La Regla de la Élite

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—Ni yo sé que es lo que pasa

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—Ni yo sé que es lo que pasa. ¿Quién se cree para hablarme? —le decía Claire a Lauren por teléfono—. No, espera, la verdadera pregunta sería, ¿ahora qué es lo que quiere? Nunca le pasaría las tareas o ayudaría en proyectos aunque... —Lauren la interrumpió—. ¡NI LOCA! —mintió—. No podría, es muy... muy superficial. ¿Sabes qué? Ahorita que lo recuerdo tengo que hacer tarea para mañana... Nos vemos —y colgó antes de que algo más se supiera.

Las cosas que Lauren le dijo la había hecho reflexionar. Era más que obvio que Ethan sólo le estaba hablando —si a eso se le podía decir así— para algún favor que quisiera. ¿Por qué no le había hecho la plática desde el día en que llegó a la preparatoria?

Claire estaba acostada boca-arriba, maquilando y añadiendo pizcas de locura a sus teorías sobre el hecho de que Giancarlo y Ethan le empezaban a hablar más de lo que alguna vez lo hicieron.

—Ni loca estaría en su élite... —dijo para sí misma, sin siquiera saber la gran ironía que decía.

Se durmió, esperanzada a que los favores nunca llegaran a su vida, incluso que pararan las charlas innecesarias entre ambos de una vez por todas. No quería hacerse ilusiones con algo que era prácticamente imposible para ella o para alguna de sus amigas. Ya no pensó en qué estaría haciendo Ethan en esos momentos, pero estaba decidida a olvidar cualquier cosa que sintiera por él, a excepción del odio. Ese sentimiento nunca debía morir por él —otra gran ironía de la dramática Claire Everlin—.

Ethan estaba postrado en su cama ya con el pijama puesto, intentando dormir todo lo que no había dormido en la semana. No quería cerrar los ojos, puesto que Claire se encontraba marcada en sus parpados. ¿Por qué tenía que empezarle a gustar la señorita Everlin? ¿Por qué ella entra la multitud de chicas que eran más bellas que Claire? ¿Qué le gustaba de la castaña? ¿Acaso era su sarcástica forma de ser por momentos, su franqueza; la manera en que podía ella sola defenderse de cualquier cosa, o lo tonta que llega a ser el mayor del tiempo?

No se podía sacar de la cabeza el día en que empezó a fijarse en ella. Había sido en una excursión de la escuela a un parque de diversiones. Él había estado con sus amigos de un lugar a otro y siempre se la encontraba: él salía de un juego y Claire estaba en la fila, Ethan iba a comprar una botella de agua y Claire iba saliendo con una en mano. Todo ocurrió una vez que regresaban del paseo, cuando Ashley la escuchó cantarle a una de sus amigas y entonces la hizo que cantara para todo el camión.

Él estaba sentado en la parte trasera del autobús acompañado por Jared y Charles, importándoles menos lo que hacían los otros, cuando sin más escuchó una voz que lo cautivó. Era una chica la que cantaba Diamonds de la asombrosa Rihanna. La impostación de la voz era magnífica, la potencia, el ritmo que le daba a la canción... Todo era magnífico.

—¡Ash! —le gritó a su amiga una vez que se bajaron del autobús—. ¡Ashley! —La rubia volteó, meneando su dorada melena.

—¿Qué pasó Miller?

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