Limbo mental.

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¡Feliz sábado a todos! En realidad no tengo mucho que decir en este momento, sólo que disfruten su fin de semana, del capítulo y de la vida también xDD Me dijeron que diga cuánto falta para el final, pero honestamente no sé. Tuve una visión del final, sé cómo y dónde va a ser, pero aún no sé cuánto me va a tomar en capítulos. Técnicamente este cap tendría que haber sido más largo, pero en mi cabeza siempre parecen más cortos de lo que resultan en papel. Espero entiendan, a leer... xD

Capítulo XXXIII: Limbo mental.

—Paula, ¿qué tienes que hacer el viernes por la noche?

—Si esa pregunta viniese de un hombre, diría: todo lo que tú quieras, cielo. —Se volteó para otorgarme un gesto irónico, mientras paseaba su mirada por mi cuerpo—. Pero te falta demasiado abajo y te sobra arriba, como para poder tener suerte conmigo.

—Muy graciosa—musité, sentándome en uno de los taburetes que enfrentaban la barra—. ¿Tienes o no algo que hacer el viernes?

—Dices además de llenar mi trasero de grasas saturadas, no, ¿por qué?

Medio intenté una sonrisa en tanto que sacaba las entradas para la exposición de mi bolsillo y las deslizaba hasta ella.

—¿Museo de arte? ¿Exposición nocturna? ¿Tal vez unos mojitos de ese lugar que te gusta luego?—Coloqué mis manos juntas delante de mi rostro en forma de ruego y esperé. Ella estudió las entradas por un largo segundo y luego observó mi expresión de forma vacilante.

—¿Arte, cariño? ¿Un viernes por la noche?—Hice todo lo posible por pasar por alto ese comentario tan poco culto por su parte, en serio a veces no tengo idea cómo es que ella y yo somos mejores amigas. Más cuando mi nivel cultural se extendía hasta el segundo de preparatoria—. Creo que me tienta más todo eso de tú coqueteando conmigo.

Rodé los ojos.

—Vamos, no me dejes tirada. No quiero quedarme en casa mirándome las uñas mientras…—Me detuve abruptamente, puesto que me negaba rotundamente a cargar a Paula con todo mi drama existencial. Ni siquiera yo entendía aún lo que había pasado como para intentar ponerlo en palabras claras para otro.  

—¿Mientras qué?—me aguijoneó obviamente notando mi traspié.

—Nada—mascullé haciéndome la tonta—. ¿Me acompañas o no?

Paula comenzó a pasar el trapo que tenía en la mano a lo largo de la barra, como esos camareros de películas que siempre están dispuestos a prestar una oreja y no juzgar a los parroquianos necesitados de consuelo. En este caso, yo me sentía como uno de esos que deben expiar culpas aunque eso no sirviera de mucho.

—Cuéntame…—Una frase a la que una mente atormentada como la mía, no podía resistirse por más que quisiera. Y a decir verdad, no quería.  

Cerré los ojos apuntando ausentemente hacia una botella que tenía en el exhibidor. Ella la tomó, colocó un pequeño vaso de medidas de vodka delante de mí y sirvió el contenido transparente hasta el tope. Hubiese estado genial que en verdad fuese vodka, pero estábamos en horario laboral así que debía conformarme con un poco de agua tónica y esperar que surtiera el efecto dramático deseado.   

—Lucas me obsequió las entradas—comencé mediando un sorbo para darle soltura a mi lengua—. Al principio íbamos a ir juntos, pero en plena madrugada recibió una llamada telefónica y me dijo que ya no podía ir.

—Oh…

Sentí que alguien se arrimaba a nosotras y al levantar la mirada de mi pequeño vaso, noté que Georgi se encontraba limpiando una copa como si en realidad la copa estuviese sucia mientras me observaba atentamente. Esto cada vez se parecía más a una escena muy chabacana sacada de la peor telenovela, pero me valía una mierda.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora