pegó un brinco dentro de mi pecho y alcé la vista en su dirección, él estaba detenido junto a la puerta abierta esperando a que entrara. Aja, ahora era un caballero.

—Sí…—mascullé dudosa.

Era como la mañana después pero sin el componente sexo de por medio, bueno sí había habido algo pero no todo. Normalmente comienzo a sentir vergüenza de mi comportamiento al despertar en una cama extraña, cubierta por una sabana y medio hombre—no que los mutilara, mal pensados—, pero ahora no había llegado tan lejos. ¿Debería dejarle una nota y marcharme mientras estuviera en el baño? Me sentía como el hombre que acababa de robarse la virtud de la inocente chica, a pesar de que ni siquiera había llegado a tocarlo. Bueno, nada más allá de unos besos incitantes en el mar, pero no es como si lo hubiese obligado a hacer el resto. Y honestamente Lucas no ayudaba con su costumbre de no decir nada. Me gustaría saber en qué estaba pensando, me gustaría saber si estábamos en la misma página o si tendría que fingir que nada había ocurrido.

Hice una pausa en mis pensamientos y en mis pasos, notando que me estaba dirigiendo a la habitación y eso podría tomarse como una indirecta. No iba a hacer nada de eso, si Lucas quería algo debía mostrar la iniciativa. Por mucho que quedarme de pie en medio de la sala me hiciera lucir como una loca.

—Keila…

Me volví lentamente sobre mi eje, él estaba a unos cuantos pasos de distancia con las manos en los bolsillos y esa expresión de jugador de póquer profesional que parecía su marca registrada.

—¿Qué?

Lucas sonrió alzando una mano, para luego llamarme con un gestito de su dedo índice. Mis pies se movieron como si con cada oscilación de su dedo en el aire, él jalara un hilo invisible amarrado a mí. Me detuve a escasos centímetros, esperando a que dijera o hiciera algo.

—Déjame ayudarte con tu vestido.

Pasé completamente de decirle que no necesitaba ayuda para salir de mi vestido, pues él bien lo sabía. Y en lo que avanzaba para posicionar su frente contra la mía, decidí que me importaba poco sus silencios porque esta era la forma en la que se expresaba Lucas. Sin palabras, gestos o confesiones directas, Lucas se ayudaba de su cuerpo para hablar y comenzaba a gustarme su lenguaje.

Sus manos fueron a la parte trasera de mi vestido, mientras desperdigaba besos en mi mejilla, en la comisura de mis labios o en mi barbilla, evitando concentrar el beso donde yo deseaba. Repentinamente las tiras del corsé se sintieron flojas alrededor de mi pecho y él bajó una mano por el lateral de mi cuerpo, delineando los contornos de mi figura. Su tacto demasiado superficial, demasiado lento para competir con el ritmo que vibraba en mi pecho. Me empujé ligeramente contra su cuerpo y él rió ante mi impaciencia, finalmente profundizando el roce inocente de sus labios contra los míos. Me lancé por completo en ese beso, siendo un participe activo en el juego de encuentro y desencuentro de nuestra lenguas. Oh, él sabía tan bien.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Where stories live. Discover now