"El Lucas" de Keila.

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¿Qué se cuentan? Yo estoy enferma, medio con un pie acá y el otro en el otro acá xDD Pero igual conservo mi humor intacto, como ven. Nada... tuve un par de malos días, pero hoy más o menos pude persuadirme a escribir. Así que acá estamos... capítulo 30, estuve haciendo cuentas mentales y me faltarían como cinco caps para terminar. Parece que va a ser más larga que la otra, al menos en números de caps. Pero ya saben que mis cuentas mentales no son de fiar, todavía debo matemáticas de jardín de infantes xDDD A leer, mejor. 

Capítulo XXX: “El Lucas” de Keila.

Al menos estuve bastante segura de dónde estuvo todo el día, pues al colarme en su casa—gracias a la llave que muy amablemente había deslizado en mi bolso el domingo—lo encontré exactamente en el mismo lugar en que lo había dejado. Había una ligera variación en su postura, pero por el resto parecía exactamente igual. Su brazo atrapando a la almohada como si fuese su rehén, su rostro metido en el hueco de su codo, el cuerpo desnudo extendido completamente sobre la cama y la sabana jugando sucio conmigo, manteniéndose aferrada a la curva de su trasero. Lo miré por largo rato, esperando que hiciera algún movimiento pero Lucas se encontraba profundamente dormido.

Me había asegurado que ese día no debía ir a trabajar, luego de dejar en claro que había compensado extra para poder recuperarse. Iba a preguntarle de qué debía recuperarse, pero él había hablado de un día libre y la conversación discurrió por otros caminos. ¿Un día libre para dormir? Pues eso parecía, porque no lo había aprovechado en nada más.

Sacudiendo la cabeza, me senté en su cómoda que se encontraba perfectamente ubicada contra la pared derecha, lo suficientemente a la derecha como para no perturbar la entrada de luz desde la ventana. Luz que en ese instante bañaba el cuerpo de un Lucas dormido, quieto y ajeno al mundo. Tomé mi cuaderno de bosquejo del interior de mi bolso, un lápiz y me puse manos a la obra, antes de que la bella durmiente sea visitada por su príncipe. No tenía muchas oportunidades en las que él se estaba quieto y a decir verdad, la mayoría de los dibujos que tenía de Lucas eran de memoria. Ninguno con el modelo en vivo y en directo.

En la media hora que siguió sólo se oía en el cuarto los pasos de mi lápiz sobre el papel, la respiración acompasada de Lucas y tal vez los latidos de mi corazón que se intensificaban conforme paseaba más mi mirada por su cuerpo. Él era, sacando toda la personalidad de mierda a un lado, perfecto. No me había equivocado la primera vez en el restaurante, Lucas poseía todos los detalles físicos para ser una obra de arte. Seguramente Miguel Ángel lo habría tomado como modelo para un David moderno, aunque Lucas y sus oscuros secretos serían más dignos de llenar un lienzo de Munch[1]. Comencé a pasar mis dedos por la sombra que marcaba su espina dorsal, subiendo y bajando casi como si de algún modo estuviese tocándolo a él y no a un triste sustito en papel. La sabana blanca parecía ser una barrera que me empujaba lejos de mi destino, y aunque sabía que era estúpido tuve que pasar mi dedo sobre ella intentando hacerla caer. No hubo cambios.

Sonreí para mí misma, en tanto detallaba los músculos de su espalda. Largos músculos masculinos que se extendían sobre una carretera limpia de cicatrices, marcas de sarampión o cualquier otra cosa que pudiera entorpecer su piel clara. A no ser por ese pequeño detalle encima de su cadera, el apósito seguía pegado allí echando a perder mi visión artística. No que le restara atractivo, simplemente lo volvía demasiado real, demasiado mortal y eso le quitaba peso a la idea de perfección que quería capturar en el dibujo.

Si bien Lucas era lo más alejado a esa definición—incluso debería inventar otra palabra para definirlo—, en el dibujo sabía que podía capturarlo. Sabía que podía inmortalizarlo como un joven dios que se cansó rumbo al Olimpo y decidió echar una siesta. Como concepto artístico estaba genial, como concepto realista de chica que mira a chico que pone su mundo patas arriba, pues obviamente no.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Where stories live. Discover now