Capítulo 18

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Melek

Me levanté muy tarde. Miro la hora, las doce y media casi... Un día entero durmiendo. Miro a mi alrededor. Me han traído el desayuno, espero que hayan seguido mis indicaciones (que no sea un hombre, y que se cierre la puerta tras de sí, a parte de comida Halal y nada de alcohol)

Busco el móvil en la mesita de noche ¿Cómo le habrá ido a Ángel con Mohammed? Busco su nombre en mi agenda y tecleo un mensaje <<Hey, ¿Qué tal?>> No se conectó desde esta mañana. Así que supongo que tardará en responder. Dejo el móvil sobre la misma mesa y me levanto al baño. Mi reflejo se ve horrible. Hinchada, y con el pelo revuelto. Lavo mi cara con agua fría en un intento de bajar la hinchazón, pero nada. Me cepillo el pelo y salgo a desayunar. Después me visto, me pongo mi velo y salgo a ver a mis padres. 

Aparco  y salgo del coche. Camino entre tumbas y tumbas, hasta que reconozco sus lápidas. Junto las manos y leo un fragmento del corán, en concreto "Yasin". Sin darme cuenta las lágrimas bajan por mis mejillas sin permiso, las limpio y me arrodillo delante de ellos

— Os hecho tanto de menos. Yo también quise veros en mi graduación, orgullosos de mi. Que tomáramos algunas fotos, selfies, y hasta bailáramos un poco ¿Porqué no?— hago una pausa para tragarme las lágrimas (dicen que no es bueno llorar en la tumba de alguien) Sin darme cuenta me encontré pensando en el mayor pecado que pude haber cometido, besar a Ángel— Lo siento, ese chico fué quién me besó, juro que no quería nada con él. No sé ni cómo lo correspondí...— Bajo la mirada avergonzada— Lo siento... Cómo me gustaría sentir vuestras manos acariciando las mías como solíais hacer... 

— Hi, Melek. What are you doing here?— me giro y veo a un hombre, mayor, con la barba blanca. No lo recordaba así, la última vez que lo vi era más jóven, y no tenía esas ojeras bajo la mirada

— Granda— Me levanto y lo envuelvo en mis brazos. No puedo evitar sollozar al sentir sus lágrimas mojar mi hombro.

Niña, no llores por ellos. Están en al-janna, esperándote— Se separa de mi y se limpia las lágrimas con las mangas— No podemos estar juntos querida. Les diré a todos que viniste, y que estás en muy buenas condiciones. Escuché que te graduaste— asiento sonriente— Estoy orgulloso de mi niña. Tus padres también lo estarán querida. Ahora quiero que me prometas que no le ocurrirá nada malo a tu hermano— me miró con seriedad

— Juro por allah que haré lo posible para que no le pase nada. Lo he dejado en buenas manos— me vuelvo a acercar a él y lo abrazo. Echaba de menos sus brazos— Quiero que les digas a todos que los extraño, y que tan pronto como acabe todo esto iré a verlos. 

— Sí, mi niña, esperaremos impacientes a que termines tu trabajo, de momento no podemos vernos. Sabes el riesgo que corres— dejó un beso en la coronilla de mi cabeza y se fue. Me quedé viendo cómo esquivaba tumbas y tumbas hasta llegar a la salida del cementerio.

* * *

Después de la sesión de lágrimas con el abuelo me llamó Mike, diciéndome la hora de nuestro encuentro. Estaba ansiosa por verla la cara de nuevo. Caminaba por los estrechos y vacíos pasillos, tras él. Cada cinco pasos parábamos a que Mike abriera una gran puerta de hierro. Así hasta que llegamos a una sala, donde había un cristal. Me asomo y lo veo ahí, sentado, con las manos atadas a la silla con una gorda cadena. Ahora tenía la barba algo más grisácea, y estaba algo más delgado, o esa sensación daba aquel mono anaranjado.

Melek, podemos esperar si no estás preparada

Mike, lo haré. Tengo que hacerlo. He estudiado todos estos años por esto

Melek...— No lo dejo terminar, me dirijo a la puerta

Al ver lo que iba a hacer se adelanta y me abre la puerta. 

Buenos días Stephen— dice Mike

Hola— responde arrogante y sin mirarnos.

Entro a la sala y dejo mis documento sobre la mesa

Mi cliente preferido, Stephen Craig— ironizo

La mejor de las psicólogas me da el honor de aparecer delante de mi, con esa bonita cosa sobre la cabeza— responde en mi mismo tono

Miro a Mike, que sale de la sala cerrando la puerta.

Mi querida Melek

Puedes dejar de fingir, pitbull en rabia— Juro que esa frase me salió del alma

No finjo, estaría encantado de empotrarte contra la mesa, y hacer que mi polla te salga por la boca— Se recuesta sobre su silla. 

No te pases, soy tu bote salvavidas. Si no aprovechas esta oportunidad te pudrirás en la cárcel, y no una cualquiera. Una en la que los musulmanes te dejarán más delgado de lo que estás— me siento en frente suya y veo cómo su cara se horroriza— Bien, veo que sabes por dónde tiramos. Empecemos por lo esencial— Saco la foto de una mujer, en concreto de Karen Hicks, su esposa.— Tienes una esposa, que tuvo un hijo tuyo unos meses tras tu arresto— Saco la foto del bebé. Cuando se la enseño puedo ver sus ojos humedecerse (me alegra saber que este monstruo tenga algún tipo de sentimientos). Me mira y trata de tragarse las lágrimas que estaban a punto de bajar de sus ojos— Tu hijo ahora tiene 17 años y ¿Adivina qué?— Saco otra foto de un jóven, cojido de la mano de una chica, que llevaba el velo, y le sonreía con ternura— Tiene una relación en secreto con una chica musulmana. Al mes que viene cumplirán 18 años y tendrán todo el derecho de casarse.— veo cómo aprieta los puños en la silla— ¿Y sabe cuáles son los requisitos de un hombre para poder casare con una musulmana?— Espero a que responda. No lo hace. 

Me pongo en pie y rodeo la mesa, acercándome a él. Paso por detrás suya y me agacho a su oreja para susurrarle al oído: — Convertirse al islam

De la rabia, se mueve el la silla, haciendo que ésta diera saltitos. Mientras gruñe y grita: — ¡BITCH!

Me alejé de él, mientras sus saltos hacían que perdiera el equilibrio y chocara contra la mesa en varias ocasiones, hasta finalmente caer rendido al suelo

Por cierto— me agacho para mirarle la cara— Los de tu clan te han dejado un poco abandonado. Ni siquiera contrataron a un abogado que te defendiera. Es más, en varias ocasiones tuvimos que salvarte el culo de ellos, mientras intentaban asesinarte

Dicho esto le dedico una sonrisa, me levanto y salgo de la sala (dejando las fotos en la mesa).

Mike, haz el favor de levantarlo. Después sal, no digas ni hagas nada más— Mike asiente y obedece.

Al ver la fotos, Stephen comienza a llorar  en silencio, mientras se mordía el labio con rabia, hasta que éste comenzó a sangrar. Le hice una seña a Mike, para que se lo llevara y salí de aquella sala.

Primera sesión: concluida con éxito

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Espero que disfrutéis de este capítulo. Ya lo sé, es algo confuso, pero todo se aclarará, lo prometo. Sólo un poco de paciencia. 

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La Chica del Hijab ©Where stories live. Discover now