Tres son multitud.

34K 2.5K 338
                                    

¡Hola! Bueno, la intención había sido terminar este cap antes, pero tampoco podía dejarlo a medias solo para no pasarme de la fecha. En fin, este cap es un regalo de cumpleaños (una hora y media atrasado según mi país) para una estupenda lectora. Su nombre es Cristina, pero estoy seguro que ya algunos de ustedes han leído comentarios suyos (ella es tan cool que disipa dudas de los demás, incluso las mías) que aparecen con su nickname. Le dedico el capítulo a la cumpleañera. Y te digo que espero que hayas tenido un bonito día, un rico pastel (torta diríamos acá), ¿regalos? Sí!  Y brindo por muchos, muchos, muchos años más xDD Felicidades. 

Al resto les dejo el anteúltimo cap. espero sea de su agrado. Recuerden que hay cosas más feas que la muerte! xDDD Es broma, no se tomen todo lo que digo en serio. 

Capítulo XXXV: Tres son multitud.

Volví a su casa antes de que la exposición terminase, no porque no me estuviese divirtiendo sino porque mi cabeza se negaba a estar allí. Seguía dándole vueltas al mismo asunto, aún cuando me convencí unas mil veces de que él no tenía nada malo. ¿Y qué si estuvo enfermo? Eso no cambiaba la persona que era, en realidad me haría feliz saber que superó una prueba como esa. Y de estar enfermo… no, esa ni siquiera podía ser una opción. Lucas podía ser muchas cosas, pero no sería tan cruel como para no comentar algo así, ¿verdad?  

Si realmente quería saberlo sólo tendría que preguntárselo, sin duda no sería una de esas conversaciones graciosas en donde comparas cicatrices de la niñez, pero no había nada que me impidiera saber la verdad. Más aún con el permiso que me había otorgado unas horas atrás, él lo había dicho podíamos hablar de lo que sea. Ahora sólo debía pensar el modo más suave de preguntarle a una persona si había tenido cáncer; no es algo que se pueda introducir a mitad de una conversación sobre las obras que vi en el museo ¿o si? Vaya, podría ponerme creativa si lo deseaba. Algo como: ¡Oh, Lucas! Vi esta pintura donde retrataban a los enfermos de cólera, por cierto ¿tuviste cáncer? 

Era bueno que no estuviese allí, me daba tiempo para empujar la creatividad desde mi interior y conseguir un enfoque menos estúpido.

Me saqué los zapatos—bonitos pero nada prácticos para andar caminando por el museo— y los tiré a un lado junto a la puerta. Fui encendiendo luces en todo mi camino hacia la habitación, mientras me sacaba el abrigo y hacía un repaso mental de las sobras de la cena del día anterior. Dios, podría comerme una pizza entera por mí misma o quizá dos. Aunque sería mejor esperar a Lucas, pero bueno…tal vez mi cerebro colaboraba conmigo si lo alimentaba antes. Tranquilos, ya sé que la comida va al estómago: pero estómago satisfecho cerebro feliz. Ese era mi lema.

Al menos desde las pasadas semanas, cuando había decidido que la comida podía ser un excelente sustituto del cigarrillo. Y en parte lo era, aunque muchas veces me encontraba pensando lo mucho que me hacía falta uno. Creía que eso de dejar el cigarrillo sería más duro, pero a decir verdad por contadas ocasiones en que veía a algún presumido en la calle matándose con nicotina, casi ni pensaba en fumar. Lucas nunca había dicho si eso le molestaba o no, a no ser por aquella mención en Portland él nunca volvió sobre el tema. No me dijo que lo dejara, simplemente no me ponía atención cuando salía al balcón a fumar o cuando me encontraba en medio de una pintura con el cigarro pendiendo de mis labios. ¿Pintor que no fuma? ¡Uf! Habrase visto mayor sacrilegio, pero lo había conseguido. Supongo que cuando no me prohíben algo, es más fácil pensar que lo hago por mí y no por él. Dejé el cigarrillo por mí, no porque me muriera de frío viendo a Lucas sentado en el apartamento mientras yo me quedaba de pie abrazada a mí misma y lejos de su calor. No, definitivamente eso no tuvo nada que ver.

Lista de la Novia Perfecta. (Libro 2)Where stories live. Discover now