Bora Bora

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—¡Quita esa cara de aburrimiento, Miller! —exclamó Jared—

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—¡Quita esa cara de aburrimiento, Miller! —exclamó Jared—. Con tan solo verla me dan ganas de regresarme a la preparatoria.

Ethan aprovechó la situación y sacó el celular para escribir el mensaje de texto que tanto quería después de que dejara plantada a Claire.

—Adam podría cambiarte el asiento de avión, así que no hagas enojar a Ethan —le pidió Serena, con cortesía. Dejó de fulminar a Jared con la mirada y se giró hacia su acompañante—. ¿Estás emocionado?

Ethan bloqueó de inmediato el celular y lo guardó. Lo había escrito, solo faltaba presionar el botón de enviar. Le sonrió a Serena, asintió la cabeza.

—Seguro que sí —Ethan le besó la coronilla de la cabeza a la chica, en un acto íntimo para demostrar que le gustaba.

Parecía sonriente de la acción que había efectuado, pero sólo era porque había cambiado la cara de Serena por la de Claire haciendo sus típicas muecas de disgusto. Ethan se volteó para mirar por la ventanilla, pero sólo podía pensar en qué podía estar haciendo Claire.

Tal vez la ojiverde estaría en este momento diciéndole a Lauren que lo mataría en cuanto lo viera, que no le hablaría o que le pondría las cosas aún más difíciles. Ethan se estaba imaginando cada posibilidad, menos la que en realidad estaba sucediendo, la cual tenía que ver con Ian Cowell.

Se quedó dormido pensando y analizando cada movimiento que haría una vez más que pisara tierra.

Pasaron quince horas más para que por fin aterrizaran en su destino. Estaban hastiados, con unas jaquecas que no sabían con qué parar, hambrientos y con ganas de instalarse ya en su hotel. Pero en cuanto llegaron a su lugar de hospedaje esas ganas de querer descansar se fueron.

En que maravilla de lugar estaban. El color del mar era único, limpio y se podría decir que virgen por la tonalidad que tenía; la arena era tersa y suave, justo como si fuera polvo; el clima una delicia. Sin duda alguna Serena había sabido escoger muy bien desde el hotel, la ubicación de este y el ambiente con el que querían lidiar.

—¿Nos vemos en diez minutos aquí? —preguntó Giovanna, ansiosa por adentrarse en el mar, pero más que todo eso, por estrenar su bikini color rojo.

—¡Seguro! —exclamaron todos al unísono

Los llevaron a su respectiva cabaña, las cuales no estaban alejadas una de la otra. Al pobre pelirrojo de nombre Adam le había tocado llevar las maletas de Giovanna, en un acto de caballerosidad. Serena había dicho algo referente al tema para que Ethan hiciera lo mismo con ella, pero él se limitó a escuchar y alejarse.

En cuanto el pelinegro entró en su cabaña dejó todo botado en la cama, salió al balcón y, con el corazón palpitándole como loco, envió el mensaje de disculpa a Claire. Admiró el paisaje y deseó que ella pudiera hacer lo mismo con él, que estuviera a su lado entusiasmada por lo que veían sus hermosos ojos. Se imaginaba miles de cosas que podrían hacer, y cada una de ellas le emocionaba aún más.

La Élite de New HighDonde viven las historias. Descúbrelo ahora